Tiara

Capítulo 34.

Una palabra: Inseguridad. Era lo que sentía cada vez que me miraba al espejo con el cabello completamente agarrado. Con todo el dinero que tenía antes claro que me pude haber puesto algunos injertos de cabello y disimular un poco mi horrible frente... pero eso sería darle un gusto a mi hermano. Mi hermano siempre se burlaba de mí y si de la nada, me veía con cabellos injertados en la frente, se burlaría todavía más. Así que como podía, me tranquilizaba con el tamaño de mi frente.

Mi cabello tenía que estar cruelmente agarrado en un moño porque mi vestido de alta costura de Elie Saab lo demandaba. Sí, había aceptado ir con Ian a la reunión familiar y los nervios de lo que me esperaba hicieron que los días pasaran tan rápido que llegó por fin el anhelado viernes. Le había preguntado por qué de todas sus novias (y novios), me había elegido a mí. Me contestó algo muy cierto: porque soy la mejor vestida y más presentable de todos. Creí que me contestaría algo tipo: "porque eres la que verdaderamente amo" Pero realmente le estaba empezando a bajar con los clichés de chico malo que caía enamorado de una sola mujer y todo porque yo había roto esa historia volviéndome completamente loca y una fiera acechadora.

Ian anunció que ya había llegado y yo sentía mi corazón latir cada vez más y más rápido. No era a fuerzas tener que usar un vestido de alta costura de Elie Saab, en su colección Otoño-invierno 2019 pero quería hacerlo. Si dejaba una marca en la familia de Ian, como él dejó marca en la mía, cuando me fuera a la fregada, le seguirían recordando mi presencia. Tenía que dejar la mejor impresión posible y ganármelos. Por eso en parte, visualicé el tamaño de mi frente como el triple de grande de lo que realmente era. Eso claramente era uno de mis muchos defectos que tenía que ocultar... pero el vestido no lo ameritaba.

El vestido era de inspiración asiática. Era de dos piezas. Primero estaba lo que se ponía debajo, o sea, un vestido negro pequeño entallado de color rojo con una franja roja al final de la falda. Era de corte diagonal, o sea, una pierna la tenía más expuesta que la otra. Encima iba algo parecido a un kimono abierto pero con falda negra pomposa y amplia, y la arrastraba, mangas abullonadas del mismo color, de manga larga y el escote era uve, de color rojo, que cubría solamente la mitad de mis brazos y la mitad de lo busto. Mis hombros iban totalmente descubiertos, al igual que mis piernas. En medio, iba el icónico cinto dorado que tanto representaba aquella colección tan hermosa. Me coloqué los tacones Elie Saab que eran cerrados de aguja, aterciopelados color negro y con unas finas cadenas que se ataban alrededor de los tobillos. Decidí por hacerme tres chongos apretados para imitar a las modelos de pasarela.. Ignoré mi mente gritándome que me tapara la frente con algunos mechones. Esa colección la había amado tanto que le rogué a mi papá que me comprara todos los vestidos. Solamente me compró diez de sesenta que eran o de setenta, ya no me acuerdo. El punto es que tenía diez hermosos vestidos orientales que costaban más que todo el pueblo junto.

Me coloqué una fragancia de Moschino que olía fresco y después de verme detenidamente la frente, salí para encontrarme a Ian. Estaba sentado en mi sofá, leyendo un libro sobre filosofía, o algo así. Cuando escuchó mis pasos, levantó la vista y su mirada brilló. Comenzó a sonrojarse mientras me recorría con la mirada.

Cuando su mirada se detuvo en mi frente, pensé en atacarlo en modo de defensa. A punto estuve de burlarme de su saco marca patito, cuando dijo:

-Por...por Dios, te ves hermosa, Tiara –me halagó completamente nervioso- deberías agarrarte el cabello más seguido, te ves hermosa así.

Me sonrojé. No sabía si lo decía de verdad o de mentira.

-¿Acaso te estás burlando de mi cabeza de alíen? –me ataqué como había aprendido antes de que él me atacara. Si yo me burlaba de mí misma, realmente no me dolía tanto cuando alguien se burlaba de mí, puesto que me engañaba ... aunque no fuera del todo cierto.