Nyoko.

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Nyoko Hatake-Jackson era la hija de en medio

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Nyoko Hatake-Jackson era la hija de en medio.
Una niña con cabello platino y ojos verdes del color del mar, había heredado lo mejor de sus padres.
Kazue a veces la envidiaba un poco pues como ya había dicho antes, a ella le hubiera gustado heredar los ojos de su madre.

Nyoko había sido la consentida de su madre hasta que llegó su hermano menor, por lo que desde ese momento, comenzó a hacer todo lo posible para que voltearan a verla a ella.

No hacía cosas malas, si es lo que estás pensando.

Trataba de ser la mejor en todo, no había salido un completo prodigio cómo Kazue, se había esforzado bastante para llegar a dónde estaba.
Se graduó de la academia a la de edad de 9 años y se convirtió en Chūnin a los 10, no tan sorprendente como su hermana pero lo había hecho, los niños de su edad seguían en la academia.
Incluso, al ver que había heredado ciertos rasgos de su madre, había intentado probar si tenía los poderes que Percy tenía sobre el agua, su madre incluso había tratado de ayudarle pero había sido inútil.
Ella no tenía ese don, así como tampoco podía hablar con los pegasos, los caballos o las criaturas marinas.

Entonces ya que no había podido controlar el agua como su madre, había entrenado Suiton, a pesar de que tenía más afinidad con el Fūton.

Nyoko era una de las mejores amigas de Sarada Uchiha, las dos parecían entenderse muy bien.
Ninguna tenía mucho tiempo para jugar, o hacer lo que los demás niños de su edad hacían, ambas se esforzaban para mejorar su fuerza, su inteligencia.
Nyoko no sabía las razones de Sarada, pero ella sabía que quería sorprender a sus papás, sentía que si no lo hacía, la dejarían de lado.

Ese día, se había quedado en casa de los Uchiha. 
Era bastante temprano pero las dos pequeñas ya estaban despiertas y prepararon el desayuno entre las dos, así que cuando Sakura se levantó, únicamente les ayudó a arreglar la mesa y se sentaron juntas a comer.

Nyoko siempre había tenido curiosidad sobre quien era Sasuke Uchiha, el padre de Sarada, pero sabía que su amiga ni siquiera recordaba a su padre pues no lo veía desde que era muy pequeña así que nunca tocaba el tema y cuando lo hacía en su propia casa, su padre cambiaría el tema tan pronto como pudiera.

—Hoy es el gran día de Naruto —dijo Sakura, cuando terminaron de comer y mientras comenzaba a levantar los platos—. ¿Te vas a quedar con nosotras, Nyoko?

—Creo que no, mamá dijo que teníamos que acompañar a papá todos —dijo ella, mientras también ayudaba a levantar las cosas de la mesa.

Entonces, alguien tocó a la puerta.

—Yo voy —dijo Sarada mientras se apresuraba a la entrada, cuando regresó, venía acompañada por una chica dos años mayor que ella.

—Nyoko, es hora de irnos —le dijo Kazue a su hermana, no sin antes saludar a Sakura.

—¿Y mamá? —preguntó ella, cuando salieron de la casa.

—Fue a buscar al pequeño —dijo Kazue mientras comenzaba a andar de regreso a la Mansión Hokage—. ¿Cómo te la pasaste con Sarada?

—¡Bien! Sakura-san llegó bastante tarde por lo que pudimos ver películas en la sala —dijo Nyoko, con un tono de emoción en su voz. Kazue sonrió bajo su máscara y despeinó a su hermana más de lo que ya estaba, ella si seguía el estilo de su padre con el cabello platino desordenado.

Cuando llegaron a la oficina del Hokage, se encontraron con que Shikamaru también estaba allí, quien las saludó con una sonrisa y un movimiento de su mano mientras revisaba los papeles que había en el escritorio. Su padre lo miraba reclinado desde su silla.

—Te dije que ya todo está listo —dijo el peliplata mientras miraba con cansancio a Shikamaru.

—¡Papá! —grito emocionada Nyoko mientras se apresuraba a ir a los brazos de su padre, quien la recibió gustoso. 

—¿La pasaste bien con Sarada? —le preguntó su padre mientras veía a su pequeña a los ojos, quien asintió efusivamente—. Me alegro, ¿alguna sabe donde está su madre? Ya debería de haber llegado.

—Fue a visitar al tío Naruto —respondió Kazue mientras se acercaba también a su padre y se dejaba caer encima de él—. De paso fue a recoger al pequeño demonio que llamamos hermano.

Kakashi la miró con las cejas levantadas.
Su hijo mejor en ese momento tenía ocho años, y no era un secreto que había heredado la hiperactividad de su madre por lo que siempre se encontraba corriendo por toda la casa, con ganas de jugar y la única que podía llevarle el ritmo era la propia madre pues sus hermanas se cansaban después de un rato de jugar con él.

Nyoko tenía dos años cuando su hermano había nacido, no recordaba mucho pero algo que tenía muy presente en su mente es que su abuelo se había presentado ese día. 
Y no se refería a Paul, el esposo de Sally, si no a su abuelo Poseidón.

Una Semidiosa perdida en Konoha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora