capitulo 2

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TYLER

—Vamos, muéstrame lo que sabes hacer —pronuncia Killian tras llegar al sótano, a primera hora de la mañana. En medio del techo, cuelga una bolsa de boxeo, a la que debo golpear. Miro a Killian y luego vuelvo a fijar la vista en el saco. Todavía siento que estoy dormitando, ya que al despertar apenas tuve tiempo para vestirme y lavarme la cara—. Es para hoy, Tyler. No tengo todo el día —me apresura.

Este tipo comienza a desbordar mi paciencia.

Respiro hondo mientras me posiciono para iniciar con la "demostración". Cierro los puños, pongo uno más adelante que el otro y finalmente, empiezo a dar golpes a la bolsa. El hecho de que alguien está observándome, es perturbador y no consigo concentrarme como lo hacía cuando entrenaba en mis ratos libres, allí lo golpes surgían con furia gracias a recuerdos que traía a mi mente, malas experiencias, ciertos rencores que necesitaba descargar.

—Golpeas como niña —larga, haciendo el saco a un lado para detenerme. Mi cuerpo se desestabiliza por un instante, pero rápidamente recupero la posición.

Así que golpeo como niña. Bueno, me importa una mierda que este tipo sea mi padre. Le mostraré como sé hacerlo.

Perdiendo la paciencia, dirijo un puño hacia su cara, pero el hombre, veloz de reflejos, lo impide tomándome por la muñeca.

—Créeme cuando te digo que no quieres pelear conmigo —pronuncia con severidad fijando su mirada sobre mí, su mano presiona la muñeca con fuerzas. Aprieto la mandíbula, mientras el sentido común dice que debo retroceder y no dejarme llevar por los impulsos—. No tienes idea de quién soy.

—Es verdad, no tengo idea de quién eres. ¿Por qué no me dices la verdad, Killian? ¿Para qué me trajiste aquí? —cuestiono, sin poder contener el enojo un segundo más.

Él de inmediato quita el agarre, parece que de pronto controló su enfado. Niega con la cabeza y coloca una sonrisa burlona.

—Cuando tenía unos pocos años más que tú, me convertí en boxeador. Era de los mejores, ¿sabes? Gané un montón de premios, hice bastante dinero —cuenta—. Luego me crucé con una mujer, me enamoré por completo de ella... Tu madre —mis ojos se abren grandes, de pronto siento una insaciable curiosidad, desesperación por oír sobre la mujer que me dio la vida. Tengo un millón de preguntas que contengo, porque temo que hablar lo haga cambiar de tema, así que opto por dejarlo seguir sin interrumpirlo—. Fue la mejor y la peor época de mi vida. Sí, al mismo tiempo. Había alguien... Una persona, muy problemática. Él destruyó la familia —su voz parece afectarse y yo continúo escuchando paralizado. 

—¿Quién era esa persona? —indago.

—Yo... Prefiero que no sigamos hablando de esto —se detiene abandonando el tema, dejando a mi curiosidad pidiendo por más. Ahora sé que no puedo marcharme de aquí, no hasta saber la historia completa—. ¿Sabes lo que ayudaría? Piensa en ese sujeto. Piensa en como arruinó lo que habíamos formado. Por su culpa acabaste en un orfanato, Tyler —murmura y de tan solo imaginarlo, siento la sangre arder, una oleada de furia invadiéndome entero—. Piensa en todo lo que te perdiste por su culpa. Y ahora golpea, vamos, deja salir toda esa rabia —me incita y entonces, empiezo a depositar golpes en la bolsa, cada vez más pesados, cada vez más rápidos. 

No sé cuántas veces lo hago, pero me detengo cuando presiento que voy a quedarme sin aire, entonces lanzo un grito ahogado y doy el puñetazo final. Ahora en la mirada de Killian prevalece cierta admiración. 

—Muy bien, hijo, eso es. Eso es una buena demostración para comenzar —se muestra satisfecho.

El sudor se desliza por mi frente, de la misma forma que lo hace por el torso y mi respiración está acelerada, mientras siento llegar el entusiasmo al saber que le agradé a mí padre.

Dulce venganza [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora