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Su idea era clara y ya estaba decido en llevarla a cabo. Aunque aún seguía en horario de clases nunca había ansiado tanto que la hora del almuerzo llegara y una vez que así fue decidió no almorzar y avisó a la directora que volvería en poco tiempo antes de que las clases vuelvan a empezar pues tenía que encargarse de un asunto y ésta aceptó. Se subió a su auto para dirigirse lo más rápido posible a cualquier otra florería ya que su idea era conseguir las flores que Nicole no pudo conseguir. 
Pasó por varias, pero tampoco tenían por la época, parecía un loco desesperado por los nervios que tenía encima y su agitación no lo ayudaba, sabía que era una completa locura lo que hacía o que tal vez no le incumbía hacer eso, pero se sentía terrible al verla de esa manera y no quería que volviera a recibir tal trato después de su buen trabajo y gran atención con sus clientes. Entonces, como si fuera un milagro, encontró una florería ya algo distanciada de la escuela y también su casa donde tenía aquellas flores, así que le pidió al florista un ramo solamente de rosas de color rosa y se dirigió nuevamente hacia la escuela. 
Al cabo de varios minutos, con un poco de tiempo para entrar a tiempo a clases, estacionó su auto y arrancando un papel en blanco de uno de sus cuadernos que siempre llevaba en su maleta escribió con una pluma ''No sé si serán suficientes, pero espero que sean de ayuda para el ramo. Atte: Thomas'' . Luego de estar satisfecho con eso y doblar el papel para colocarlo entre el ramo y sus flores, lo dejó en la puerta de la florería ya no que no veía por allí a Nicole y cruzó velozmente para así entrar justo a tiempo y nuevamente a clases, además de terminar su día laboral. 
Horas después, tocó la hora de la salida y Thomas se dirigió a su auto para irse a su casa, sacó las llaves de éste y al colocarlas se detuvo al oír a alguien decir su nombre por detrás. Nicole.
Se giró para saludarla, pero ella se le adelantó y lo abrazó con fuerza, sorprendiéndolo. No sabía si se había dormido en clase o si era real.

—¿Y ese abrazo?

—Te lo merecías. Fue un hermoso gesto el que hayas hecho eso por mí, Thomas, pues mi clienta se alegró al ver su ramo terminado y además también se disculpó conmigo. Aunque puedo comprender su preocupación y estrés, después de todo era la boda de su hija, ¿sabes?

—Me alegra mucho saber eso, Nicole. Y en realidad no fue molestia, quería ayudarle —El calor de su piel hizo que no quisiera separarse de ella y ahora le costaba más evitar sentir cosas por ella. Ahora empezaba a notar que tal vez se podría estar empezando a enamorar.

Ella con una gran sonrisa que le achinaba los ojos de felicidad, rompió el corto silencio —Oye, ¿qué te parece si cenamos juntos? Creo que debemos celebrar esto, y además esto fue en parte obra tuya, ¿qué dices?

—Por... Por supuesto, sería genial cenar contigo —¿estaba soñando?—. ¿A las 20:30 te parece bien si paso por ti?

—Perfecto, nos vemos a la noche.

Le dijo sonriente y volteándose para regresar al local. Volvió a su casa feliz, exaltado, emocionado, extasiado. Tenía que contárselo a Arthur, así que lo llamó y le contó lo sucedido para luego ducharse y finalmente arreglarse: se puso su camisa blanca junto a un saco azul oscuro y zapatos y pantalón negro que hacía juego. Subió a su auto y se dirigió hasta la casa de Nicole para pasar a buscarla. Estaba ansioso y sus manos sudaban un poco por los nervios. Esperaba, deseaba, quería que todo salga bien y no hiciera nada tonto, quería que sea perfecto, hermoso, como la última vez. 
Llegó a su casa y tocó su timbre, no pasó mucho tiempo cuando la puerta se abrió para volver a cerrarse tras ella, y allí estaba Nicole. Sus ojos apreciaron la belleza en su máximo esplendor al verla usar un vestido negro largo hasta las rodillas con tacones del mismo color y el escote hasta casi llegar a la mitad de su panza en V; sus labios carmesí lo volvieron aún más loco y con sus largas pestañas y ojos dulces color avellana junto a su perfume a jazmines que podía olerse aún en una distancia. Estaba en un hermoso trance hasta que, con su dulce voz, ella lo rescata.

—¿Qué? —preguntó algo tímida.

—Es que... Luces muy hermosa.

—Gracias —agradeció sonrojada—. Tú también, Thomas.

—No lo creo, ese vestido no me queda —respondió formando una risa entre los dos, intentando resistir tus ganas de acercarse más a ella.

Ambos subieron al auto y con un poco de música para el camino, siendo ABBA en este caso y descubriendo que ella era fan de la banda, se dirigieron al restaurante italiano que Thomas tenía en mente, pues amaba la comida italiana y esperaba que a Nicole le agradara la elección, lo cual fue así al mencionárselo pues ella también amaba la comida italiana y en parte, china. No estaban tan lejos, pero los nervios aún lo traicionaban un poco pues nunca había conocido a una mujer tan bella e incandescente como Nicole, sonrió cuando de reojo la observó distraída  cantando la canción ''Super trouper'' con los ojos cerrados y bailando un poco. Estaban llegando, como ya se mencionó recientemente, pero disfrutaba de ese viaje junto a ella y no quería que acabase. 

Por una corazonadaWhere stories live. Discover now