*Amelia
Le había contado toda la historia, incluso le rebelé mis poderes y, como era de esperarse, estaba en shock. Comenzó a llorar y gritar, no la culpo, si yo estuviera en su situación también lloraría y gritaría, el miedo, la confusión, y el solo hecho de saber que el mundo que creía conocer no era más que una pantalla y que nada es lo que parece, tendrías que ser una persona insana y sin alma para no tener una reacción tan emocional ante algo así, sin mencionar todo lo que tuvo que sufrir en su vida. Me senté a su lado y me dispuse a explicarle que había que hacer ahora:
- Ya no es seguro quedarnos aquí - Le dije con calma pero firme, debía dejarle bien en claro que esto era urgente - Tenemos que irnos.
- ¿A dónde? - Se había secado las lágrimas y ahora estaba más calmada.
- A Nepal - Le dije sin rodeos - El templo de La Orden de la Luz está oculto entre las montañas del Himalaya, ahí estarás a salvo.
- No puedo - Parecía haber recordado algo importante, pero ahora mismo no tengo tiempo para ir a su casa y recoger quién sabe qué.
- No hay opción, no podemos...
- No puedo irme sin pasaporte - Como diría mi buena amiga Eve: "¡La Concha de tu Madre!" ¿Cómo no había pensado en eso? Nadie puede irse o entrar a un país sin su pasaporte.
- ¿Dónde está? - Le pregunté tratando de mantener la calma, pero la verdad es que estaba al borde de un ataque de nervios.
- En mi casa - Su voz reflejaba el dolor y lo afligida que estaba, no me sorprende para nada, su hermano estaba desaparecido, su vida en aquella casa debió ser un infierno lleno de soledad y, por lo que Tony había dicho, también de hambruna, esa vida debió ser muy dura - Iremos esta noche - Su voz era fuerte y autoritaria, pero se notaba lo cansada que estaba, y como si me leyera la mente volvió a acostarse y a los pocos segundos se quedó dormida cual bebé.
Debo admitir que no era un mal plan, en realidad era muy bueno, después de todo sería más fácil entrar de noche y si las cosas se complican podía pedirle ayuda a los Simons, tal vez fue la suerte o quizás ya tenía alguna sospecha de qué clase de ayuda tenía en la ciudad. Sea cual sea el caso, ella logró, en tres simples palabras, crear un plan de acción muy bueno, Jessica tiene mucho potencial y podría ser una de las mejores guerreras de la orden, y lo será, voy a llevarla al templo sana y salva, así tenga que sacrificar mi vida para ello.
La dejé dormir y me dispuse a patrullar el lugar, me guardé la navaja, puse la imagen de las cámaras de seguridad en mi teléfono y salí de la habitación. Después de darle un par de vueltas al hotel, decidí que ya debía volver a entrar, eran cerca de las 5:30pm, ya casi iba a oscurecer y la bella durmiente pelirroja seguro iba a despertar en cualquier momento, pero antes de que pudiese entrar me llegó un escalofrió por la espalda. me agaché al suelo justo a tiempo para esquivar una bola de fuego del tamaño de un balón de fútbol que iba dirigida directamente a mi cabeza:
- Maldita sea - Dije al aire completamente asombrada y molesta ¿Es qué no tienen nada mejor que hacer? Y más importante aún - ¿Cómo supieron en dónde estaba?
- ¿Es en serio? - Me preguntó una mujer con ambas orejas llenas de perforaciones, también usaba un piercing en la nariz, dos en los labios y uno sobre la ceja derecha - Este lugar parece un maldito horno.
Cuando me concentré bien pude darme cuenta de que tenía razón, la conexión de Jessica estaba activa a más no poder y, para colmo, era muy intensa ¿Acaso ya tiene su Marca de Enlace? No, no es el momento para preguntarme eso, debo deshacerme de ella antes de que entré al hotel, que suerte que es solo una:
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Libro 2 | Saga Elementos | Aire: La Hija del Grifo
FantasíaUn espíritu libre, criada en un templo en las lejanas montañas de Nepal, Amelia se embarca en una aventura para encontrar a otro de los Elementales, lo que ella no sabe son los problemas que tendrá que superar para concluir un viaje que apenas comie...