Capítulo 50.

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Recomendación: hay canciones en este cap, sinceramente les recomiendo que las escuchen mientras leen :') y ya solo 3 caps más y terminamos! por cierto,  de antemano, lo siento por lo que se viene :'( <3 


Tres meses después.

Nada, literalmente nada podía salir mal. Ian y yo estábamos mejor que nunca, ocupados por finales de semestre, pero mejor que nunca. Estaba por fin viviendo mi vida al máximo. Ernesto y yo teníamos una amistad intensa, al igual que Diego y yo. Éramos amigos entre todos y de hecho, un día vinieron a mi casa, obviamente con Ian presente, e hicimos una noche de películas. Ernesto era graciosísimo al igual que Diego. Ian ni se diga. Yo también los hacía reír pero vamos, ellos tres, Ernesto mucho más, eran graciosísimos, muy buenos amigos y los quería con toda mi vida. Ian no solamente era mi novio, sino mi nuevo mejor amigo. No supe más de Alexander y agradecí al cielo por eso porque mi vida iba tan bien que no quería que empeorara con noticias de él y sus deseos hacia mí de muerte.

Mis calificaciones estaban siendo fenomenales. Mi promedio había subido favorablemente y de hecho, Ian me recomendó pedir una beca. No la necesitaba, pero me dijo que tendría muchos beneficios aparte de que mi carrera me saldría gratis, básicamente. Lo pensé muy seriamente, era la que mejor promedio tenía en el salón y deseé con todas mis fuerzas que mis padres estuvieran vivos para que vieran mi logro. No era la chica hueca que todos creían. Hasta yo misma me sorprendí.

En fin, todo estaba yendo genial. Sonreí mientras me veía en el espejo. Hoy era el gran día del baile de fin de semestre. Ian me dijo con entusiasmo que más que un baile, era nuestra forma de oficializar lo nuestro. Me emocioné a más no poder de solo pensarlo. No quería nada más que tener una relación oficial con Ian. Después buscaría la forma de presentárselo a mi público de Instagram... por ahora solamente quería dar ese siguiente paso con él.

Decidí en ponerme un vestido de alta costura de Iris Van Herpen de su colección Hypnosis. Esa colección me había cautivado a más no poder y recuerdo que lamentablemente, solo pude comprar un vestido, ya que los demás estaban agotados. Era obvio. Iris Van Herpen siempre vendía todo lo que hacía en máximo un día. El que compré constaba en un vestido con cuello de tortuga, sin mangas y llegaba hasta la mitad de las piernas. Era diferente a todos los vestidos que tenía porque tenía unas ondulaciones en forma de medias lunas en tercera dimensión, dando la ilusión hipnótica, en todas partes. No tenía hombros, pero sí tenía unas mangas igualmente con medias lunas en tercera dimensión separadas entre sí. La parte de las piernas era la más grande, siendo la del cuello la más pequeña con pequeñas mitades de óvalos adornando todo el cuello. Los detalles tornasol eran simplemente impactantes y no había vestido mejor para oficializar lo mío con Ian que ese vestido icónico. Me peiné agarrándome el cabello en una coleta de caballo donde por primera vez, me sostuve todo el cabello sin mechones sueltos. Me sentía completamente hermosa gracias a Ian. Era increíble que él logró levantarme el autoestima que me faltaba para poder peinarme de aquella forma sin juzgarme duramente. Le estaba totalmente agradecida por siempre.

Me puse unos tacones abiertos con una tira transparente que va en la parte de los dedos. El tacón también era transparente y me encantaba el efecto de que estaba descalza. Me pinté las uñas de los pies y manos de un azul tornasol que combinaba a la perfección con el vestido. Me coloqué rímel y me hice un delineado grueso sin hacer la típica raya. Me coloqué unas pestañas postizas que estaban separadas entre sí, para darle un look más sensual. Opté por un labial nude y una vez me puse perfume con olor a vainilla de Victoria's Secret, me animé a salir.

Ian ya estaba en la escuela, así que no podíamos llegar juntos. Me aventuré a pedir una mototaxi (sí, existían en los pueblos). El señor fue bastante respetuoso, como era de esperar. Hacía meses que dejé de juzgar a las personas de los pueblos y noté favorablemente que eran más amables que en la ciudad. Yo creí que me juzgarían mucho más, pero fue todo lo contrario. En fin, me estaba encantando mi nueva vida y de hecho, pensé en que aun teniendo mi herencia, seguiría viviendo en aquel lugar. Simplemente me encantaba.

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