Una Semidiosa perdida en Konoha.

Treinta y cuatro.

Percy pensaba que la peor consecuencia de la destrucción de Konoha se la llevaba Yamato pues era el encargado de la reconstrucción de las casas y demás, prácticamente estaban explotando al pobre hombre.

La segunda peor consecuencia se la llevaba ella.
Poco después de su regreso a la vida, se había enterado de que Tsunade estaba en coma y ahora el Hokage era un tipo llamado Danzō, el cuál había llamado a Percy tan pronto como le fue posible.
La había interrogado.

"—¿Porque estás aquí? Lo único que tenía Tsunade de ti era que estás en una misión de rango S y por ello tienes un sueldo."

Si por Percy fuera, no le contestaría.
Pero no quería meterse en problemas, Danzō la había amenazado con exiliarla de la aldea si se negaba a compartir información.
Por lo que le contó casi todo: su misión y quién le había llamado.
Y ahora se encontraba ahí, yendo cada maldita mañana a verle la cara a ese hombre pues pretendía hacerla su subordinada.

Le gustaba solo por el hecho de que le había dicho que le ayudaría a entrenar su fūton, cosa que no pudo desaprovechar pues no conocía a nadie más que pudiera enseñarle.
De ahí en fuera lo odiaba pues habían llegado a hablar sobre matar gente.
Percy no era un ANBU, sabía que ellos podían matar sin problemas pero ella no podía, y no lo haría.

En su tiempo libre pasaba a ver a Tsunade, esperando la noticia de que por fin había despertado pues quería que se deshiciera de Danzō, pero hasta ahora su situación era la misma.

Ese día le tocó seguir a Danzō hasta la tienda donde se encontraba Tsunade, habían llegado noticias sobre unos visitantes de otra aldea.

—Esa mujer ya no es la Hokage —fue lo que dijo Danzō mientras entraba a la tienda de campaña, Percy apretó los labios y frunció el ceño, cada día que pasaba cerca de ese hombre era un nivel menos de paciencia—. Yo soy el nuevo sexto Hokage, yo leeré la carta.

Percy miraba sobre el hombro de Danzō, leyendo el contenido de la carta. Frunció al ceño al ver lo que decía.
En la carta avisaba que Sasuke se había unido a Akatsuki y había secuestrado al hermano del Raikage.

Percy se fue de ahí después de escuchar la positiva de Danzō sobre comenzar la búsqueda y captura de Sasuke, nombrado ahora ninja renegado.

—Perceia, ¿a dónde vas? —le preguntó el supuesto sexto Hokage.

—He tenido suficiente de su presencia por hoy, Hokage-sama. Tengo que recordarle que mi misión es cuidar de Naruto —le dijo Percy mientras se marchaba, dejando a algunos sorprendidos por la manera en la que le había hablado.

Aunque lo último que había dicho Percy no era del todo cierto, Naruto ya sabía cuidarse solo, era el héroe de la aldea. Era por eso que últimamente le había rondado la cabeza el volver a casa.
Ya todos sabían que estaba viva y probablemente cuando llegara le darían la misma bienvenida que a Leo cuando llegó con Calipso.
Todos harían una fila para pegarle.

Era algo que no había compartido con sus amigos pues pensaba que esa decisión era de ella y de la Quinta Hokage, una vez que despertara.

Encontró a Naruto, Sakura, Kakashi y Kiba después de un rato, había seguido el olor del peliplata.
Cuando Akamaru la notó volteó a verla y movió su cola, casi tirando a Kiba de encima de él.
Percy le sonrió y lo acaricio un poco para después dirigir su mirada a sus otros tres amigos, que parecían estar discutiendo.

—¿Se puede saber que está pasando? —preguntó Percy, llevando la atención a ella.

—¡Percy! No lo vas a creer, han nombrado un nuevo Hokage y Sasuke... —comenzó Naruto.