*Lucia
Estaba en un lugar oscuro hasta que todo se aclaró de golpe, me encontraba en el techo del orfanato, mirando una escena que recuerdo con mucho cariño. Ahí estaba mi yo más joven, una chica inocente de 15 años, y junto a ella estaba Rosa de 16 años, estaban sentadas sobre una manta juntas mirando las estrellas y las luces de la ciudad, entonces Rosa me hizo voltear a verla y besó a mi yo joven en los labios. Recuerdo que ese fue mi primer beso. La escena cambió de nuevo, ahora veía a mi yo más joven y a Rosa acostadas sobre la manta completamente desnudas, así es, esa fue mi primera experiencia con el sexo y no necesitaba verla otra vez para recordar lo dulce, inocente, apasionado y tierno que fue todo, pero el corazón me dolía de solo saber lo que venía a continuación. Se escucharon los golpes en la puerta, las chicas rápidamente se pararon de la manta y comenzaron a vestirse como podían pero ya era tarde, las monjas que se encargaban del orfanato abrieron la puerta con un sonoro golpe, un ¡BAM! Que seguramente todo el vecindario oyó. Al ver la escena, al ver a las chicas completamente desnudas pusieron una expresión de odio y repugnancia en sus caras, entonces todo se detuvo como si el tiempo se hubiese congelado en ese momento y en medio de esa escena resonó una voz que no había escuchado en mucho tiempo:
- Cuando nos llevaron adentro estábamos aterradas - Era mi yo más joven mirándome con una expresión serena - Nos hicieron cosas horribles ¿Recuerdas? - Como olvidarlo, nunca en mi vida había sentido tanto miedo como en esa noche - ¿Estás feliz?
- Por supuesto - Dije con todo el orgullo que podía sacar por mi boca, sin embargo podía sentir aquella punzada en mi estómago, cosa que odiaba, odiaba sentirme arrepentida - ¿Por qué no estaría feliz? Pronto todos pagarán por lo que nos hicieron, pagaran por lo que le hicieron a ella - Voltee a ver a Rosa quien nunca pudo madurar.
- ¿Estás feliz con el camino que elegiste? - Me preguntó mi yo más joven con esa expresión serena en su rostro, la cual estaba empezando a irritarme.
- Sí - Le dije con furia.
- Entonces mejor despierta.
Y aparecí en mi cama otra vez, podía escuchar los golpes en la puerta de mi casa, eran fuertes, rápidos y desesperados, como si un animal aterrado o acorralado estuviera rogando para que alguien le abriera. ¿Quién carajos toca la puerta a esta hora? Me levanté de mala gana y bajé a abrir la puerta, pero no estaba preparada para lo que me encontraría al abrirla:
- Señorita Lucia, ayúdeme por favor - Era Jessica, sujetaba su brazo con fuerza y pude notar la sangre que escurría por toda la extremidad y por los dedos de su mano que no podían parar el sangrado, la dejé pasar, la senté en la sala y empecé a hacerle preguntas.
- ¿Qué pasó? - Le pregunté confundida y preocupada.
- Me apuñalaron en el brazo - Si no me dices no me entero niña.
- ¿Quién? - Pregunté con preocupación genuina, cosa que me sorprendió, está niña no debería significar nada para mí, pero aun así...
- Mi madre - Volteé a verla sumamente sorprendida, sabía que su madre la odiaba, pero jamás me imaginé que esto pasaría, al menos no tan pronto - Y maté a mi hermano - Me obligué a mi misma a concentrarme y ayudarla.
- Okay, primero vamos a encargarnos de esa herida - Le dije suave pero firme.
La ayudé a quitarse la camisa, limpié su herida y la vendé, en menos de una hora ya había terminado. Luego le ofrecí algo para beber y ella aceptó sin quejas. No quiero reconocerlo, pero Jessica es más que solo un objetivo en esta misión. En los tres años que he estado vigilándola he tenido que hacer cosas que no pensé que haría, como darle un techo donde puede refugiarse de su madre y hermanos, consejos para sobrellevar la situación de su día a día, una guía tanto de vida como de matemáticas, porque sí, me gané el título de forma justa, y por mucho que me duela admitirlo, le he tomado cariño, hasta la considero como una hija, pero no puedo dejar que eso se interponga en la misión. Ahora que la Elemental del Aire está en la ciudad no puedo esperar más, debo dar mi golpe ahora. Noté que aún estaba muy acelerada, tenía la piel de gallina y parecía haberse tomado tres litros de café, decidí aprovechar eso. Le ofrecí un té y mientras ella no miraba le puse un somnífero muy potente en la bebida. Una vez estuvo listo le di la taza y ella la agarró solo para soltarla casi inmediatamente por lo caliente que estaba:
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Libro 2 | Saga Elementos | Aire: La Hija del Grifo
FantasyUn espíritu libre, criada en un templo en las lejanas montañas de Nepal, Amelia se embarca en una aventura para encontrar a otro de los Elementales, lo que ella no sabe son los problemas que tendrá que superar para concluir un viaje que apenas comie...