Uno.

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Jiraiya se había abstenido de decirle a Tsunade que no solo iba a investigar a Akatsuki, si no que también iba de viaje para encontrar un templo del que había estado leyendo recientemente.
Por lo que sabía era muy difícil de encontrar donde estaba exactamente pero tenía fe en sí mismo.

Se decía que al hacer un jutsu de invocación ahí, se te proporcionaría un arma letalmente poderosa que te ayudaría con lo que tú quisieras.
Pero no solo tenías que llegar y hacer el jutsu, había una serie de pasos que seguir.
Para empezar, tenía que conseguir doce requisitos, cosas raras como vino, herramientas de construcción. Cosas que no tenían nada en común pero pensó que que podía intentarlo, si no funcionaba solo perdería tiempo y ni siquiera era tanto.

Reunió lo que le faltaba en un día, y al siguiente se puso en marcha hacia el templo, por lo que había aprendido, se encontraba en un lugar cerca del océano, en una montaña increíblemente alta. Al estar frente a frente a la montaña, Jiraiya pudo entender porque nadie había escuchado de aquel templo.
La montaña era enorme y a primera vista parecía imposible de escalar; pero nada era imposible para Jiraiya.
Se tomó otro día para subir a la cima de la montaña y encontrarse con el templo que se mencionaba en el pergamino que había encontrado.
Se tomó unos segundos en asimilar lo grande que era aquella estructura, en la entrada había un pequeño cartel en un idioma que él no sabía. Esperaba no significará nada malo.
Entró y se encontró con 12 grandes estatuas repartidas a lo largo de la habitación, cada una tenía un brasero de bronce a sus pies.
Era ahí donde comenzaba su labor.
Tenía que repartir los doce objetos recolectados en esas doce estatuas, después tendría que encender el brasero más grande de todos, el que estaba en el centro y hacer el jutsu de invocación.

Se tomó su tiempo en hacer aquello, a decir verdad trataba de no entusiasmarse demasiado, puede que todo aquello no sirviera para nada pero valía la pena intentar.
Encendió el fuego en el brasero de en medio, y al segundo siguiente, el fuego había saltado a los otros doce braseros, consumiendo con gran velocidad los objetos que ahí había dejado. Jiraiya ya había puesto el pergamino con el sello de invocación delante de él, se mordió un dedo y tomó aire, reuniendo chakra y pensando que era lo que quería.

Necesito algo que cuide de Naruto, algo que lo ayude. Algo poderoso, lo más poderoso que pueda haber.

Puso su mano sobre el pergamino.

—Kuchiyose no jutsu!

Un humo blanco apareció en ese exacto lugar, Jiraiya se hizo hacia atrás, preparándose mentalmente para lo que fuese que apareciera enfrente de él.
Saltó a un lado cuando vió a una chica blandir una espada frente a él, lista para rebanar su cuello.
Jiraiya pensó por un segundo si tal vez sus sucios pensamientos habían intervenido al momento de hacer la invocación y por ello había aparecido ella.

La chica lo veía con una mirada de lobo, parecía que estaba a punto de soltar la espada y simplemente abalanzarse hacía el para matarlo con sus propias manos.


Perceia había pensado que después de todo lo que había hecho por el Olimpo, lo menos que merecía era un año de descanso, pero al parecer las Moiras tenían otros planes para ella pues mientras se encontraba desayunando tranquilamente en el pabellón y al instante siguiente se encontraba en una réplica exacta del Partenón, y con un señor enfrente.
Era obvio que Percy atacaría primero antes de preguntar cualquier cosa, por dos razones: estaba harta de que los dioses la usarán de aquella manera, y no quería volver a perder sus recuerdos otra vez.
Miró al señor de cabellos blancos que estaba frente a ella, tenía una mirada entre confundido y enojado, Percy pudo leer en su lenguaje corporal que se estaba alistando para pelear con ella, y también se dió cuenta de lo confiado que parecía.

La estaba subestimando, pensó.

—¿Quién eres y qué es lo que quieres? —Precy se sorprendió de su propia voz al hablar, era un tono diferente, estaba hablando griego.

El peliblanco la miró con duda, no le había entendido.

Percy frunció el ceño, pero el enojo ya se le estaba pasando, más bien estaba pensando porque ahora la única lengua a la que tenía acceso era el griego.
Le dió la espalda a la persona que la acompañaba y Jiraiya no podía estar más ofendido por aquello pues dejaba ver qué la chica no la tomaba como un oponente en serio.

Percy miró a su alrededor, se acercó a la estatua de su tío Zeus y frunció el ceño, queriendo decirle miles de cosas horribles pero sabía que si lo hacía acabaría calcinada.

Jiraiya se acercó hacia ella pero en su camino, vió un libro entre las cenizas del bracero más grande, lo tomó y al hojearlo se dió cuenta de que estaba en un idioma que no comprendía, por lo que se acercó a la chica y se lo tendió, esperando que ella supiera algo de eso.
Percy miró el libro y lo tomó de sus manos, al instante ambos sintieron una corriente de energía pasar entre ellos.

—¿Qué Hades fue eso? —preguntó ella mientras miraba el libro y su mano.

—¡Eh! Por fin te entiendo —respondió el señor, y Percy alzó las cejas—, ¿puedes entender lo que dice el libro?

Percy asintió mientras lo hojeaba, aunque Jiraiya se percató de que ella empezó a leerlo de izquierda a derecha.
La chica suspiró, cansada.

—Aquí dice que me has invocado para ayudarte en algo. No me puedo ir de este mundo hasta haber completado la misión que me encomiendes, entre otras cosas —dijo ella con tono cansado, como si hubiera pasado por aquella situación cientos de veces.

Jiraiya se sintió mal un momento, nunca había pensando que de aquella invocación saldría una chica, un ser humano al que había quitado de su mundo solo por que quiso.

—Supongo que antes debería presentarme —dijo ella, pues vió que el señor no iba a hablar—. Mi nombre es Perceia Jackson, a sus servicios.

—Mi nombre es Jiraiya —dijo él.

Percy asintió.

—¿Entonces? ¿Cuál es mi misión?

—Necesito que protejas a uno de mis alumnos, su nombre es Naruto Uzumaki.

Una Semidiosa perdida en Konoha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora