Amor

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Maialen estaba más tranquila que en el anterior concierto. Parecía incluso que aquel escenario era más pequeño. La cercanía que había experimentado con Bruno, también ayudaba. Le hacía gracia la cara que había puesto Gèrard cuando se habían saludado con un pico y ella, sin respuesta concreta, se había encogido de brazos. Esa vez la prueba de sonido la hicieron solos. Verla una vez, estaba bien, pero tampoco había que pasarse.

Anne, Flavio y Anaju, que esta vez se había unido para conocer por fin la música de la chica, llegaron un rato antes del concierto. Se saludaron amistosamente y, como ya sabían, Anaju y Mai encajaron perfectamente. Gèrard fue a la barra para hablar con Bruno mientras Anne y Flavio le observaban, la sonrisa del moreno le sorprendió e intrigó a la vez. Al volver, ella se interpuso en su camino.

- ¿Pasa algo? - preguntó sin saber bien como enfocar aquella conversación.

- Estaba pidiendo una cerveza para bajar un poco los nervios.

- ¿Y dónde está? - volvió a preguntar con el ceño fruncido.

- Eh... me ha dicho Bruno que ahora me la trae - dijo acercándose al grupo para no concluir la conversación y que la perspicacia de aquella chica hiciera que su sorpresa se arruinase.

Mai se subió al escenario mucho más segura, el rubio también. Ambos habían conectado más aún. Y aquel escenario les había hecho sentir una avalancha de sentimientos la última vez. Estaban felices, haciendo y siendo música. Flavio disfrutaba como un niño pequeño, amaba los directos. En alguna canción más movida, cogía las manos de las chicas para voltear las sobre sí mismas. Gèrard reía al verle disfrutar, se sentían vivos juntos en el mismo lugar. Anne no podía evitar desviar su atención de Maialen para mirar las manos del chico. Eran tan delicadas, tan finas, tan fuertes y tan seguras a la vez. Anaju estaba prácticamente alucinada, la música de Maialen la inundaba.

Varias canciones después, entre saltos, emoción y muchas sensaciones que no tenían ni una definición concreta. Maialen anunció el descanso del concierto, bajó del escenario y fue hacia Bruno en primer lugar. Al dirigirse a él, este señaló el escenario. Mai no se lo podía creer y boquiabierta vio al chico cambiar su guitarra eléctrica por la acústica.

- ¿Quién le ha convencido?

Miró a Bruno y se encogió de hombros. Paso su vista por el local y encontró a los tres amigos. Anne estaba mirando cada pequeño gesto de Gèrard y su rostro además de lleno de emoción, parecía sorprendido. Anaju estaba mirando a su amiga sonriendo, ella tampoco sabría nada. Y su última mirada, hacia el más alto, fue la que le hizo descubrir quién podría ser el responsable de aquello.

Flavio estaba orgulloso de su trabajo. El día anterior, cuando Gèrard volvió del ensayo le contó lo que había pasado. Todo había quedado claro entre la chica y él, estaba feliz, se sentía lleno. El moreno aprovechó ese momento de plenitud para convencerle de tocar. Le hizo prometerlo. A la mañana siguiente Gèrard se despertó con esa promesa y supo que era el momento de enfrentarse a subirse sólo a un escenario. No le dijo nada a nadie, solo a Bruno para que estuviese preparado. Y allí estaba ahora, viendo como Mai se acercaba a su grupo para parar un brazo por encima de Anne y Flavio asentía orgulloso.

- Eh, hola, bueno, yo... soy Gèrard - respiró mirando a los ojos a Anne. - Acompaño a Mai pero también me gusta cantar y... he decidido animarme a hacerlo. Espero que os guste.

Las últimas palabras se fusionaron con el primer acorde de la canción. Había decido tocar Wicked Game, esa canción era muy especial y no estaba preparado para enseñarle a tanta gente las que había compuesto él. Casi le convence de aquello su amigo también pero sabía que iba a ser demasiado arriesgado, los nervios podrían traicionarle y fue a lo que le pareció más seguro. Cantarle esa canción, a ella, como la primera vez que lo hizo pero sin oír como ella susurraba. Aunque pudiese ver como sus labios se movían cantandola con él. No separaron las miradas en ningún momento. Todo el público fue consciente de esa conexión y ellos no intentaron esconderla. Cuando las últimas notas de aquella canción sonaron, sonó un aplauso que rompió aquel momento.

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