Prólogo

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*Amelia

Me desperté nada más sentir la luz del sol en todo su esplendor en mi rostro, estaba a punto de levantarme cuando alguien me hizo sombra, abrí los ojos y me alegré de ver esas pupilas esmeraldas:

- Buenos días, nieves Dijo con los ánimos de pájaro mañanero.

- Buenos días, cerebro de músculo Respondí con amabilidad – Es un poco temprano ¿A qué se debe el honor? – Pregunté con ironía y sarcasmo.

- Los viejos quieren vernos – Me respondió con el mismo sarcasmo – Mejor nos apuramos a ver qué quieren.

- Al menos deja que me arregle un poco – Si iba a ir a ver a las 5 Estrellas al menos debía cepillarme los dientes y el cabello.

- No te tardes Amelia.

- No tardaré mucho Max.

Debo admitir que si me tardé un poco más de lo que esperaba. Me di una ducha, me cepillé los dientes y el cabello, me vestí con una camiseta gris de manga corta, unos jeans y me puse unos zapatos Nike negros con detalles en gris, aunque no pueda sentir el frío de la naturaleza he de admitir que ese día hacía más frío que de costumbre y si vives cerca del Monte Everest eso es mucho decir. Después de arreglarme y vestirme me reuní con Max y partimos al Monasterio del Cielo. Tuve que escuchar algunos sermones y regaños por parte del chico. Max y yo somos amigos de toda la vida, tenemos la misma edad, pero casi siempre soy yo la más madura de los dos.

Nos conocimos cuando teníamos 5 años, nos habían dicho que éramos los Elementales Aire y Tierra, que dentro de nosotros habitaban el Grifo y el Golem, y que tarde o temprano nos reuniríamos con los otros tres Elementales. Pasamos casi toda nuestra vida entrenando, casi siempre practicábamos juntos y casi siempre él me ganaba, aunque siendo justos: Yo uso viento y él usa piedras, obviamente me ganaría con facilidad, por eso es que prefiero crear alguna estrategia y esperar el momento justo para usarla. Cada mes las 5 Estrellas nos llaman y nos ponían a prueba para analizar nuestros progresos y a veces nos daban algunos consejos para mejorar, tal vez es por eso que nos dirigimos al Monasterio del Cielo hoy, estos últimos meses he estado entrenando la técnica de aire comprimido, la cual es la última técnica que necesito dominar, aunque me avergüenza decir que todavía no la domino por completo, espero que la Estrella del Aire me pueda dar algún buen consejo para dominarla más rápido y así terminar mi entrenamiento, aunque conociendo a Ivan es probable que eso solo sea un deseo infantil.

Pasamos casi todo el camino hablando de cualquier cosa, tratando de evitar el tema de los Oscuros, pero al llegar a la base de las escaleras del monasterio vimos a otra buena amiga de toda la vida:

- ¿A ti también te llamaron Eve? – Le preguntó Max con algo de ironía y sorpresa.

- Si, pero me pidieron esperarlos antes de entrar – Respondió Eve bajando la mirada al suelo decepcionada.

- Ahora que estamos aquí, veamos qué quieren los viejos – Le dijo Max y ella asintió aún cabizbaja.

- No te preocupes – Le dije mientras sabíamos las escaleras talladas en piedra – Algún día te dejaran salir a alguna misión fuera del templo – Traté de consolarla. Eve no era cualquier chica, ella era la hija del jefe de seguridad de la Orden de la Luz y la nieta de la Estrella del Fuego.

- Soy la nieta de una de las 5 Estrellas y fuera del Elemental de Fuego, mi padre y mi abuelo, soy la mejor controlando el fuego en toda la Orden de la Luz, pero siguen viéndome como una "princesita indefensa" – Es irónico que piensen así de ella, cada vez que entrenamos ella siempre suele ponerme en aprietos, incluso Max que tiene total control sobre la tierra y las rocas ha tenido problemas contra ella, aunque si es verdad que la sobre protegen demasiado – Jamás saldré de este templo y seguramente moriré como una "princesita consentida".

Libro 2 | Saga Elementos | Aire: La Hija del GrifoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora