Capítulo 13

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Jugueteaba con las donas en mi plato, no tenía mucha hambre pero tampoco quería estar en casa, hace mas de dos horas que estaba perdida en mis pensamientos, cerré mis ojos con fuerza y contuve el aire, conté 10 segundos, solté el aire. Cada vez que me sentía presionada, nerviosa o estresada hacía ese ejercicio de respiración que mi tía me había enseñado. Dos semanas sin saber de Salvador ni de los chicos, junto con mi hermano se fueron a otra provincia a jugar fútbol, no llegarían hasta el domingo y hoy era viernes, la escuela me tenía en un gran aprieto, apenas ibamos un mes de clases y sentía demasiada presión, no podia concentrarme en los estudios ya que su nombre deambulaba por mi mente.

Salvador...

Recuerdo sus palabras cuando yo fingia estar dormida, ¿desea conquistarme?, ¿por qué?, recién sale de una relación, es entendible que esté confundido, yo también lo estaba.

– ¿Problemas? – Aylín tomó asiento frente a mí, suspiró cansada y me miró con una pequeña sonrisa – ¿Qué sucede ahora? – en estas semanas con la única que pude hablar fue con ella ya que Liam también se había ido a apoyar a su hermano.

– Los estudios me tienen estresada, no creí que serían tan exigentes.

– La escuela a la que vas son exigentes porque es privada – dijo reventando el globo que hacía con su chicle – ¿Qué onda con Gastón? – cambió de tema, su mirada tenía una pizca de perversión.

– ¿Onda?, no hay onda – no sabía muy bien a lo que se refería con "onda".

– ¿Te gusta? – comencé a toser de manera descontrolada.

– Noo. Somos amigos solamente – mis mejillas ardían, últimamente Gastón me iba a buscar a la escuela y me acompañaba a casa, sabía que él y ella eran buenos amigos, pero no creí que él le hablara de mí – ¿Por qué preguntas? ¿Él te habló de mí? – soltó una risita cómplice y me sonrió de manera tierna.

– ¡Claro que sí!, me habla todo el tiempo de ti, de tu sonrisa, de tu pelo y de tus ojos... Está loco de amor – esta vez quien se echó a reír fui yo, era imposible que Gastón estuviera "loco de amor" por mí, a penas nos conocíamos.

– Cambiando de tema... ¿Qué "onda" con mi hermano? – se puso tensa e inmediatamente se sonrojó, levanté una ceja esperando su respuesta pero simplemente esquivó mi mirada, parecía avergonzada – Desde que llegué he notado como lo miras y como él te mira a ti, sería muy estúpido de mi parte ignorar el hecho de que algo pasa entre ustedes... ¡Se nota a kilometros que aquí hay gato encerrado!.

– Es difícil, nunca he hablado de esto con nadie... – comenzó un poco incómoda – Pero sí, pasan, digo, pasaron cosas entre nosotros, pero ya se terminó y no estoy segura de que algo más llegue a suceder... Somos muy distintos, tenemos un concepto muy distinto de la palabra "querer", y estoy 100% segura de que Adam no pueda amar a nadie que no sea a su familia y a sus amigos... – parecía rota, como si tuviera su corazón partido en mil pedazos, y de sólo pensar en que Adam fue quien provocó esto me pone muy triste.

– Entiendo. ¿Aún te gusta? – me atreví a preguntar, ella sonrió y asintió.

– Muchísimo.

Cuando ella acabó su turno decidimos ir a divertirnos, a la ciudad había llegado una feria de diversiones e iriamos a distraernos un poco. Ella era una chica realmente grandiosa, muy inteligente y divertida.

– Vamos a subirnos a la montaña rusa – dijo ansiosa.

– Mmm, no lo creo. Me da miedo.

– ¡Vamos, será divertido! – me arrastró del brazo hasta la fila de la montaña rusa.

A medida que fuimos avanzando me dolía la barriga, creo que fue mala idea haber competido en el torneo de quien comía mas donas...
Tomamos asiento en la parte de adelante del carrito, Aylín me miraba con una gigantesca sonrisa, sacó su celular y tomó una selfie.

– Va directo a mi historia de Instagram... ¿Por qué estas tan pálida? – el carrito comenzó a moverse, aferré mis manos al barrote, el carrito aumentó su velocidad y los gritos comenzaron a sonar.

A medida que el juego fue avanzando sentía como mi estómago comenzaba a doler, la idea de que pueda vomitar comenzaba a asomarse por mi cabeza. El entretenimiento duró 5 minutos en los que yo pensaba en que quizá las donas saldrían por mi boca, pero no fue así por suerte.

– ¡Fue increíble! – exclamó Aylín elevando sus brazos hacia el cielo. Asentí poco segura, esos habían sido los 5 minutos más largos de mi vida.

La chica que me acompañaba sonreía como una niña pequeña, sus ojos incluso parecían tener cierto brillo, Aylín era una chica energética, muy aventurera y divertida, decía lo primero que se le cruzara a la mente, hasta incluso podría decir que era extremadamente tierna, me había abrazado mas veces que cualquier otra persona, no podía creer que una chica así le gustara un chico como mi hermano, digo, son muy distintos en muchos sentidos, ella es una chica un poco torpe e inmadura y él es un chico directo y se podría decir que hasta cruel, por suerte nunca ha sido así conmigo, pero he escuchado muchos rumores en la escuela sobre él y sus amigos, que hasta me han hecho pensar que quizá no conozco por completo a mi propio hermano...

– ¿Quieres comer en casa? – su sonrisa disminuyó y me miró un poco insegura – Adam no está en casa y a mamá le alegrará que al fin tenga una amiga... – asintió con una sonrisa y nos dirigimos a casa.

Mientras caminabamos noté como movia su cabello con el dedo con mucho nerviosismo, quería preguntarle que le sucedía pero ella iba perdida en sus pensamientos.
Una vez que llegamos mamá se asomó por el umbral de la cocina, al vernos una sonrisa amigable apareció en su rostro, con los brazos abierto se acercó a Aylín.

– ¡Cuanto tiempo! – la abrazó como si la conociera de toda la vida, yo quedé aturdida, ¿ya se conocían? – Estás muy hermosa pequeña... – la cara de Aylín reflejaba muchas cosas, pero sobretodo inseguridad.

– ¿Se conocen? – me atreví preguntar, es obvio que se conocen, quería golpearme mentalmente por tan estúpida pregunta.

– S-si – titubeo Aylín.

– Oh, es cierto, tu estabas en España – mamá río levemente – Vamos a comer, allí te contaremos – tomó de la mano a mi amiga y la guío al comedor – Tomen asiento – ordenó, papá bajó el periódico, su expresión cambió totalmente al ver a Aylín, era como si estuviese viendo un fantasma.

– ¿Aylín? – se levantó de su asiento y abrazó a la chica.

¿Qué rayos estaba pasando? No entendía absolutamente nada de lo que estaba sucediendo en aquel momento, lo único lógico que se me venía a la mente era que quizá Adam ya la había invitado a casa antes, pero eso es imposible ya que mamá me decía por llamada que él aún no había presentado a ninguna amiga, mucho menos a una novia...

– ¿Alguien me va a contar que está pasando? – por dentro me moría de curiosidad, ya no aguantaba tanta intriga.

– Oh si, lo siento... Tomen asiento – indicó papá, ambos sonreían alegres por el reencuentro, mientras que Aylín estaba incómoda, yo también lo estaría en su lugar.

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Instagram: atenea_escritora

El amigo de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora