Capítulo 33

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La semana literalmente pasó muy rápido, pero para nuestra suerte ya era viernes, hoy era la fiesta de Adam, al parecer habían ganado el último partido de la temporada antes de las vacaciones de invierno.
La mamá Liam se había negado completamente en dejar que él fuera a la fiesta pero al final terminó aceptando.

Después de clases fui a casa a ayudar a preparar las cosas, sinceramente no estaba muy de ánimos para una fiesta pero no había otra opción, iba a ayudar para que de esta forma las cosas con Adam mejoraran. No hemos tenido peleas y eso es bueno, muy bueno, aunque no me trata como al principio.

Esta noche llevaríamos a cabo un pequeño plan con Edwin, estaba nerviosa pero trataba de pensar en positivo.

Al llegar a casa me encontré con todos los chicos sentados en el sofá, al ver a Salvador mi corazón se detuvo por un instante o así lo sentí yo, debía darle una respuesta a su propuesta, no podía seguir ignorandolo.

– Hola – saludé a todos con una seña de mano, ellos correspondieron con un leve gesto de cabeza.

Subí las escaleras para ir a mi habitación, estaba hambrienta y a la vez muy cansada, el entrenamiento de anoche había sido muy agotador. Dejé mis cosas en mi cuarto y procedí a ir a la cocina para buscar algo para comer.

– ¡Buu! – exclamó Edwin saliendo de atrás de una pared, lo miré con una ceja levantada, sonreí y seguí mi camino – ¿Vas a cocinar? – pregunto emocionado, asentí – ¿Puedo comer? Te ayudo en lo que sea, pero por favor ¡dame comida! – sonreí y asentí, él comenzó a hacer un pequeño baile de la victoria.

Edwin era el único que me hablaba como si nada pasara, me trataba como siempre y nunca se preocupaba por lo que Adam pudiera pensar, creo que era el único que no me miraba con otros ojos, siempre remarcaba que era como la hermana que nunca tuvo.

Cocinamos entre risas fideos con salsa blanca, ambos no sabíamos cocinar muy bien asi que nos conformamos con eso, servimos en platos y los llevamos a la sala, los chicos también comieron de nuestra "extravagante" comida casera.

Las horas pasaron rápido entre peliculas de terror y acción, el ambiente cada vez era menos tenso. Comenzamos a guardar los objetos con valor en una habitación y a acomodar la casa para que quedara más espaciosa, cerramos la puerta del cuarto de nuestros padres, yo decidí cerrar la mía. Dejamos los snacks en platos de plástico y sacamos los vasos del mismo material del sótano para acomodarlos sobre una mesa.

– ¡Esta será la más grande fiesta! – exclamó Edwin chocando los cinco con David.

Al hacerse de noche varios autos repletos de adolescentes y universitarios comenzaron a llenar la casa con su presencia, la música cada vez sonaba más alto. Me mordía las uñas nerviosa, había invitado a Liam, Aylín y a Gastón, esperaba que no hubiera problema con este último, pero lo que me ponía nerviosa era el plan.

– ¡Hola! – exclamaron los tres llegando a donde estaba, abracé a cada uno de ellos.

Comenzamos a comer los bocadillos, y a beber alcohol, aunque Aylín ponía excusas para no beber, seguramente tuvo malas experiencias con el alcohol o no es muy tolerante.

Desde que comenzó la fiesta no había visto a ninguno de los chicos y eso en parte me aliviaba muchísimo, hasta que el celular en mi bolsillo vibró, encendí la pantalla sintiendo mi mano temblar, era Edwin.

"El conejo entró en la madriguera". Esa era la señal.

– Aylín, ¿me acompañas a buscar algo? – ella sonrió y asintió.

– Claro.

La guíe escaleras arriba mientras le hablaba de algo sin importacia para distraerla, intentando que no sospechara que algo raro estaba tramando.

El amigo de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora