Capítulo 43.

4.6K 230 57
                                    

Y mejoró todo. Le prometí a Diego y a Ian que todo mejoraría solamente si no renunciaban. Ian era mi novio, Diego no... pero me aprovechaba de que él sentía algo por mí para poder faltar y no entregar tarea. Así que desde aquella plática, empecé a entregar todo lo que me pedían. No solamente en sus dos clases, sino también en las otras. Y todo lo que entregaba, sacaba como mínimo un 97 de calificación.

Los días estaban pasando muy rápido. Ian, como daba más clases en otras materias (sí, apenas me enteré que no solamente era nuestro maestro, sino daba muchas más clases para otras carreras), estaba muy ocupado calificando exámenes, proyectos de final de parcial, etc. Realmente él y yo habíamos dejado de vernos tanto como antes, porque o yo hacía tarea, o él estaba calificando.

Pero habíamos quedado de salir justo hoy. Iríamos al cerro a hacer un picnic, ignorando que era miércoles. Regularmente los planes así se hacían los sábados o domingos, pero a Ian le encantaba hacer cosas desprevenidas. Era algo que había notado de él, me daba muchos regalitos pequeños como cartas, galletas que él hacía, tacos de la esquina, etc. Siempre me daba pequeños detalles que me alegraban la vida más que si fueran bolsos costosos de Versace.

Me arreglé utilizando un conjunto bastante arriesgado de Victoria's Secret que constaba en un mini, mini, mini short y un top escotado con finos tirantes. Ambos eran de color rosa y estaban hechos de seda pura. Me encantaba esa ropa pero ni de chiste la usaba de otra cosa que no fuera pijama... hasta que conocí a Ian. Con él me siento mucho más segura de poder usar eso y salir a la calle sintiéndome muy bien. Me agarré el cabello en una coleta alta y noté favorablemente que mi cabello estaba más largo. Ya casi me llegaba al coxis. A lo mejor era momento de cortarlo. Me puse un par de Adidas SuperStar muy básicos.

Escuché que Ian tocaba mi puerta. Abrí y cuando lo vi, estuve a punto de babear. Él iba vestido con un short corto que revelaba sus tatuadas y tonificadas piernas, un tank top abierto de los costados y que apenas tapaba su torso fornido y una gorra con la visera hacia atrás. Tenía unos tenis Adidas deportivos de color negro. Me sonrió y yo casi me derrito.

-Oh carajos, Tiara –gruñó cuando abrí la puerta totalmente para que pasara y vio cómo estaba vestida –maldita sea. Te ves divina. Espera, solo una cosa más –me pasó ambos mechones que ocultaban mi inseguridad por atrás de mis orejas y sonrió más intensamente que nunca –así te ves mucho, mucho mejor.

Me sonrojé y le puse los ojos en blanco para disimular que me estaba derritiendo por dentro. Era increíble que las pequeñas cosas que hacían me satisficieran mucho más que las cosas grandes y costosas.

-Gracias –sonreí completamente halagada. Que un hombre tan rídiculamente atractivo te diga eso con ese tono de voz de adolescente nervioso... simplemente es maravilloso -¿quieres entrar?

-Sí, pero en ti –me guiñó un ojo y yo pelé los ojos –no, gracias. Te espero aquí afuera.

-Solo agarro mi bolso –giré y escuché a Ian silbar por lo bajo. Me excité.

Agarré mi bolso con torpeza, sintiéndome otra vez débil ante él como cuando recién lo conocí. Una vez estaba lista, salí de la casa y nos subimos a su Jeep en la cual, con su atuendo actual, Ian sí encajaba y se veía más varonil y sensual que nunca. Yo en cambio, parecía su hermana pequeña obligada por la mamá a acompañarlo con sus amigos.

-¿Qué tanto piensas? –preguntó y yo pelé los ojos.

-Oh, nada –sonreí torpemente. Él me devolvió la sonrisa –oye, si quieres podemos detenernos antes para que compre comida. No traje nada.

-Yo traigo –se encogió de hombros –Yo fui el que te invitó, corazón, yo soy el que trae todo. Tú no te apures y déjate querer –me volvió a sonreír y ahora me guiñó un ojo.

TiaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora