El sábado Anne se despertó casi al medio día. El calor hizo que saliera de sus sábanas sudando. Fue al baño a lavarse la cara e intentar apaciguar la temperatura que el final de Junio estaba trayendo. Después de esto se dirigió a la cocina dónde encontró a sus padres. Si iba a pasar la noche fuera, tenía que contárselo. Sus padres nunca habían sido muy estrictos, tampoco ella había sido demasiado rebelde. No solía salir mucho de noche, las discotecas no eran lo suyo. No bebía nada con alcohol quitando las cervezas que tomaba de vez en cuando y la música de aquellos sitios tampoco le apasionaba. Y aunque sus padres a esa edad ya no le controlasen mucho, no aparecer por casa hasta a saber cuándo del día siguiente sin decir nada, no le parecía la mejor opción. El único problema que veía es decirles que se quedaba en casa de Gèrard, quién para ellos era un desconocido. Sus padres eran conscientes de que ya no era una niña, que había tenido pareja e incluso había pasado varias noches en casa de si ex con su consentimiento. El problema no era ese. No mentía nunca y esto no era un motivo para hacerlo. Solía contarle las cosas importantes a sus progenitores pero veía difícil explicar aquella historia tal y como era. Decidió simplemente esperar a que le preguntasen.
- Hoy voy a ir a un concierto en un bar, acabará tarde. No duermo en casa.
- ¿Duermes en casa de Ana Julieta? - preguntó si padre mientras apartaba la comida.
- No, están sus primas aquí, ella ni siquiera viene - se limitó a contestar.
- ¿Dónde te quedas? - su madre fue directa, sabía leer las miradas de su hija y había algo que no le estaba contando.
- En casa de Gèrard - replicó mientras su madre la miraba con muchas más preguntas que no hicieron falta hacer. - Es... un chico que he conocido, toca la guitarra en algunas partes del concierto y me ha invitado.
Su madre la miró sonriendo mientras comenzaban a comer, era evidente en su tono y su nerviosismo que Gèrard no era un simple chico pero sus padres, que ante todo eran prudentes, no preguntaron más y comenzaron a hablar sobre temas comunes. Anne lo agradeció, sabía la suerte que tenía al tener unos padres con aquél comportamiento. Recogió la cocina con ellos y fue a la ducha. Decidió maquillarse un poco y ponerse una falda negra con un top lila. Metió en una mochila ropa para estar cómoda por la noche, el cepillo de dientes y el cargador de su móvil. Revisó el móvil y leyó un mensaje del rubio diciéndole que saliera hacia el piso. Así lo hizo.
Después de soltar sus cosas en casa de los dos amigos, Flavio la invitó a escuchar una de sus nuevas creaciones mientras Gèrard se acababa de peinar. Le encantaba aquel chico. Estaba segura que era una persona asombrosa por lo poco que le conocía y lo mucho que le contaba Gèrard. Sabía que si eran mejores amigos es porque era especial. Lo podía ver en sus gestos, la delicadeza con la que trataba todo, el respeto con el que hablaba y en como sus manos se movían por el piano. Solo le salió aplaudir cuando acabó de tocar y la sonrisa de Fla inundó el salón. Estaba segura de que también serían grandes amigos.
Gèrard salió segundos antes del baño y se dedicó a mirar la escena desde el pasillo. Anne no pudo parecerle más tierna cuando aplaudió a su amigo. "También son almas gemelas" pensó, es que si Flavio y él eran iguales, Anne encajaba perfectamente en aquél dúo. Casi se le cae la baba al ver que la chica abrazaba al moreno tras su sonrisa. El apareció despacio para no romper aquel momento, tenían que irse pero él se quedaría horas observando como sus dos personas favoritas, quitando a su familia, se fundían en un abrazo.
-Chicos - dijo casi susurrando haciendo que un último apretón acabase con su abrazo.- Tenemos que irnos ya, hay que hacer la prueba de sonido antes de que abran el bar.
Los dos asintieron sonriendo a Gèrard, ninguno habló porque aquel abrazo lo había dicho todo. Gèrard cogió la guitarra, un par de cables, les señaló el pasillo para que pasasen delante y abrieran la puerta. Unos quince minutos después, con poco aliento, llegaron al bar. Allí ya estaba Maialen con otro chico que supusieron que era el dueño. Llamó a Gèrard, les presentó para comenzar momentos después a montar los cables y regular el volumen de las guitarras y el micrófono.

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Mírame
RomanceHay miradas de muchos tipos. Miradas de odio, miradas de reproche, miradas de compasión, miradas de ilusión, miradas de admiración, miradas de placer... Todavía no había encontrado la manera de definir aquella mirada y eso que a ella nunca le falta...