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Luego de unas semanas las clases iniciaron y Thomas volvió a la rutina, y como Sam había cumplido un año ahora Nicole volvería al trabajo nuevamente, pero aunque todavía Sam no podía ir a la Nursery School decidieron que Isabel, la madre de Nicole, lo cuidaría unos días y luego Camilla, su madre, otros. Según le había dicho Nicole no se sentía nerviosa por volver sino feliz ya que extrañaba trabajar allí, pero aún así sabía bien que extrañaría mucho a su hijo igual que él, de igual manera estaba en buenas manos. 
El día transcurría normalmente en su clase con nuevos alumnos hasta que finalmente la clase había terminado. Antes de ir al auto pasó por la florería a saludar a su esposa con una gran sonrisa y un ''hola, cariño'' luego de un corto beso. Ella se veía radiante al igual que el primer día que la conoció, con ese brillo especial en ella. Observaba cómo luego de un año atendía a sus clientes con el mismo entusiasmo, calor y alegría de siempre, nada había cambiado. Le gustaba verla ''en acción'' en el trabajo y parecía que su cabello ahora largo hasta los hombros lograba que se llevase varios halagos en los que coincidía con los clientes. Cuando el último cliente se marchó le comentó su idea que se le había ocurrido horas anteriores.

—Oye, Ni, se me ocurrió una idea.

—Dime, cariño —le dijo mientras terminaba de acomodar algunas flores.

—Pues, ¿qué te parecería de ir a cenar los tres al restaurante italiano cerca de la casa?

—Es una adorable idea, ¿puedes estar listo con Sam para cuando llegue? Así ya nos salteamos un paso.

—Por supuesto. Bueno, ¡nos vemos en un rato!

Dijo tapando la sonrisa de Nicole con un beso de despedida y se marchó a la casa. Minutos después de llegar le agradeció a Isabel por cuidar de Sam y se despidió de ella para así encargarse de bañarlo y hacer lo mismo consigo mismo. Frente al espejo lo sostenía a Sam con un brazo y con la otra mano libro lo peinaba y le hablaba sobre lo guapos que lucían los dos. Sam usaba un pantalón de jean gastado con zapatos café y una camisa blanca junto a un saquito tejido color beige de parte de su tío Arthur mientras que él usaba un pantalón y camisa de color negro con zapatos blancos.
En la puerta del baño se encontraba Nicole observándolos, había llegado. Sam soltó un ''mami'' y ella se acercó a ambos para saludarlos y luego de una rápida ducha ya estaba lista también. Vestía un pantalón negro ajustado con tacones y una remera gris con una campera de gamuza marrón. Había alaciado su cabello y sus labios lucían un rosa claro en ellos junto a unos ojos avellanados al natural salvo por sus pestañas rizadas luciendo más largas y oscuras. Lucía hermosa.
Cuando llegaron al restaurante pusieron el cochecito a un lado de su mesa mientras Sam estaba en el regazo de Nicole. Charlaron y se reían de lo divertido y alegre que podía ser su hijo toda la cena y su compañía les daba más emoción aún a la salida, como si fuera el plus de diversión. La cena y el postre habían estado deliciosas, incluso Sam la disfrutó mucho, y cuando lo volvieron a colocar en el cochecito y se dirigían a la salida para volver a casa una voz de una niña se oyó diciendo ''maestro Wickman''. Al voltear notó que era Rebbeca Larson, su ex alumna, la que lo había aconsejado una vez sobre Nicole. La saludó junto a sus padres también quienes lo recordaban con cariño y presentó a Nicole y a su hijo con orgullo. La niña sonrió ampliamente al verlo junto a ella y su hijo pues le gustaba la pareja que hacía con ella, o eso le había dicho aquella vez y que aún recuerda.

—Me alegra saber que siguió mi consejo, profesor.

Se sonrojó un poco.—Yo también me alegro de haberlo hecho.

Le sonrió y así se despidieron de la niña y sus padres para regresar. Al llegar a la casa Thomas recostó a Sam en su cuna y luego se dirigió a su habitación donde Nicole ya estaba acostada para imitarla.

—Oye, cariño, ¿a qué se refería la niña? —preguntó curiosa para luego oír la respuesta de Thomas contándole sobre aquella vez—. Pues creo que es una niña muy sabia.

Parecía más feliz que de costumbre y lo abrazó, ahora que pensaba en las palabras de su ex alumna sentía que estaba feliz por haber tomado el consejo.

—Tiene razón, no vemos muy bonitos juntos ¿no? Sino mira al hermoso hijo que tenemos juntos ¿no te parece que es así? 

Ambos rieron por ello y se quedaron entre besos y abrazos dulces que poco a poco fueron volviéndose en picantes.

Por una corazonadaWhere stories live. Discover now