Sesenta y cinco.

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Tobirama cumplió las órdenes de Percy, llevándola a la fuente de agua más cercana y dejándola ahí.

El agua se amoldó a su alrededor, como si la reconociera y le ayudara a estar cómoda. 
El Segundo Hokage suspiró, ¿cómo es que había quedado de niñero de una semidiosa?

Percy estaba soñando y como otras veces que simplemente deseaba no hacerlo, está vez incluso lo disfrutó, o más o menos.
Estaba viendo la pelea de los chicos contra Kaguya, cosa que agradeció pues quería saber en realidad que iba a pasar con ellos.

Las cosas parecían ir mal, pero sabía que no podía hacer nada y en realidad eso la dejaba peor, ya no lo estaba disfrutando tanto.
Deseaba poder ayudarlos pero no podía.

Entonces escuchó una voz de chica detrás de ella.

—Tú también vienes a verlos, ¿eh? —fue lo que escuchó, cuando dio la vuelta para encontrarse con esa persona, Percy no podía estar más sorprendida—. Supongo que estabas preocupada.

Rin la miraba con una sonrisa tierna, Percy parpadeó sin poder creérselo.

—¿Eras tú la que estaba con Obito cuando le quitamos los Bijū? —preguntó Percy, recordando que había sentido otra presencia en ese momento.

Rin asintió.

—Siempre lo he estado observando, como él quería —dijo ella mientras volteaba a ver a Obito en ese momento.

El corazón de Percy se enterneció, no tenía que ser un juez del inframundo para saber que cuando Rin entrara a juicio, iría directo a los Elíseos. 

—También he estado observando a Kakashi —le dijo entonces Rin con un tono sugerente, haciendo que la vergüenza creciera dentro de Percy, si no fuera ahora una simple consciencia, probablemente se hubiera sonrojado. Rin soltó una risa cantarina, inocente, y fue entonces que la semidiosa entendió porque a Obito le había afectado tanto su muerte, aquella chica era un sol andante—. Eres una buena persona, solo necesitas poner en orden tus pensamientos.

Percy sabía que tenía razón, ella lo había pensado varias veces, pero que una chica muerta te lo dijera solo hacía que quedara claro lo mal que estaba la situación.

Entonces el sueño es esfumó y la última imagen que vió fue a Rin despidiéndose de ella con la mano y una sonrisa en sus labios.

Percy estaba más que nada confundida, había estado bien mientras observaba a los demás en su sueño pero ahora se encontraba en un lugar oscuro, y casi piensa que está sola hasta que dos figuras aparecieron frente a ella.

—Nos vamos, niñata —le dijo el dios de la guerra, quién la miraba con el ceño fruncido—. Fue divertido, aunque esperaba más muertes.

Percy rodó los ojos.

—Aún te quedaba tiempo de invocación con nosotros pero si no nos vamos tu recuperación será más lenta —le dijo ahora Hades quien la miraba con expresión totalmente neutral—. El poder del titán que invocaste ya se ha ido.

Percy asintió e hizo una reverencia ante ambos, aunque fue más renuente al hacerla ante Ares.

—Sí te lo estás preguntando, ya lidiaron con Kaguya —le dijo Ares, con tono de aburrimiento—. Aunque igual esperaba más sangre y muertes.

—Obito Uchiha murió —dijo ahora Hades.

Y con eso, ambos desaparecieron.

Percy en realidad no estaba triste la escuchar sobre la muerte de Obito pues sabía que había alguien esperándolo.
Había hecho demasiadas cosas malas en su vida, pero también buenas. Percy esperaba que logrará entrar a los Elíseos después de todo, como Luke.

Una Semidiosa perdida en Konoha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora