Capítulo 8: Nox

123 41 6
                                    

Me adentré a la casa y subí lo más rápido que mis pies me lo permitieron las escaleras hasta topar con mi habitación. Entre en ella, y sin importarme en lo más mínimo si es qué hacía desorden o no abrí mi armario. 

Me quité la camiseta y en su lugar me puse una más cómoda, tomé mi chaqueta y lo necesario para salir; teléfono, dinero y la uña de la guitarra. Guarde todo en mis bolsillos y le dediqué un último vistazo a mi habitación antes de salir de ella. 

Bajé la escaleras a pasos rápidos, me dirigí a la puerta principal y tomé el picaporte.

—¿A dónde vas?— me preguntó Elisabet haciendo que me detuviera en seco y la mirará por encima del hombro. 

—A ningún lado, solo voy a dar la vuelta— mentí.

Elisabet se cruzó de brazos y me miró con una ceja alzada, alargó el cuello mirando hacía la ventana y después negó.

—¿Quién es?

Tragué saliva con fuerza.

—Una amiga— volví a mentir.

Mi hermana no cambió su expresión, sin embargo, me tomó de las manos y me gritó con la mirada que no me fuera, que no saliera al mundo; el cual terminó con su hermano menor. La ignoré con un nudo en la garganta.

—Por favor— me suplicó— quédate aquí, de luto por Brayson.

Parpadeé rápidamente para espantar las lágrimas. 

—Tengo que ir, me esperan— le dije con voz rota mientras apartaba lentamente mis manos de entre las suyas, y abrí la puerta de la casa para después pasar por ella y cerrar en mis espaldas. Escuché la voz de Elisabet a través de la madera; sacudí mi cabeza y opté por volver a ignorarla. Cosa de la cual me arrepentiría después.

Respiré hondo y elevé la vista, topándome con Gemma. Ella me sonrío y yo le devolví el gesto por unos segundos.

—¿Qué hacemos ahora?— le pregunté, poniéndome derecho.

Gemma vaciló.

—Tal vez podamos revisar la habitación de Brayson— me dijo a lo que yo me negué.

—No, mis padres y la familia de mi hermana están dentro. No saben lo que esta pasando— repliqué separándome de la puerta y tomando la mano de Gemma para arrastrarla fuera del porche de la casa de mis padres. Pude notar como Gemma se tensó al contacto, sin embargo, no se soltó de mi agarre en ningún momento.

—¿A dónde vamos?

La miré sin dejar de caminar.

—Sinceramente, no lo sé— respondí algo apenado— solo quería alejarme de casa.

Gemma se rascó el brazo derecho. 

—Son tan iguales— susurró.

Sabía que se refería a Brayson y a mí. Asentí por qué era verdad.

Gemma observó mi rostro y después dirigió su mirar a un costado mío. Al cabo de unos segundos, alzó los hombros y miró al cielo.

—Podemos ir a mi departamento; comer algo y después dedicarnos a Caspian— sugirió, yo hice una mueca de disgusto, Gemma lo notó y alzó los brazos tratando de apaciguar la situación— es solo una idea.

Guardé silencio unos segundos, reflexionando.

—¿Cómo vamos a encontrar a Caspian?— pregunté— ¿No vamos a decirle a la policía?

Gemma vaciló unos segundos, apartando su mirada de mí. Después volvió a hablar:

—¿Levantaron cargos?—respondió con otra pregunta— Tus padres, ¿presentaron cargos?

—Sí.

Gemma suspiró pesadamente.

—Entonces no iremos con la policía— concluyó.

—¿Por qué?

Gemma emitió una especie de gruñido.

—En primera; no sabemos en dónde esta Caspian. En segunda, pensarán que somos culpables. Y en tercera,—carraspeó, ocultando su dolor al mundo—  es algo que tengo que hacer yo.

—¿Y qué hay de mí?

Gemma me miró a los ojos, y con manos temblorosas, apretó mis hombros. 

—Por supuesto que también tú lo harás.  Ambos atraparemos a Caspian.

Asentí. Si bien no confiaba del todo en Gemma, algo en mi instinto me decía que lo que estaba haciendo era lo correcto.

Error 911 © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora