Dos.

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A Percy le causaban curiosidad las dos líneas rojas que crecían de los ojos de Jiraiya hasta su mentón.

A Percy le causó ternura lo que Jiraiya le estaba pidiendo que hiciera: proteger a uno de sus alumnos.

A Percy en realidad le estaba dando hambre, cosa que no pasó desapercibida por Jiraiya después de que su estómago se quejara.

—Supongo que lo menos que puedo hacer después de pedirte ayuda es invitarte a comer —dijo él mientras se dirigía a la salida del Partenón, Percy detrás de él—. Vamos, hay un pueblo aquí cerca, puede que haya algún restaurante abierto.

Al salir, Jiraiya volteó a verla y señaló el letrero que había visto al llegar, había reconocido que el idioma era el mismo que se encontraba en el libro, el cuál solo ella podía leer.

—¿Qué es lo que dice ahí? —preguntó él, cuando Percy lo leyó, rodó los ojos.

—Monte Olimpo —dijo ella sin más.

De camino al pueblo, Jiraiya se debatía mentalmente si debía intentar hablar con ella, entablar una conversación para así saber más sobre de dónde venía y que podía hacer, pero cuando volteaba a verla, Perceia parecía tan metida en sus pensamientos, viendo todo lo que la rodeaba que Jiraiya decidió dejarla ser, hablarían en la comida.

Antes de apartar su vista de ella, Percy se dió cuenta de que la miraba, cosa que la hizo sonrojarse de vergüenza, seguro parecía una pequeña niña perdida.

—Es solo que de dónde yo vengo no hay tantos árboles, nunca había visto tanta naturaleza —dijo ella sin agregar nada más.

El resto del viaje fue en silencio.

Al llegar al pueblo, el primer restaurante que encontraron era de ramen, Jiraiya sonrió de lado pues el rostro de Naruto le vino a la mente.

Pidieron ramen y cuando se lo entregaron, Percy miró raro a los palillos, nunca los había usado antes por lo que volteó a ver a Jiraiya e intentó copiar sus movimientos, pronto pudo comer como si nada. El libro pesaba en sus piernas, no lo había leído completo pero había visto ciertos apartados como: Ninjutsus fundamentales, Genjutsu, Taijutsu.

¿Qué Hades era eso?

Percy tendría que pedirle ayuda a Jiraiya para entender todo eso antes de que ella pudiera ayudarle completamente en lo que le había encargado.

—Perceia, ¿cuántos años tienes? —preguntó Jiraiya al terminar de comer.

—Llámame Percy, solo la gente con la que he peleado me llama Perceia —dijo ella mientras una sonrisa se pintaba en sus labios—, y Jiraiya, ¿qué no sabes que preguntarle su edad a una mujer es de mala educación?

Jiraiya soltó una carcajada, no muy seguro de si Percy estaba hablando en serio.

—Tengo 18 años recién cumplidos —dijo ella después de un rato—, ¿por qué?

—Es solo que, al hacer el jutsu de invocación, pensé en que quería la ayuda más poderosa que pudieran darme. Nunca me esperé que aquella ayuda fuera una chica de 18 años.

Percy levantó una ceja.

—¿Me estás subestimando por ser una chica? ¿O por mi edad? Cualquiera que sea, no deberías hacerlo, no sé mucho sobre este mundo, ni si quiera sé si soy la semidiosa más poderosa en mi mundo pero creo en mis habilidades y también creo en que puedo adquirir más y debo hacerlo porque así lo dice este libro —dijo Percy mientras casi le restregaba el libro en la cara—. No sé que es un ninjutsu, no sé que es el chakra pero al parecer tengo que aprender eso y más para poder ayudarte y estoy dispuesta, ni siquiera conozco a Naruto pero ya sé que daría mi vida por él, porque es mi misión.

Una Semidiosa perdida en Konoha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora