capitulo 28

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TYLER

Un simple toque en el hombro es suficiente para encender todas las alertas.

Despierto exaltado, percibo el ritmo acelerado de los latidos del corazón y por inercia, coloco un brazo delante, buscando defenderme.

—Descuida. Soy yo —pronuncia Damon, que ha dado algunos pasos hacia atrás, confundido.

A pesar de que no me lleva demasiado tiempo notar la falsa alarma, la intranquilidad perdura. Avergonzado por la reacción, bajo la vista un momento, tratando de encontrar el foco y tranquilizarme.

—¿Qué hora es? —intento despejarme, llevando una mano a la cara para restregarla.

—Poco más de las doce. Te desperté porque estamos por almorzar.

—Oh. Vaya, lo siento. Me quedé dormido —explico y diviso el libro que leía horas atrás, arrojado en el suelo.

Nunca dejé de tener pesadillas. Las tenía algunas noches cuando vivía con Killian, pero desde que sucedió el último altercado que acabó con él preso, se han incrementado. Irrumpen en medio de las madrugadas y luego, es difícil volver a conciliar el sueño.

De algún modo que no comprendo, me perturba no saber lo que está sucediendo con él. ¿Y sí logra escapar? ¿Si por alguna razón lo liberan y viene por mí?

—No te preocupes. ¿Prefieres seguir durmiendo y que te guardemos la comida? —sugiere. Al mismo tiempo, me incorporo sentándome sobre el colchón.

—No. Solo dame un minuto —pido, notando además que mi camiseta está empapada de sudor.

Es agobiante reconocer que un simple roce sobre mi hombro consiguió alterarme. No comprendo porque funciona así: quiero olvidar, deshacer esa parte de mi vida, pero todo lo que hago es recordar e incluso de manera inconsciente, hasta el punto de creer que era Killian quien me despertaba y no Damon.

☆☆☆☆☆☆

El grupo de mensajes se reactivó a causa del cumpleaños de Ellie. Todos mandamos saludos y ella nos recuerda que, esta misma noche, hay una fiesta de celebración en su casa.

No sé qué tan buena idea sea asistir, pero decido hacerlo. No puedo pasar el resto de mi vida encerrado y paralizado por mis temores. Mientras más rápido recupere el ritmo normal, más rápido olvidaré lo que pasó. Eso creo.

Dejo el celular a un lado cuando Damon regresa a la mesa con la comida lista, mientras Keira, que acaba de llegar del trabajo, se ocupa de que los niños estén en condiciones para almorzar.

—Um, tengo una fiesta esta noche —murmuro en medio de la comida, después de que Keira pregunta sobre cómo va mi día—. Una amiga, Ellie, celebra su cumpleaños. Está bien si voy, ¿no? —indago. No estoy seguro de si debo pedir permiso o no, han firmado papeles donde asumen su responsabilidad sobre mí, pero desde mi lugar, no quiero cargarlos con nada.

Damon y Keira se miran durante un segundo, es increíble la manera en que conectan, sin la necesidad de palabras.

—Sí, no hay problema —Damon responde—. Siempre que podamos saber a dónde vive Ellie.

—Y también podríamos pactar un horario de regreso —propone Keira, mostrándose dispuesta a negociar.

Ese tipo de límites, de pronto hacen que me sienta como un adolescente normal. Si bien Killian imponía restricciones, nunca se preocupó por horarios o compañías. A menos que afectaran los entrenamientos.

—Claro. Aunque no pienso volver muy tarde. Solo voy a pasar un rato —me encojo de hombros, en medio de un esfuerzo por ser sincero.

—¿Puedo ir a la fiesta contigo? ¡Me encantan los cumpleaños! —Emma intercede en la conversación, divirtiendo y sacando una sonrisa a todos.

Dulce venganza [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora