Capítulo 46.

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No sabía qué hacer. Estaba en estado vegetal donde se me había incluso olvidado cómo respirar. Miré a Ian y vi que él estaba igual de aterrado, pero lo disimuló en un segundo, giró su cabeza hacia mí y me sonrió maquiavélicamente.

-Ya te dije, querida vecina, que si no me das el dinero, a la otra no voy a tener piedad de ti y te violaré –hasta su voz cambió, volviéndose aterradora –dale gracias a Dios o a lo que creas que te tuve piedad.

Se giró y comenzó a caminar hacia mi hermano, quien estaba boquiabierto por lo que acababa de decir Ian. Entendí entonces que se había metido en un papel lo suficiente aterrador para que Alexander tuviera miedo y viera la pesadilla que estaba viviendo, en lugar de un sueño. Le agradecí infinitamente por hacer eso. Era mucho mejor que el hecho de intentar agradarle a Alexander.

-Qué onda –saludó a Alexander cuando estaba en la puerta.

-Hola, caballero –Alexander fingió quitarse su sombrero –¿qué te hizo esta mocosa para que te enojaras tanto?

-No darme dinero –se encogió de hombros –ya le dije: el dinero o tu cuerpo. Si no me da lo que me debe a más tardar hoy en la noche, no tendré piedad.

-¡Oh cielooooos! –grité exagerando demasiado. Ian me miró con ojos de que literalmente me iba a matar por pésima actriz. Arruiné todo.

-Tú cállate, puta –me gritó y vi el dolor en su semblante al decirme así –mejor consígueme el dinero.

-Sí, Cristal, consíguele el dinero –mi hermano estaba al borde de carcajearse. Era increíble que de verdad se estuviera gozando de la situación.

Si fuera verdadero todo aquello, de que Ian quería violarme si no le daba dinero, Alexander no haría nada... es más, simplemente se gozaría como lo estaba haciendo ahora. Era la peor persona que jamás había conocido y peor aún: era mi hermano.

-Lo... lo haré –aseguré con voz temblorosa.

Necesitaba urgentemente algunas clases de actuación. Quizá le pediría a Ian que me dijera dónde rayos tomó él sus clases porque era muy bueno... mi mente me pateó la cabeza, haciéndome recordar que él por supuesto sabía de actuación porque había sido estrella porno.

-Así me gusta –Ian rugió –adiós. Ah espera -anunció y tanto Alexander como yo nos tensamos. 

-¿Quéee, qué más quieres de mí, oh virgen santaaa? -chillé. Los ojos de Ian se iluminaron con diversión ante mi actuación de la Rosa de Guadalupe.

Se acercó a mí con pasos feroces y amenazantes. Aunque verdaderamente daba miedo, mi cuerpo se comenzó a excitar ante su comportamiento. ¿Será un fetiche que quiera que me coja fingiendo ser un violador? Oh Dios, mi mente estaba desbordada. Alexander estaba mentalmente con palomitas ante el espectáculo que iba a presenciar.

-Me llevo esto -agarró mi termo de Hello Kitty y se sirvió el té. No sin antes agregar una cucharada de miel. Me volteó a ver y me guiñó el ojo muy discretamente. Lo quise besar ahí mismo -adiós, puta mía.

-¡Adiós, demonio! -me tapé la boca fingiendo llorar. Ian puso sus ojos en blanco y supe que era mi momento de callarme.

-¡Vuelve pronto! –Alexander lo animó y cerró la puerta. Comenzó a reírse y a hablarme en inglés: -qué pesadilla has de estar viviendo aquí. Tienes un vecino violador que probablemente es delincuente también.

-Eres un...

-Hey, cuida tu lengua, Cristal –me señaló con el dedo índice –que tú y yo sabemos que te podría ir peor. Deberías lamerme los pies porque al menos tienes internet y telefonía. Ah claro, y tus horribles cosas de antes.

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