24 de Julio

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Los días en Ceuta recargaron cada rincón de su ser. Los besos de sus padres, los abrazos de sus hermanas y las cervezas con sus amigos de siempre habían hecho que ese verano todavía fuese mejor de lo que ya estaba siendo. Disfrutó, como quería, cada segundo. Visitó todos sus sitios especiales, haciendo fotos de algunos para Anne. La playa había calmado todos los restos de dudas que quedaban en él, y aunque no lo superiera, en ella. Irse le costó pero saber todo lo que le esperaba le reconfortaba.

La despedida fue corta. No les gustaba ser dramáticos. Seguro que Gèrard volvería pronto. El viaje de vuelta lo pasó entre música, mensajes con Anne, Flavio y Anaju, que ahora tenían un grupo los cuatro, notas en su libreta y algún sueño rápido.

Gèrard llegó a casa cargado con su maleta, la guitarra que no podía no llevar consigo y una bolsa llena de comida que su madre había preparado. Eran casi las doce de la noche pero la luz del salón seguí encendida. Dejó la comida en la cocina, sin colocar. Se moría de ganas de ver a Flavio y aquello podía esperar. Llegó al salón y encontró a su amigo dormido en el sofá. Había estado esperándole despierto. No podía pedir más. Había vuelto de su hogar para llegar a otro.
Se acercó a él para despertarlo y este abrió los ojos dándole un susto.

- Era una broma, Gèrard - dijo abrazándole. - Si estaba nervioso por tu vuelta, no podía dormir.

- Eres imbécil, de verdad - digo con su cabeza apoyada en él. - Te he echado de menos, tío.

Estaban abrazados y molestándose a la vez uno al otro cuando sonó algo en la habitación del rubio. Él se separó de su amigo mirándole con cara preocupada. Flavio llevó una mano a su frente mientras se reía. Gèrard no entendía nada. La puerta se abrió dejando ver a Anne. No sabía si era que esos diez días le habían hecho estar más guapa o que hacía mucho que no veía aquella cara en calidad alta pero estaba preciosa. Llevaba su pantalón gris y una camiseta que habría sacado de su armario. Su pelo despeinado y ningún maquillaje. Avanzó hacia ella mientras le preguntaba con sus ojos qué hacía allí.

- He estropeado la emoción pero... - dijo cuando él ya estaba sujetándola de la cintura. - Sorpresa.

El dejó un beso en su mejilla y la abrazó. Fue el abrazo más sincero y profundo que se habían dado. Diez días habían bastado para echar de menos el contacto físico con el otro. Se miraron a los ojos con la misma intensidad de siempre, deseando invadir la mente del contrario. Pasaron unos segundos así, sin decir nada.

- Te he echado de menos.

- Y yo a ti, rubio.

Entre los tres deshicieron la maleta de Gèrard y le ayudaron a colocar las cosas para ir más rápido. Este cogió su móvil para avisar a sus padres de la llegada y de paso comentar la sorpresa de la chica. 00:27. Mierda. Estaba la madruga del cumpleaños de la chica con ella y esta, según Anaju, si sabía que él lo sabía descubriría la fiesta sorpresa. Él, que no tenía pensado verla hasta ese momento, aceptó las indicaciones de Anaju. Ahora era diferente. La tenía allí.
Miró a Flavio señalándole su teléfono. Entendió todas sus dudas. Él solo se encogió de brazos sin saber que era lo mejor. Y, terminada la maleta de deshacer, les dejó solos.

Anne se abalanzó sobre el rubio cuando se fue. Necesitaba besarle y eso fue lo que hicieron durante horas que pasaron como minutos. Se dieron todos los besos que esos diez días habían faltado. Cuando pararon para coger aliento, Anne miró su móvil viendo sus mensajes de cumpleaños. No podía no decirle al chico que día era, aún a sabiendas de que la mataría por no haberlo hecho antes. Bloqueó el teléfono y suspiro. Gèrard paso su mano por su mejilla al oírla y la miró de cerca.

- ¿Pasa algo?

- Es mi cumpleaños - soltó sin más.

- ¿Qué? - preguntó el chico intentando disimular.

MírameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora