capitulo 5

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TYLER

Paseo la mirada por el rostro de la chica, descubriendo que tiene unas pestañas larguísimas que realzan con dulzura aquellos ojos color avellana que contienen un destello especial. Bajando por la curvatura de su nariz, llego hasta los labios que poseen un tono rosado y, además, están cubiertos por una ligera capa de brillos diminutos, pero aumentan el atractivo y despiertan la curiosidad: ¿qué se sentiría si los tocara con los míos?

Obviamente, no puedo hacer algo así, por lo que destruyo la idea casi al mismo tiempo que aparece.

Así que la chica que pasaba frente al orfanato cada mañana y la chica que me ayudó después de la pelea, siempre fue la misma. Al final, tenía cierta intuición de que algo las conectaba, el problema es que en las peleas no llevaba gafas, tenía el pelo alisado y cargaba con un maquillaje un poco más intenso. No entiendo. ¿Cómo es que asiste a un instituto privado y, a la par, trabaja en un club de actividades clandestinas?

—Devuélveme las gafas —exige intentando elevar la voz con firmeza, dije "intentando" porque su voz acaba perdiendo fuerzas.

Entonces me doy cuenta que quitarle los lentes ha sido un impulso completamente estúpido y egoísta, no tenía derecho a hacer eso. Diablos, soy una bestia.

—Lo siento, Roma —murmuro haciendo algunos mechones de su pelo hacia un lado, para regresar las gafas a su lugar. Ella simplemente se queda quieta, aunque a juzgar por la forma en que respira, está algo nerviosa—. No quería incomodarte —me disculpo sin saber muy bien que decir. Además, el intenso volumen de la música impide que pueda expresarme como normalmente lo haría.

—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunta entre molesta y sorprendida. Definitivamente, escapaba de mí.

—Tus amigas —las delato, aunque no revelo que ha sido Ellie—. Soy Tyler. Me ayudaste después de una pelea, ¿recuerdas? —largo, esperando que pueda hacer memoria y traer al presente quién soy. Sin embargo, ella parece disgustada con el recordatorio y se lleva un dedo hacia la boca, haciendo un gesto para indicar que debo guardar silencio—. ¿Qué? No estoy diciendo nada malo —me encojo de hombros.

—No lo entenderías —rueda los ojos—. Vayamos a otro sitio —pide y me toma de la mano, para caminar abriéndonos paso entre la multitud. 

No tengo idea hacia a donde planea ir, solo sé que no me molestaría seguirla a cualquier parte. Es más, me entra una pizca de entusiasmo al darnos cuenta que estamos en busca de un lugar más "privado".

Pero en cuanto ingresamos a la cocina, -un sitio probablemente tres veces más grande que la casa de Killian-, compruebo que no pasará nada de lo que mi agitada cabeza puede imaginar. Por el contrario, Roma mantiene una expresión molesta, mezclada de una desesperante preocupación. Suelta mi mano para cerrar la puerta colocando un seguro y luego, de espaldas, da un pequeño salto para sentarse sobre la mesada, escucho el ruido que provocan sus piernas libres chocando con el frío mármol. Ahora está a mi altura, porque de pie, a duras penas consigue llegarme hasta la barbilla.

—De acuerdo, por lo que veo aquí nadie puede oírnos —dice, en gran parte, para tranquilizarse a sí misma—. Tyler, voy a ser directa contigo... Necesito pedirte un favor. Nadie puede saber que ya nos conocemos, quiero decir, nadie puede saber que trabajo en ese club. Por favor, hablo en serio —su voz se apropia de un tono que suena a suplica, desplazando su actitud firme y defensiva. Sus ojos parecen poseer el mismo semblante, veo debilidad. Miedo—. Si es necesario, haré lo que sea, cualquier cosa que me pidas. Pero no digas nada —vuelve a rogar, aun cuando todavía no le di respuesta.

Esto es un completo misterio. Me da la sensación de que, si lo revelo, rompería su mundo en un absurdo segundo.

—¿Cualquier cosa? —pregunto, solo porque me da curiosidad saber que tan grave es conservar ese secreto. Sin embargo, me arrepiento al instante de actuar como un patán, pues veo como temerosa, traga saliva y asiente de manera repetitiva, todavía inquieta, pero dispuesta a cumplir con lo pedido solo para mantener su secreto a salvo—. Solo bromeo —reconozco tan rápido como puedo. Roma libera un extenso suspiro de alivio y relaja los hombros.

Dulce venganza [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora