Capítulo 27: Gemma

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Tomé aire y caminé a la par de April. 

Aún me debatía mentalmente qué era lo que la habría impulsado a ayudarme, a cambiar de parecer. Pero después pensarlo varias veces, deduje que ella tenía sus razones para hacerlo. 

Quería desconfiar de ella, pero no podía, tal vez tenía que ver con que solo fuera una adolescente y qué, me veía reflejada en ella.

Caminamos unos cuantos metros y después me paré en seco. April, tardó unos segundos en darse cuenta de ello, y cuando lo hizo, me observó con la cabeza ladeada.

—¿Qué sucede?— preguntó, yo en respuesta saqué mi teléfono y abrí la aplicación de Uber que me había descargado el día anterior. Agradecí internamente a mi paranoia.

— La casa de los West está algo lejos de la tuya— respondí, si bien no recordaba de memoria la dirección de Brayson, recordaba las calles por las que cruzamos.

— ¿La conoces?

Asentí, picando botones para pedir el Uber.

— Bueno— dudé— no tal cual, pero sé que calles son. 

April suspiró sin pesadez alguna.

— ¿En cuánto tiempo llega el Uber?

Justo en ese momento se estacionó frente a nosotras un Logan color gris con las placas que la aplicación me indicaba. 

Sonreí:— Justo ahora.

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Nos encontrábamos dando la vuelta en la esquina de la calle del hogar de Brayson y yo detuve al conductor unas cuantas casas adelante. No fueron más de diez dólares, los cuales tenía guardados en mi chaqueta por si surgía una emergencia, se los di al conductor y ambas descendimos del coche.

Visualicé la casa de Brayson, poniendo especial atención al porche. Mi respiración casi se detuvo cuando pude percatarme de que había un chico rubio en aquel porche en posición de derrota; era Brayson, había vuelto a casa. 

Giré sobre mis talones y busqué con la mirada algún lugar en el cual podría mantener a April mientras aclaraba las cosas con Brayson. Apreté los labios cuando no encontré nada más que casas.

Mi cerebro se encendió y mis manos volaron al teléfono buscando en Google Maps un Seven Eleven. 

Para mi suerte, había uno no muy lejos de aquí, como a unas tres calles de distancia, volví a girar mi cuerpo y me dirigí a April.

— Creo que deberías ir al Seven Eleven que esta cerca— comenté mostrándole la pantalla del celular— te vendría bien algo dulce, para conservar la energía mientras yo habló con Nox.

April miró la pantalla y después me miró incrédula.

— ¿En serio?— preguntó con una ceja alzada, tuve que sonreír para evitar soltar una risa nerviosa. 

— Sí, después de todo aún sigues en crecimiento— aseguré.

April cruzó los brazos sobre su pecho.

— Gemma, sigo sin creer que estes hablando en serio— respondió— pero, para tu suerte, a mi estómago le viene bien una rosquilla de ese lugar. ¿Quieres algo?

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