Capítulo 28.

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Advertencia: Lo siento chicas por este capítulo taaan fuerte pero les juro que después de esto... solo hay una cosa (no es fuerte) y ya todo se pondrá mejor. Mucho, mucho mejor, se los pinkie prometo!  :) las quiero <3 


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Era bastante horrible ver a la persona que me tenía enamorada, verlo besarse con otro persona en vivo y en directo. Ni siquiera me había besado a mí así. Quería dejar de ver pero ¿te acuerdas del antiguo ejemplo que di acerca de Sodoma y Gomorra y la estatua de sal? Ahí se podía ver que si Dios me daba otra oportunidad, volvería a hacerme estatua de sal por chismosa.

También era bastante sensual y erótico ver a dos chicos labrados en músculo, besarse entre sí. Mis sensaciones se agudizaron, haciéndome sentir cosas excitantes en todo mi cuerpo. Volteé a ver a los lados y noté con asombro que yo no era la única que estaba en ese estado. Es más, hasta había gente con el pene por fuera, masturbándose o masturbando a otro.

Ian, siendo claramente el dominante, sentó a Diego en la silla. Se arrodilló frente a él y le quitó con sensualidad los zapatos elegantes y después, sus calcetas. Una vez estaba descalzo, agarró su pie y comenzó a chuparle dedo por dedo, metiéndoselos en la boca, con sus labios hinchados alrededor. Crucé mis piernas mientras veía aquella escena tan morbosa que mi mente me rugía que era incorrecta.

Comenzó a darle besos y a pasar la lengua por todas sus pantorrillas hasta llegar a los muslos. Ahí comenzó a morder la piel del interior de sus muslos, haciendo que Diego gimiera y tirara su cabeza hacia atrás. Todos en el público soltaron gemidos a la par con Diego, viviendo la escena junto con él.

Ian pasó su mano por el bulto notable de Diego y lo estrujó, haciendo que Diego volviera a gemir, ahora viéndolo firmemente. Ian retomó los besos ardientes y se incorporó lentamente hasta pararse. Agarró los cachetes de Diego y los apretó hasta abrirle la boca. Una vez abierta, le soltó un escupitajo que Diego tragó. Ian sonrió claramente extasiado y volvió a besarlo. Ambos penes crecían cada vez más hasta volverse bastante llamativos por su grosor y tamaño.

-Quiero cogerte –gimió Ian mientras le besaba el cuello a Diego.

-Hazme tuyo –contestó Diego con los ojos cerrados. Se atrevió y le agarró el pene por encima de la tela y comenzó a moverlo.

Ian rugía al igual que mi interior. Yo estaba viviendo mi momento más morboso e inapropiado donde estaba viendo a mi irresistible vecino y maestro, dominando a otro hombre (que también era mi maestro, vaya). Nunca creí que fuera tan erótico ver eso pero así era.

Ian se volvió a agachar, abrió las piernas de Diego hacia los lados y comenzó a besar su torso. Su lengua se detuvo en cada pezón y comenzó a saborearlo con movimientos profesionales. Succionaba cada pezón, haciendo que sus labios adquirieran mayor volumen y un color rojo que era demasiado provocativo. Su boca hinchada siguió bajando, besando y succionando cada milímetro de piel velluda hasta que llegó al elástico del suspensorio. Ian comenzó a besar el paquete por encima de la tela, dejándolo visiblemente humedecido con saliva. Al ver que mientras Ian hacia eso, se estaba tocando por encima de la tela, gemí y cerré los ojos, intentando controlar mis inicuas sensaciones que cada vez se intensificaban más. Se suponía que tenía que estar enojada, no excitada.

-¿Quieres que me meta tu verga en la boca? –preguntó Ian con voz ronca.

-Sí... -Diego gimió.

Ian, con una sonrisa, bajó el calzón desde el elástico y el pene de Diego brincó completamente erecto. Estaba gigante, incircunciso y bastante venoso. Ian, antes de proceder a la felación, comenzó a besarle la pelvis velluda. Lamió sus recortados vellos hasta dejarlos escurriendo de saliva. Una vez torturó a Diego lo suficiente, procedió a meterse el pene de Diego a la boca.

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