Capítulo 18

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No sabía con certeza si haber vuelto de España había sido un error, pero para empezar ¿por qué me mandaron a España cuando tenía tan solo ocho años?. La duda comenzaba a crecer en mi interior y las unicas personas que tenían las respuestas eran mamá y papá.

Caminé hasta su habitación, era domingo por la mañana y ellos estarían en casa todo el día, al abrir su puerta me encontré con papá tomando una taza de café y mamá leyendo una revista de moda. Mi padre era un importante cirujano en el país, poseía unos hermosos ojos azules como los míos, su pelo era castaño como el de Adam y su piel era pálida, tenía 47 años y las arrugas comenzaban a asomarse. Mi madre era muy hermosa, tenía los ojos verdes y el pelo tan oscuro como el mío, a pesar de tener 45 años su piel seguía tersa como la recordaba, parecía que los años no le afectaban.

Ambos al verme entrar sonrieron con dulzura, me recosté entre medio de ellos y me tomé mi tiempo para observarlos, suspiré y con coraje solté la pregunta que siempre atormentaba mi mente;

– ¿Por qué me enviaron a España? – pude notar como papá se puso tenso y mamá muy nerviosa. Se miraron entre los dos y asintieron para contarme la verdad detrás de aquella pregunta.

– Verás, hace diez años no me estaba llendo muy bien en la empresa, las ventas bajaron mucho e ibamos en camino a la quiebra, pero un día llegó un hombre que prometía invertir dinero en el nuevo proyecto bajo algunas condiciones, los socios mas grandes de la empresa y yo accedimos al trato sin percatarnos de las consecuencias que esto podría generar en nuestras vidas... – comenzó mamá.

– Mientras esto sucedía yo estaba de viaje en el extranjero – comentó papá tomando la mano de mamá.

– La empresa comenzó a remontar de nuevo, le pudimos pagar los meses atrasados al personal que allí trabajaba – una sonrisa se escapa de sus labios y luego la cambia por una mueca – Pero comenzaron a llegarnos amenazas de pagar deudas que nosotros no teníamos, si no que tenía el sujeto que invirtió en el proyecto. Pasó un mes sin saber novedades de John y durante ese mes me llegaban amenazas sobre secuestrar a un miembro de mi familia si no les daba el dinero que John les debía, no era la única que recibía amenazas si no que también los demás socios las recibían. Como medida de precaución decidimos mandarte a España, Adam tenía su vida aquí, a sus amigos al equipo de fútbol mientras tú ibas tras él, notabamos que no tenías tu vida propia, estabas sin amigas, en el colegio tus notas eran bajas, por ende también por un lado lo hicimos para que vivieras tu vida, lejos de nosotros pero estarías a salvo... – los ojos de mamá estaban cristalinos y su voz temblaba al decir cada una de esas palabras.

– Fue difícil ver como nuestra niña crecía lejos de nosotros, sin estar en tus cumpleaños, en tus competencias de natación o de gimnasia – esta vez quien habló fue papá, sentía como una gran punzada crecía poco a poco en mi pecho – Pero sabíamos que estarías sana y salva – suspiró mientras sonreía.

– ¿Y qué sucedió con la empresa y John?.

– Tres meses después de su desaparición lo hallaron muerto en su departamento, estaba todo golpeado. Con los socios de la empresa decidimos librarnos de esa gran deuda aunque nosotros no tuvieramos nada que ver, después de tres años de trabajo duro logramos deshacernos de aquellos sujetos y para entonces tú ya tenías una vida hecha en España, tenías dos mejores amigas, tus notas eran excelentes, tu tía se libró de la depresión y se puso de pareja con tu tío, por ende decidimos que estarías mejor allá que aquí con nosotros.

– Entiendo – los abrazo a ambos y reímos al sentir que Adam corre a unirse a nuestro abrazo familiar. Un par de lágrimas se escaparon de mis ojos al sentir la falta que me hacía estar con ellos, dándome cuenta de que a pesar de la distancia mi corazón pertenecía en aquel lugar.

El amigo de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora