Capítulo 38

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La semana en sí se pasó super rápido, entre caminatas al bosque hasta noches de películas, en estos días Salvador evitaba estar a solas conmigo o siquiera dirigirme la palabra, era agotador, al principio pensé que estar juntos bajo el mismo techo durante una semana nos haría mas unidos, podría conocerlo mejor, pero me equivoqué, en realidad él estaba dispuesto a dejarme, no estaba bromeando, aún así puse mi mayor esfuerzo en divertirme junto a los demás.

– Hoy es la fiesta, hoy es la fiesta – conturreaba Edwin mientras limpiaba el piso con una escoba.

– No es una fiesta, simplemente es un encuentro – habló David golpeando su hombro – Y deja de bromear con que vas a besar a mi prima, es incómodo – se quejó mientras limpiaba los muebles, reí levemente mientras volvía mi atención a la pantalla.

– Es bueno que hoy y mañana nos toca descansar – suspiró aliviado el chico de lunares que comía papitas.

– Sip – asentí quitandole el paquete – No tendremos que limpiar el destrozo que habrá mañana.

Seguimos mirando la película ambos mientras los que estaban encargados en limpiar hacian su labor y los demás estaban dando un paseo o encerrados en su habitación.

La temática, sí, todas las "fiestas" o encuentros que organiza Carla tienen una temática, en fin, hoy iba a ser fluo, algo extravagante, ella estaba ahora mismo encargandose de las luces y la música, también había mandado a Adam y a Aylín a comprar más bebidas a pesar de que los invitados trajeran.

– Lo lamento chicos pero tendrán que irse a otro lado porque necesitamos acomodar la sala – se disculpó David rascándose la nuca.

– No hay problema – tomé a Gastón de la mano y caminamos hacia nuestra habitación, la película ya estaba por terminar.

Al subir las escaleras nos cruzamos con Salvador, noté como miró fijamente mi mano enlazada con la de Gastón y tensó sus músculos, al menos habia estado haciendo eso seguido cuando me veía junto a él, realmente no lo entendía y sólo me confundía.

Entramos a la habitación y cada uno se recostó en su cama, ambos teníamos los animos por el suelo.

– Me aburro – bufó mientras acomodaba su brazo sobre sus ojos dejando a la vista parte de su abdomen.

Pervertida, deja de mirar.

Desvíe la mirada avergonzada.

– Todo esto puede ser tuyo cuando quieras – bromeó sin mirarme.

– Idiota – le arrojé mi almohada.

– ¡Auch! – rió asperamente – Tienes fuerza Morrison.

– Gracias Webber.

– Me pregunto, ¿cuándo serás la señora Webber? Mía Webber, no queda mal – descubrió sus ojos y me guiñó.

– Lo lamento por ti pero no pienso casarme, y si lo llegara a hacer conservaría mi apellido, no me gusta ser propiedad de alguien.

– De por si tu nombre ya es algo posesivo, Mía – habló en doble sentido. Se incorporó y caminó lentamente hacía mí – Vas a ser mía – su voz fue ronca y sus ojos estaban sobre los míos, abrí la boca para decir algo pero estaba sin palabras, eso había sonado muy... Atractivo – Lo lamento estoy bromeando – sonrió inocentemente mientras acomodaba sus lentes, ese simple gesto lo volvía adorable – Ahora que lo pienso no hemos tenido tiempo para nosotros dos, siempre está tu hermano o alguien más, nunca estamos completamente solos – se sentó en el suelo apoyando su espalda sobre mi cama – Aunque escucharte dormir es muy reconfortante – sonrió sinceramente.

El amigo de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora