El sol entraba por su ventaja rozando sus mejillas. Él, acompañado de un bostezo, estiraba su espalda para acabar aquel gesto con una sonrisa. Le encantaba despertarse con la luz del sol. Hacía tiempo que no bajaba la persiana antes de dormir, aquello solo ocurría alguna noche que se había quedado despierto estudiando o compartiendo alguna serie con su compañero de piso y no tenía responsabilidades a la mañana siguiente.
Ya no tenía que madrugar pero a él le gustaba esa rutina. No solía dormir demasiado. Se puso un pantalón corto de chándal para estar en casa. Empezaba a hacer calor y eso que era bastante temprano. Salió de la habitación hacia el baño para lavarse la cara. "Necesito un corte de pelo", pensó cuando se miró y vio su flequillo rubio caer hasta los ojos. Se secó con una toalla y volvió a ponerse sus gafas.
Se dirigió a la cocina, puso la cafetera a funcionar y unos segundos después entró su compañero de piso. Se giró sonriendo y abrió los brazos para recibir aquel cálido abrazo que su amigo siempre le proporcionaba. Sería difícil describir la conexión que tenían casi desde el momento en el que el chico le escribió para decirle que él también buscaba piso. Ambos estudiaban en el conservatorio pero su amigo se dedicaba al piano, él a la guitarra. Compartían pasión, gustos musicales y gran parte de su personalidad. Ambos eran reservados, divertidos cuando encontraban la confianza suficiente, responsables, creativos y cariñosos.
-Buenos días, Flavio - dijo el rubio con la voz todavía tomada.
-Buenos días, bebé - respondió.
Flavio cogió dos tazas, dos cucharillas y el azucarero. Sacó la leche de la nevera y se apoyó en la encimera esperando que el café estuviese preparado. El rubio por su parte, se apoyó en la pared observando también como el café salía y el olor inundaba aquella pequeña cocina. Flavio repartió el café en ambas tazas poniendo en una tres cucharadas de azúcar y una en otra. Nunca entendería como su amigo decía que le gustaba tanto el café si bebía prácticamente azúcar. Dio un primer sorvo impaciente y dándose cuenta que debía esperar si no quería quemarse la boca comenzó una conversación.
-Ayer me quedé dormido antes de que llegases, Gèrard - pronunció su nombre de una forma exagerada como siempre le gustaba hacer, haciendo así que si compañero sonriese - ¿Que tal fue la clase de guitarra con la chica nueva?
-Bastante bien, mucho mejor que con los niños. La chica sabe más de lo que esperaba. Tiene canciones con unas armonías maravillosas, es una artista. Quiero presentartela, hace maravillas. -dijo bastante ilusionado. - Sólo quiere aprender un poco de técnica, no creo que esté mucho tiempo con ella. Tiene mucha intuición, no me necesita.
Removió el café para dar un gran trago. Estaba feliz por impartir clases a aquella chica porque de esa forma conoció su música pero también le daba rabia que no se valorase lo suficiente el trabajo de algunas personas. Sonrió a medias mirando a su amigo. Sabía que no hacían falta muchas más palabras. La mayoría de veces entre ellos sobraban.
-¿Porqué crees que no se valora el arte lo suficiente? - preguntó el rubio ahogando un suspiro.
Flavio encogió los hombros. No tenía respuesta que calmara aquellas dudas y, como siempre hacía en esos casos, permaneció callado. Terminaron su café, recogieron la cocina y se dirigieron al salón. Era el primer sábado de verano y no se les ocurrió mejor idea que hacer lo mismo que cada sábado de los nueve meses anteriores: tocar, componer y cantar alguna canción que ya se sabían de memoria.
La quinta llamada de su amiga volvió a despertarla. Eran las doce de la mañana y sentía ganas de matar a la persona que más la cuidaba en el mundo, aunque en ese momento esa descripción ni pasase por su cabeza. Había colgado cuatro veces pero sabía que si volvía a hacerlo se presentaría en la puerta de su casa. Entornó los ojos y descolgó el teléfono.
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Mírame
RomantiekHay miradas de muchos tipos. Miradas de odio, miradas de reproche, miradas de compasión, miradas de ilusión, miradas de admiración, miradas de placer... Todavía no había encontrado la manera de definir aquella mirada y eso que a ella nunca le falta...