Capítulo 31

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No sabía si el plan de Salvador funcionaría o no, pero aún así me arriesgué y me escapé de casa, nunca habia hecho algo parecido, estaba muy emocionada y exitada, llevaba una mezcla muy extraña en mi estómago, es como que sabes que estás haciendo algo incorrecto pero aun así no te detienes porque es divertido.

Pero los planes no siempre salen como queremos, y este no era la excepción. La mamá de los chicos se levantó y no tuve mas remedio que meterme bajo la ducha con Salvador, curioso, ¿verdad?.

Ahora estaba temblando por el frío mientras mi amor de la infancia se estaba bañando tranquilamente.

Un roce apenas perceptible activó mis sentidos, los dedos de Salvador acariciaron la curva de mi cintura, cerré los ojos en un intento de calmar mis nervios. Acomodó mi pelo dejando al descubierto la piel de mi cuello y mordió lentamente, ahogué un suspiro, podía sentir el calor de su cuerpo y simplemente estaba deseando fundirme en esa cálida temperatura. Posó su mano en mi vientre mientras la otra la pasaba por mi pierna ascendiendo al borde de mi braga, introdujo dos dedos bajo la tela y mordí mi labio sintiendo el movimiento de arriba a abajo.

– ¿Te gusta? – su voz era ronca, asentí con mis ojos aún cerrados.

Comenzó a besar mi cuello, mientras aceleraba el movimiento de su mano, dejé que mi espalda se apoyara en su pecho porque sentía que no podía soportar el peso de mi cuerpo. Mis piernas temblaban ante las onda eléctricas de placer provenientes de mi zona íntima. En tan solo minutos algo dentro de mi estalló, dejé caer mi cabeza en su hombro mientras me deleitaba de esta grandiosa sensación.

– Recién estamos comenzando, princesa – observé al chico que sonreía arrogante. Sin darme oportunidad a objetar me tomó de la cadera y me estampó contra la pared.

Besó mi cuello mientras sujetaba mis brazos a la altura de mi trasero, al jalar de mi pelo aprovechó para besarme con rudeza, mordiendo mis labios y succionandolos, sentía que no tenía tiempo ni para respirar y muchas cosas pasaban por mi mente. Dejó de tirar mi pelo y bajó su mano a mi zona sensible, volví a estremeserme al sentir sus dedos pasar por arriba de la tela.

– Te voy hacer mía, y entenderás de una vez por todas que estamos hechos el uno para el otro – me soltó y me dió media vuelta quedando por fin cara a cara, tomó mi cuello con su mano y ahogué un gemido – Desde el momento en el que te vi soñé con tenerte así – sonrió con malicia.

Volvió a besarme, esta vez con mas calma, tomó mis brazos y los posicionó por encima de mi cabeza, me sentía vulnerable ante él, quería cubrirme con algo pero también deseaba descubrir lo que haría Salvador conmigo.

Pasó su mano por debajo de mi corpiño y apretó ligeramente mi pezón, jugaba con él hasta el punto de ponerlo duro. Sin pensarlo dos veces, me zafé de su agarre e hice que fuera él quien esté contra la pared, levantó sus cejas divertido mientras esperaba expectante mi siguiente movimiento. Mi mano viajó lentamente desde sus pectorales marcados hasta el elástico de su boxer, sonreí trinfante al ver como mordía su labio y cerraba sus ojos. El juego de tentar es algo que podemos jugar los dos. Dejé un camino de besos desde su clavícula a su mandíbula, a la altura de mi vientre podía sentir la presión que ejercía su miembro contra la tela de su ropa interior, tímidamente apoyé mi mano sobre éste y Salvador soltó un gruñido, apreté un poco mi agarré y besé sus labios, sonreí victoriosa y me alejé, salí de la ducha con aires de superioridad.

– ¿A dónde crees que vas? – me estampó contra la madera de la puerta – Ya no podrás huir de mí, Mía... – advirtió en mi oreja.

Se alejó y apagó el agua que aún seguía corriendo, se puso una toalla alrededor de sus caderas, en una bolsa metió mi ropa, y como si fuera una bolsa de papa me cargó hasta su habitación, introdujo una llave y abrió la puerta, me tumbó sobre su cama y cerró la puerta con llave.

El amigo de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora