Capítulo 44.

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Era de noche y las estrellas estaban con su máximo resplandor en el cielo. Había viento fresco, volviendo la escena más pacífica y romántica. Nunca había visto tantas estrellas. El cielo estaba repleto, repleto de ellas y me quedé impactada viéndolas, mientras el viento agitaba mi cabello y erizaba mi piel. Era una escena de ensueños.

-Mira, ven –Ian me tomó suavemente de la mano y me condujo hasta la cima del cerro. Yo, vergonzosamente me tropecé varias veces, quitándole lo romántico a la escena y provocando que Ian se carcajeara con dulzura.

Una vez arriba, sentí el viento mover la tela de mi conjunto y mi cabello. Cerré los ojos para escuchar las hojas chocar entre sí y el sonido de los grillos. También escuché el viento feroz pero todo era tan relajante y calmado que ganas me dieron de sentarme y ponerme a levitar aunque no supiera cómo hacerlo.

-¿Te... te gusta? –preguntó Ian un tanto temeroso de mi respuesta –es una de las maravillas del pueblo. No hay tanta contaminación y por ende, podemos ver el cielo despejado. ¿Te gusta?

-Me encanta –confesé sonriendo –hacía mucho no veía algo tan hermoso.

-Amm, ¿disculpa? –Ian fingió ofenderse –¿Qué hay de mí?

Me reí y con una sonrisa, se sentó a lado de mí en una roca. Hasta donde nuestra vista alcanzaba a ver, podíamos ver las estrellas adornando el cielo. Era simplemente mágico.

-Es magnífico.

-Tú eres magnífica –respondió y me dio un beso en la mejilla –me alegro que te haya gustado.

Y sin más, volteé y lo besé en los labios, subiéndome a horcajadas sobre él. El cálido metal de su perforación hizo contacto con mis labios, encías y lengua, agregándole un toque sensual al beso, a pesar de que nos estábamos besando con ternura, como aquella escena lo mandaba. Él comenzó a masajearme los senos por encima de la tela, con demasiada suavidad. Yo estaba acostumbrada a que me estrujara y me hiciera sentir débil, así que con esa nueva caricia sentí como si fuera virgen otra vez.

-Gracias por ser tan maravilloso conmigo –le susurré realmente. Había sido la mejor persona conmigo. Me quise estrangular de solo pensar el daño que le quería hacer.

-Gracias a ti por dejarme ser maravilloso contigo –me volvió a besar –te quiero, Tiara.

-Te quiero, Ian –sonreí y mentalmente reproduje una canción romántica para aquella escena.

Ian me comenzó a besar el cuello mientras yo le acariciaba por encima de la tela su prominente bulto. Estaba cada vez creciendo más y más hasta que supuse que rasgaría el pantalón para liberarse. Ian llegó a mis pechos y con suavidad extrema, bajó mis tirantes, haciendo que el top bajara hasta mi cadera. Sonrió y después de darme un beso en los labios, me comenzó a chupar los pezones. Yo tiré mi cabeza hacia atrás, encontrándome con el imponente cielo estrellado. Una ráfaga de viento me erizó los vellos y rectó más mis pezones, sensibilizándolos ante la lengua cálida de Ian. Me estremecí cuando succionó mi pezón.

Pero antes de seguir, tenía que grabar ese momento como ya le había dicho. Esa escena tenía que estar en mi celular para siempre... lástima que mi celular estuviera en la camioneta de Ian y no cerca. No iba a ir hasta allá y quebrar el momento tan hermoso que estaba viviendo.

-Ian... -jadeé –quiero... quiero grabar este momento.

Ian me miró a los ojos y yo sentí aproximarme al orgasmo con solo verlo. Sus ojos eran cristalinos, más verdes de lo usual y el cielo estrellado se podía reflejar en ellos.

-¿En serio? –preguntó y sonrió –nada me gustaría más, Tiara pero...

-Pero nada, solo grábalo –imploré antes de arrepentirme.

TiaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora