capitulo 20

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ROMA

Me gusta pensar que también es mi primera vez.

Técnicamente no lo es, pero la realidad es que este momento, tendrá mucho más peso en mi memoria que el hecho original.

Tyler es nuevo en esto, sin embargo, la inexperiencia no le juega en contra, está consiguiendo saciar la necesidad que tengo de sentirlo cerca y al mismo tiempo, me ha rodeado de una sensación de libertad que todas deberíamos sentir en un momento así.

Sé con seguridad que se trata del tipo de "primera vez" que quieres albergar en tu pasado y que, sin dudas, lo traerías de nuevo a tu mente para recordar.

Revivir las sensaciones.

Él dice que debería hacerle saber si algo va mal. Sonríe algo nervioso cuando intenta desprender los ganchos del brasier y aquello es bastante adorable. Lucha hasta que lo consigue y entonces sonrío porque estaba deseando verlo ganar la batalla.

Contempla mi cuerpo desnudo de un modo que nunca lo hicieron y cualquier rastro de vergüenza se extingue, mientras me siento hermosa ante sus ojos.

Siendo honesta, jamás creí que alguien sería capaz de apreciarme así.

Segundos después, volvemos a besarnos y él pasea sus manos a través de mi cuerpo, lo recorre hasta llegar a ciertos puntos, donde se detiene y se esmera. Sus diversos toques intensifican cada vez más las sensaciones y se convierte en una adicción momentánea.

Quiero que Tyler siga tocándome, quiero que esté dentro... Y así ocurrirá. Lo sé porque al acercarnos a ese punto, se distancia con el fin de acatar los recaudos necesarios. Lo veo colocarse el condón y luego está sobre mí, soportando gran parte de su peso con sus brazos, uno a cada lado.

De vez en cuando, busca mirarme, solo para comprobar si lo está haciendo bien, si estoy a gusto y por un instante, siento ganas de llorar. El mundo está comprobándome que sí existe alguien capaz de amarme.

No sabía que tener sexo podía llegar a ser así de bueno. No conocía este lado, donde el otro también se preocupa por ti, donde los sentimientos también están presentes.

2 meses antes

—Creo que todavía necesito esperar —le digo, cuando intenta quitarme la camiseta.

Llevamos una semana viviendo juntos. Es cierto que tomé una decisión no del todo convencida, pero, a fin de cuentas, acabé mudándome a su casa.

Patrick se inclina hacia atrás y aprovecho para tomar una dosis de aire. Su torso desnudo está ardiendo, su rostro y su cuello se encuentran enrojecidos. Se pone así cuando está enojado.

—¿Qué tanto necesitas esperar? No me quieres, Roma. Es eso ¿no? —cuestiona enfadado, con el ceño fruncido.

—No, si te quiero Patrick, pero es que...

—A ver si te queda claro este punto —interrumpe—. Estamos viviendo juntos. Te invité a vivir a mí maldita casa. ¿Cuál creías que sería el próximo paso? Mejor dicho, ¿Qué crees que hace una pareja que vive bajo el mismo techo?

Me echo un poco más hacia atrás, hasta que el extremo final del sofá dictamina que estoy en el límite. A veces tengo la sensación de que Patrick se derribará sobre mí.

Lo quiero, pero desde que estoy viviendo aquí descubrí facetas que no conocía. Una de ellas, es que se pone impulsivo y molesto, bastante seguido.

Estuvimos saliendo por dos meses. A escondidas, porque mi madre me prohibía verlo. Uf, mi madre. Es un tema aparte.

Mis padres se divorciaron hace cinco años. Mamá lo engañaba. Papá de inmediato nos abandonó y con el correr del tiempo formó una nueva familia. Ella también lo hizo; ahora ambos tienen familias consolidadas y yo me siento como la parte que no pertenece a ningún lado, la pieza que no encaja.

Dulce venganza [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora