¿Qué es lo bueno y qué es lo malo?

EXTRA 3

Perdón, perdón, perdón. Pero he estado bloqueada 😥 tenía en mente lo quería quería escribir, pero era incapaz de plasmarlo.

Disfruten el extra y espero que haya valido la espera.

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EXTRA 3:

Zhang JingTong:

"Te di mi alma cuando me dijiste que me amabas, y la perdí el día que te fuiste"

Hay momentos en la vida donde la mujer se siente fuerte, amada, valorada, respetada, única en su clase. Ese sentimiento te envuelve en un abrazo cuando te encuentras parada frente al amor de tu vida. Esa persona sonriéndote con un brillo mucho mayor que las estrellas en su mirada, conociendo todas tus virtudes y defectos pero aún así amándolos, amándote como si fueras la última piedra preciosa del mundo. Es un sentimiento difícil de explicar y ninguna palabra podría llegar a expresar lo que siente el corazón. O tal vez no alcanzan para describir los millones de sentimientos y emociones que uno atraviesa, o como el cuerpo tiembla y tartamudea, haciendo que toda la habilidad motora adquirida a lo largo de los años sea inútil. Pero aun así no bastaría, sólo serían palabras vacías o cortas.

El amor es irónico y hermoso a la vez. Tu mejor arma pero la vez tu peor debilidad. Muy pocos se dan cuenta cuando te consume, o cuando eres tú el que quita más de lo que da. Puede ser un amor de cuento de hadas o uno tóxico como telenovela. Pero a fin de cuentas sigues amando sin importar qué o lo que te digan.

Como mujer JingTong pensaba que no había mejor momento de su vida que encontrarse caminando junto a esa persona a la que le había entregado su corazón. Un traje rojo envolvía su cuerpo delgado y un velo carmesí mantenía su rostro oculto. Mientras sus pies avanzaban por el angosto sendero era como recorrer todos y cada uno de esos momentos que pasaron juntos, sus alegrías, sus risas, sus caricias. Por un momento pensó que si miraba a ambos lados iba a ver pequeñas pantallas o cristales que proyectaran todos esos recuerdos que pasaban por su mente.

Sintió que su pecho se sacudía, y tuvo que apretar sus labios para no sollozar. Apenas había empezado y las lágrimas de alegría buscaban el camino para salir. La sonrisa en sus labios titubeó, sus labios temblaban. Nunca había sido tan feliz como en ese momento. Sus mejillas dolían por sonreír tanto, pero ese dolor agudo solo la hizo ampliar más su sonrisa mostrando la hilera blanca de dientes sin pudor.

Un pequeño apretón en su mano hizo apartar su mirada del frente. Su futuro marido estaba a su lado tomando su mano, sus ojos brillosos y más rasgados de lo normal, apenas podría ver la esclerótica del ojo distinguiendo sólo su iris oscura. A pensar de ser común amaba como sus ojos se achicaban más al sonreír, apenas dejando una pequeña línea visible de color marrón. A pesar de ser un hombre naturalmente atractivo no había sido eso lo que la empujó al túnel del enamoramiento, fue más su carisma, su forma de respetar los límites pero así saber cruzar la línea cuando ella se sentía débil. Huo la apoyó en todo momento y siempre supo cómo llenar su corazón de bondad. Era alguien puro tanto por dentro como por fuera.

-Si te arrepientes podemos fingir que te desmayas, o decir que tienes náuseas. -susurró.

Una risa burlona se escapó de los labios de la novia.

También tiene un buen sentido del humor, siempre sabiendo qué decir para hacerla reír, aunque en una situación como esta con todos sus sentimientos desbocados cualquier cosa podría hacerla reír.

-Los dos serían un escándalo, además tú familia creería que nos acostamos antes de la boda.

Ambos ya se encontraban subiendo las escaleras para llegar al escenario donde serían presentados y harían los actos tradicionales correspondientes.