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El día laboral había acabado y ya era hora de volver a casa. A la salida de la escuela Thomas visualiza a Nicole con una clienta fuera de su florería, pero hay algo diferente esta vez, algo que nunca había visto desde que la conoció. Nicole no parecía tan alegre como de costumbre, es decir, sí llevaba una sonrisa en sus labios delicados pero parecía forzada. Su clienta lucía enfadada con ella pues oía cómo le gritaba y ella aún mantenía la calma con una sonrisa que hacía que le doliera el corazón verla así. Cuando ésta se marchó aún con enojo, cruzó. 

—Nicole.

—Oh, Thomas, hola.

—¿Estás bien? Vi lo que sucedió con la señora y quería saber si necesitabas algo.

—Ah, eso. No te preocupes, está todo bien. Gracias por preocuparte.

Asintió y se marchó mientras ella aún mantenía la misma sonrisa que con la señora, no se quedó tranquilo con sus palabras. Sabía que no estaba bien, pero no podía hacer nada así que se marchó sin más, pensando en qué había pasado tratando de adivinar.
Cuando llegó simplemente cenó algo ligero, no tenía mucho apetito y se acostó. Dio varias vueltas en la cama, pero fue en vano. No conseguía dormirse, así que después de estar harto de no poder dormir por culpa de sus pensamientos que no lo dejaban en paz tomó su abrigo y salió a caminar por ahí para distraerse.
En cada paso que daba se seguía interrogando lo que había sucedido hoy, lo que le había dicho su alumna y sobretodo, en Nicole. Perdiéndose en ese mar. 
Llegó a un parque no muy lejos de su casa que muchas veces había ido anteriormente y siguió caminando un poco más mientras continuaba pensando. Entonces allí a lo lejos notó a una persona, específicamente una mujer aunque no le dio importancia. Pero, algo acercarse más notó que era Nicole. Se sintió extrañado y curioso.

—¿Nicole? —La llamó suavemente logrando que se voltee.

—Thomas, hola —se acercó finalmente a ella.

—¿Te parece bien si te acompaño? 

Ella asiente con una ligera sonrisa y así comienzan a caminar tomándose su tiempo, como no éste no existiera y el final del parque tampoco. Se oían los grillos y el viento meciendo las hojas de los árboles suavemente, además Thomas notó cómo la brisa fresca despeinaba un poco los bucles de Nicole, le parecía algo hermoso. Un silencio se rompe.

—¿Tú tampoco podías dormir?

—Así es, estuvo difícil conciliar el sueño esta vez —oye su linda risa sutil haciendo que se ponga algo nervioso, notando la corta distancia que tenían mientras caminaban—. ¿Acaso tiene algo que ver lo que sucedió hoy?

Suspira — Sí. Es que es algo que tengo hace días realmente, pero no pensé que mi clienta reaccionaría así. El problema es que no consigo rosas de color rosa para el ramo de flores de su hija para terminárselo para mañana a la tarde, por lo cual si no las consigo perderé una clienta y aunque suene algo estúpido, realmente me entristece que eso llegue a pasar —su sonrisa comenzó a marchitarse.

—Pues, disculpa mi atrevimiento, pero la tristeza no luce tan bien en tu rostro como tu sonrisa —Ella lo mira con ojos de cristal, conteniendo sus lágrimas, logrando que sonría y entonces su risa suave estalló frente a él—. ¿Lo ves? Te dije que te queda mucho mejor —ríe con ella.

Se sentía bien luego de hacerla reír, amaba escuchar su risa mezclándose con la suya. Como si fuera un hermoso vals que encajan a la perfección para esa pieza de baile. Una pausa corta se presenta para luego romperse.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Porque no me había reído en todo el día.

Sintió algo de calor en sus mejillas mientras podía ver cómo las de Nicole pasaban la misma situación cambiando de color. Aún así era hermosa.

—Bueno, ahora eres un tomate sonriente.

Ella vuelve a reír de la vergüenza y le da un leve empujón. Siguen caminando por un rato más, ahora ella mantiene una sonrisa en su rostro y él, también.

—¿Y tú por qué no podías dormir?

—Porque... Ehm, por... Por el trabajo, me exigen mucho, ya sabes—Metía, en el fondo quería decirle que estaba preocupado por ella, pero no sentía que era buena idea hacerlo. Pero al oír sus palabras de aliento se sintió más culpable. Le gustaría decirle lo que siente, lo que piensa, pero no debía. 

La caminata siguió por un tiempo más hasta que se anuncia algo.

—Bueno, creo que sin querer llegamos a mi casa —anunció Nicole. Ahora conocía su casa.

—Entonces me alegro que hayas llegado a salvo —ríen—. Bueno, si quieres hablar otro día o necesites un amigo para desahogarte podría darte mi número si quieres.

—Claro, no sería mala idea hablar otro día —Ambos pasan sus números en el celular del otro y vuelven a alejarse—. Creo que nos veremos mañana.

—Sí, por supuesto. Bueno, hasta mañana Nicole. Que duermas bien.

Se voltea para marcharse y entonces algo lo detiene. Siente el calor de los labios de Nicole en su mejilla apoyándose como si fuera el beso de un ángel soltando un ''gracias de nuevo'', mirándola confundido y con sorpresa a la vez mientras ella con rubor en sus mejillas de manzana las sostienen una sonrisa tímida. Thomas balbucea despidiéndose nuevamente y volver a su casa. 
Cuando llegó a su casa la sonrisa en su rostro aún no había desaparecido, pues ahora había sentido el tacto de sus dulces labios, aunque sea en su mejilla, deseando que llegara el día que se tope con sus labios. Y allí, acostado en el medio de su cama, a la mitad de la noche y la vigilia, se le ocurrió una idea brillante.

Por una corazonadaWhere stories live. Discover now