C A P I T U L O 6

480 38 4
                                    


***

Grettel.

Su suave mano acarició mi cabello, la forma en que me arrullaba era estar en el mismísimo cielo, sus azulados ojos radiaban la seguridad que necesito, y es que ¿como no vivir así con la persona que amas?

Tomo mi mentón y lo elevó.

-Siempre estaré contigo mi pequeña-vi como se alejaba, intentaba tomarla pero su cuerpo era extraído por unas manos más fuertes que yo.

-Mamá...

Sacudí mi cabeza y limpie el sudor que brotaba de ella, no era la primera vez que soñaba con ella.

Mamá había muerto, o eso era lo que nos avisaron, tenía díez cuando todo comenzó, las drogas la consumieron junto con el alcohol.

Una luz captó mi atención.

Lentamente me levanté de mi cama y me acerqué.

Un mensaje de un número desconocido.

Número desconocido: ¿Puedes llegar al bar? Necesito hablar contigo.

El sonido de mi móvil inundó la habitación, fijé la vista al número y era el mismo del mensaje.

-¿Hola?-descolgue, no respondieron. Retiré mi móvil y si aún seguía en la línea-. Si no hablas ahora mismo colgaré.

-No, grettel....

Abrí mis ojos como platos al escuchar su voz.

-¿Aiden?

-¿Puedes venir?

Sonreí

-Son las tres de la mañana, ¿Que pretendes?

-¿Paso por ti?, Está bien... En cinco estoy allí.

Golgo.

Retiré mi teléfono con una sonrisa, era extraño que aiden, mi jefe, mi amor platónico e imposible, me llamara a esta hora.

Tomé mis jeans y una camisa, arreglé un poco mi húmedo cabello, y lavé mi cara.

A los diez minutos tocaron la puerta, sonríe y fui abrir.

El lucía unos jeans ajustados y una camisa negra, con su chaqueta de cuero.

Sonrió nervioso.

-Hola...

Le devolví el gesto y cerré la puerta trás de mi.

-Ahora si-empece-. ¿Que es lo que Quieres?-sin dejarme terminar levantó mi mentón y me besó, pestañe y pestañe, no dude ni un minuto más y correspondí su beso, era... Increíble, aiden me gustaba desde que entré a ese bar a los dieciséis.

Levanté mis manos y las lleve a su cabello, estaba húmedo pero aún así encajaban con mis diminutas manos, era como si fuera producto de mi imaginación que el viniera a mi casa solo a besarme.

Me empujo contra la pared y no tardó mucha cuando nos estábamos besando otra vez, acarició mis mejillas, esa acción...

Lo empujé y el solo se asustó.

-Tu...-lo señalé-. ¡Tu eras el maldito misterioso con quién he estado follando!

El negó y se acercó.

Acarició mi mejilla y agregó:

-No me gustaría solo follar-. No me dejó contestarle porque jaló de mi labio inferior y lo mordió.

No es hacer el amor, es tener sexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora