C A P I T U L O 31

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***


Aiden.

Dolía.

Verla dolía, sus lágrimas recorrer sus mejillas provocaba una pesadez en mi cuerpo, sus mejillas rojas, sus ojitos.
El sacerdote esperaba, victoria esperaba, las personas esperaban... grettel esperaba. No podía y no pude.

—Lo siento— le susurré a victoria.

Después todo pareció camara lenta, corrí hacia grettel la tomé del brazo y salí corriendo, ella no dijo nada, más corrió conmigo feliz.

Entendí que ella siempre estuvo allí, dolía aceptarlo porque yo jamás estuve para ella, porque grettel era precisamente el amor de mi vida.
Abrí las muertas de la camioneta, grettel no pregunto nada, subió conmigo y arrancamos, estaba feliz y me felicidad duro mas cuando la ví sonreír, ella se acercó a mi y me besó, no recuerdo nada más, el auto seguía en el camino, y yo solo besaba a grettel.

Nos separamos y apoye mi cabeza en su frente.

—Te amo— susurré.

—No pensé que...

—No te abandonaré jamás.

Y así duramos charlando y feliz, por un momento creí que era un sueño, y si así era no quería despertar.
Grettel apoyo sus manos sobre las mías. Sus lindos ojos me miraron con amor y no dude en detener el auto.

La acerque a mi y la senté en mi regazo, acaricié su cintura y la acerque a mis labios, la bese porque la extrañaba, la bese porque le iba a hacer entender que es mía, la bese porque la amo, la bese porque no iba a dejarla jamás.

Grettel deslizó sus manos por mi esmoquín, retiro los botones de mi camisa. Y empezó a dejar besos por mi pecho, un lindo camino dejo por ahí, hasta llegar a mis labios. Levanté su vestido y retire la mini tanga que tenía, baje mis jeans y no tarde en penetrarla.

Suaves movimientos empezaron, luego los dejé para empezar unas embestias más rápidas, sus gemidos inundaron la camioneta, su suave voz erizaba mi piel al escucharla.

Deje caer mi cabeza en su cuello, para empezar a succionar, para dejar un rastro de mordidas y besos allí, en sus cuerpo.

Grettel dejo caer su cabeza en mi frente, cuando el climax de nuestra pasión llegó. Plante un último beso para después mirarla. Las gotas de sudor recorrieron sus frente, sus labios estaban hinchados.

La Vi llorar, grettel sollozaba en mi cuello, estaba llorando.

—¿Por qué lloras pequeña?

—Aun no creo esto— susurro —. Después de lo que hemos pasado...

—Yo siempre te he amado.

—¿Para siempre?

-Para siempre.

La dejé en el asiento copiloto, y empecé a conducir, le dejé un beso en la frente y seguí en camino, estaba feliz, sentía la felicidad en mi pecho.

No debí dejarla, y no la dejaré.

Porque descubrí que grettel es el amor de mi vida, y eso nada ni nadie lo cambiará.

—¡¡Aiden!!

Solo escuché a grettel gritar, el auto chico contra otro y nos obligó girar, la camioneta en la que estábamos dió unas vueltas, mi cabeza golpeó contra el vidrio de la camioneta, de allí solo empecé a ver borroso...

La camioneta paro.

—Grettel— susurré —. ¡¡Grettel!! —me desesperé a no verla, giré mi cabeza y solo la vi; su cabeza sangraba, sus ojos cerrados —¡¡No!!

El dolor se instaló en mi cuerpo, un vidrio golpeó mi cabeza.

De allí todo se volvió negro.

***

Espero que les haya gustado. Los amo.

No es hacer el amor, es tener sexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora