Capítulo 4

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Revisando en la maleta encontré un vestido color negro, típico, negro para salir de noche, lo combiné con unas zapatillas del mismo color, peiné mi pelo y lo dejé suelto. Como era verano hacía calor, por lo que elegí salir sin ninguna campera.

Salí de mi habitación y bajé las escaleras, Adam ya estaba listo con una camisa blanca y unos jeans negros, avisamos que saldríamos y nos dirigimos al auto de mi hermano, era muy lindo, por mensajes me había contado que lo había estado arreglando él sólo, y le quedó realmente hermoso. Después de quedar para salir, los chicos se fueron a sus casas a cambiarse y tendríamos que pasar a buscarlos. La primera parada era la casa de Edwin, este subió alegremente y puso música, luego fuimos a la casa de David, y por último al departamento de Christian, éste último era el único que no vivía con sus padres.

– ¿Cómo te fue en España Mía? – preguntó David para romper el hielo.

– La verdad es que de maravilla, lo pasé estupendo.

– ¿Hiciste muchos amigos por allá? – esta vez el que preguntó fue Edwin.

– Si, varios, pero de los que nunca me pude separar fue de mis dos mejores amigas, Sofi y Vale, y de Marco, un español muy amigo mío.

– ¡Apa!, con que hasta novio te conseguiste en España – dijo David, reí al pensar en eso, si solo supieran que Marco es homosexual.

– No, para nada, solo es un buen amigo mío.

– Llegamos – anunció Adam.

El lugar se veía bastante bien, parecía una discoteca bastante privilegiada, había una fila terrible, no estaba segura de que nos dejaran pasar, seguíamos a Adam por donde el decía, saludó al gigante de seguridad, éste le dió un apretón de mano y le abrió la puerta, wow, no sabía que mi hermanito fuera tan conocido.
Subimos unas escaleras a una zona mas privada, asi como VIP, la música que ponían era muy buena, estaba bastante lleno, y para mi sorpresa olía bastante bien, no como las discotecas a las que fui en Barcelona, esto era completamente distinto, mucho mejor, las personas en el lugar de la pista se movían al compas de la música.

– Lindo ¿no? – preguntó Christian a mi lado quien no me había dirigido la palabra en todo el trayecto, las luces me dejaban verlo bastante bien, traía una camisa azul oscuro y unos jeans del mismo tono.

– Si, esto es mucho mejor que los lugares a los que he ido – respondí con sinceridad volviendo mi mirada hacia la pista, desde este balcón vip se podía tener una gran vista de todo el lugar.

– Me imagino que sí – lo volví a mirar y para mi sorpresa él ya estaba viéndome, sus ojos claros me llamaban mucho la atención, desde pequeños Christian nunca me llamó la atención, era callado y tranquilo, no teníamos una relación muy cercana, si bien jugábamos juntos no había mucho que decir de él – Vamos, los demás estan sentados por allá – señaló una mesa donde efectivamente los chicos estaban sentados.

En este balcón habían muchas parsonas también, muchas chicas y pocos chicos, las chicas bailaban supongo que un acto de apareamiento. En la mesa habían shots de colores, en total eran 10, dos para cada uno.

– A la cuenta de 1...2...3, ¡Ahora! – contó Edwin. Todos tomados los dos tragos, el alcohol quemó mi garganta a medida que bajada, era algo que me gustaba.
Pasamos una hora bebiendo, riendo y perdiendo la timidez que se había creado en la cocina, los chicos me contaron todo lo que hicieron mientras yo estaba ausente.

– A las 4 en punto, un grupo de chicos te está mirando desde que llegamos – soltó David pícaramente, todos miramos en esa dirección y efectivamente habia un grupo de hombres que me estaba mirando, y uno en especial me penetraba con la mirada, era incómodo.

– Da igual, yo vine para divertirme con ustedes – dije restándole importancia, seguí bebiendo de mi coctel, pero los chicos seguían mirando hacia esa dirección – ¿Por qué no vamos a bailar mejor? – propuse para calmar las aguas, ellos aceptaron, bajamos por las escaleras para ir directamente hacia la pista. La música sonaba fuertemente, movía mi cuerpo al compas del ritmo de la cancion, volví la vista hacia el balcón y ahí estaba ese grupo mirando en mi dirección, no me importó, yo seguí bailando como si no hubiera un mañana. Después de un rato los chicos se cansaron y nos fuimos todos a tomar algo para calmar la sed.

Una canción que super conozco y me encanta comenzó a sonar, y como estaba de pié comencé a bailar mientras cantaba la letra. Sentí como alguien se acercaba a mi, miré y era un chico guapo pero ebrio, muy ebrio, me dio asco y lo aparté, pero el muy idiota seguía insistiendo, de pronto lo reconocí, era uno de los que nos estaba mirando, miré hacia donde estaba ese maldito grupo y allí los vi aplaudiendo y vitoreando en nuestra dirección, el chico comenzó a hacer reverencias, al instante supe que sus amigos lo habían convencido a hacer eso.

– Estas muy buena amor, ¿no quieres ir para los baño? – dijo arrastrando las palabras, me puse furiosa, no me gustaban para nada este tipo de actitudes. Los chicos notaron mi tensión e inmediatamente se quisieron acercar, les dije que no con la cabeza, no quería involucrarlos. Tomé de la oreja al idiota y fui en dirección a su grupo.

– Hola hermosa – dijo uno de ellos.

– ¿Esta mierda es de ustedes? – pregunté sin vacilar.

– Nonono, ¿con esa boquita comes? – pregunto uno que me daba la espalda, el resto hizo silencio.

– Ah, con vos sos el dueño del circo, mira, se te escapó un mono – dije dejándole al idiota que sonreía mientras me lanzaba besos, ¡qué puto asco!.

– Muñeca, cuando te vuelvas a dirig- – se dio media vuelta y se calló.

– Me importa una mierda – estaba furiosa, no podia creer que falta de respeto estos pedazos de miserables, y pensar que salieron del coño de una mujer malditos cavernícolas. Me di media vuelta y volví hacia donde los chicos estaban, ellos aplaudían y silvaban, nos fuimos del lugar, antes de irnos miré al idiota "me creo la gran cosa" para mi sorpresa también me estaba mirando. Idiota.

– Fue tremendo, cuando le dijiste: ah con que vos sos el dueño del circo, mira, se te escapó un mono – Edwin intentaba imitar mi voz – Fue algo... ancestral, no lo puedo creer, por un momento el acento español se fue.

– ¿Conocen a ese chico? – dije abrochando mi cinturón.

– Claro que sí, tú también lo conoces – dijo Adam al volante, era el que menos habia tomado, me parecia super responsable.

– ¿Enserio? – pregunté incrédula.

– Sí, es amigo nuestro – dijo Christian mirando por la ventana.

– ¿Un idiota como ese es amigo de ustedes?

– Sip – contestó David, ¿es qué acaso nadie iba a decirme quién era ese estúpido?.

– A ver – dijo Christian pasándose la mano con frustración – ¿Quién te daba flores a escondidas de todos? ¿Quién faltó esta noche? ¿Quién de nosotros falta hoy?.

Mierda, mierda y mas mierda.
Hice silencio, ¿es en serio?.

– Sal... – empezó Edwin.

– Va... – le siguió David.

– Dor... – finalizó Adam.

Salvador Greco.

El amigo de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora