Capítulo 39.

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-Ay perdón por eso –me disculpé ardiendo en vergüenza –yo nunca quise provocar peleas pero es que lo que él decía no va con mis enseñanzas. A mí me enseñaron igualdad de género y por eso me prendí al ver que él es... machista.

-Oh, no te preocupes. Gracias a Dios no pasó nada.

-Pero pudo haber pasado –agaché mi cabeza –fui muy imprudente. Pienso pedirle perdón.

-¡No! –los tres contestaron al unísono.

-Él está muy enojado contigo –comentó Helena jugando con sus cubiertos como si fueran muñecos.

-Sí... no creo que sea lo correcto –comentó Raúl –así que... mejor dejémoslo así. No pasó nada, todo sigue igual.

Sonreí aliviada. Miré a Ian y vi que él también sonrió, haciendo que me tranquilizara más.

-Yo también creo que es malo –comentó Helena –él trata feo a Ian porque le gustan los chicos.

Me quedé boquiabierta.

-¡Helena! –Raúl la regañó.

-Es cierto –se encogió de hombros.

-Sí lo sé –respondí para alivianar el ambiente que estaba completamente tenso –Sé que lo trata mal por eso... pero yo no le veo lo malo, ¿y tú?

-Tampoco –sonrió –a mí también me gustan los chicos, son bonitos y chistosos. Yo entiendo que a Ian también le gusten.

Lo miré y él estaba rojo de vergüenza. Eso me molestó porque yo lo quiero por lo que es, no por lo que le gusta. No tiene por qué sentirse avergonzado de que le gusten los chicos. Es algo que simplemente él no puede cambiar y yo entiendo. A mí me gustaba Justin Bieber cuando tenía catorce años y vaya que quise hacer que dejara de gustarme pero simplemente no pude. Entiendo que cuando se trata del amor, uno no tiene dominio propio.

-Mientras yo le guste también, entonces todo seguirá igual –le sonreí a Helena.

-Me encantas –Ian confesó intensamente haciendo que ahora nosotros tres lo veamos.

-Bueno, sí. Es un tema delicado para mi hermano Rubén. Su ex esposa la engañó con otra mujer y eso lo devastó, provocándole un rencor ferviente a las mujeres y a cualquier persona con rasgos homosexuales. Eso explica por qué está tan enojado con la vida –explicó Raúl con calma –por eso trata a las mujeres como sus esclavas, para impedir que se le vayan como se le fue Susana, su ex esposa. Y también por eso trata a Ian tan horrible –le puso una mano en el hombro a su hijo –porque sabe que mi pequeño es diferente.

Me encantó que su padre y su hermana lo apoyaran, pero que no lo defendieran me provocó enojo.

-Y perdón por lo entrometida pero... ¿por qué no lo defiendes? –pregunté con la suavidad máxima que pude para no hacerlo enojar.

-Porque aunque no me gustaría, dependo de él. Él le paga la escuela a Helena, nos proveé casa y comida. Por eso mi pequeño Ian se fue tan temprano de la casa, porque era incapaz de seguir soportando a Rubén, quien iba todos los días para ver si Ian ya se había convertido en un "verdadero hombre".

-Eso es horrible –miré a Ian.

-Me llevaba prostitutas todos los días para que tuviera sexo con ellas y hacerme "hombre" –me contó y yo sentí mi cara arder en enojo.

-¿Qué son prostitutas? –preguntó Helena y todos la ignoramos para evitar esa incómoda conversación.

-Eso es horrible. No puedo imaginar lo que viviste –se me cortó la voz. Fingí toser para que no se supiera que quería llorar por Ian y su sufrimiento constante con alguien de su familia.

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