Campamento Mestizo.

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Percy llegó al campamento sabiendo exactamente lo que le esperaba, ya había pasado por casa de su madre y le había contado todo, su madre únicamente le sonrió y la abrazó, diciéndole que sí así era feliz, ella también.
Percy amaba a su mamá.

Después de la fila de golpes, hubo una fiesta de bienvenida, todos reían y la saludaban con entusiasmo, Percy Jackson había regresado de su peligrosa misión.

Ella se sentía en parte culpable, se había ganado el permiso de los dioses para regresar a su mundo, incluso había llegado a un acuerdo con ellos para usar Mensajería Iris desde aquel mundo y ahora tendría que despedirse de todos, vió a Annabeth con una sonrisa enorme en su rostro y le dio miedo decirle lo que iba a pasar.
Habían pasado por muchas cosas juntas, habían sido uña y mugre, las cosas siempre parecían ir mejor o por lo menos ser soportables cuando estaban juntas.

—¿Qué pasa, Percy? —preguntó una voz detrás de ella, Percy se dio la vuelta y se encontró a Quirón en su forma de centauro—. Es tu fiesta de bienvenida pero pareces triste, se me hace raro que Annabeth no lo haya notado.

Percy apenas y sonrió.

—Voy a regresar, Quirón —le dijo Percy, el primer paso sería decirle a su instructor—, a ese mundo del que acabo de llegar.

Quirón la miró, sus labios estaban apretados.

—Debe haber una muy buena razón para que quieras dejar este lugar, ¿qué es lo que hace que quieras regresar?

Percy se sonrojo inevitablemente al recordar la despedida que había tenido con Kakashi.

—Me enamoré —le dijo a Quirón, sin más.

El centauro le sonrió, una sonrisa que nunca antes había visto en él pero la podría asemejar a la de un padre orgulloso, feliz.

—Me alegra que hayas encontrado el amor, pequeña. Espero que esa persona sepa valorar tu corazón pues eres una chica increíble —le dijo Quirón para después poner una mano en su cabeza, con cariño.

Percy sonrió grande, hasta ahora había salido bien pero no creía que fuera así con todos los demás.

Pero no se preocupo demasiado, suspiró, ahora mismo disfrutaría su fiesta de bienvenida y mañana continuaría con aquello. 

Al día siguiente se despertó a primera hora y esperó a que sonara la caracola para ir a desayunar, volvía a usar la playera naranja del campamento, había estado tanto tiempo fuera que incluso se le olvidó que tenía que quemar parte de su comida para su padre como ofrenda.

Mientras desayunaba tranquilamente, vió como un plato y un vaso se ponían delante de ella, al alzar la vista, se encontró con Annabeth.

—Buenos días —le saludó, Percy respondió de igual manera, aunque con la boca llena, había extrañado la comida de ese lugar—, ¿quieres ir a entrenar más tarde?

Percy asintió para después seguir comiendo, Annabeth miraba con una sonrisa como su mejor amiga prácticamente aspiraba el contenido del plato.



Percy y Annabeth se encontraron en la arena un rato después, Percy se había adelantado pues necesitaba calentar bastante después de dormir por dos meses.
La azabache notó que Annabeth llevaba una espada de bronce celestial común y corriente, en lugar de la espada de drakon que Damasén le había dado.

—¿Estás lista? —le preguntó la rubia, y Percy asintió mientras sonreía de lado.

Percy rápidamente notó que Annabeth había estado practicando bastante con la espada pues sus habilidades habían mejorado, pero no lograban compararse con las habilidades de la hija de Poseidón después su entrenamiento ninja.
La espada de Annabeth estaba en el suelo y Anaklusmos apuntando a su cuello en menos de cinco minutos.

Una Semidiosa perdida en Konoha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora