Arte

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A pesar de la nota de la Anne, la noche que habían pasado y la promesa de que sólo le bastaba que la mirase como siempre, el miedo le atrapó también. No se había planteado aquello hasta que la escuchó hablar. No había tenido tiempo de pensarlo hasta esa tarde. Quizá sí que estuviesen avanzando demasiado rápido. La tarde del jueves la pasó solo, en su habitación. Sin hacer nada que no fuese estar dentro de su cabeza. Escuchaba la música de su amigo al otro lado de la puerta pero no salió en busca de su consuelo. Necesitaba sentarse a pensar todo lo que no había hecho. Días antes se había propuesto dejarse llevar y eso había hecho. Disfrutar de cada pequeño detalle que ella aportaba a ese verano. Era luz, no tenía ninguna duda. No le daba miedo que ella le hiciese daño, era imposible. Su temor era la situación. Ella teniendo en su cabeza que podía traicionarla. Sabía que eso no lo cambiarían una noche entre sábanas y la promesa de cuidarla. Una lágrima resbaló por su mejilla, sin saber muy bien el motivo. Y recogiendo la con su mano, supo que se debían algo.

Al salir a cenar, no mencionó el tema. Fue Flavio el que habló diciéndole que había pasado unos días hablando con Samantha, compartiendo mensajes sin mucha profundidad. Al principio, le contó, estaba ilusionado pero al conocerla un poco más supo que no encajarían del todo. Aún así, estaba dispuesto a compartir más momentos con aquel grupo. Gèrard no intervino demasiado. No tenía ganas de conversar y, con la excusa de estar cansado por la noche anterior y tener que trabajar al día siguiente, se fue a su habitación de nuevo para quedarse dormido con sus pensamientos. En otro momento le contaría todo a su amigo y atendería más sus palabras.

Anne y Anaju despertaron juntas, la pequeña no había dejado que su amiga volviese a casa. Vieron, como siempre, su serie favorita hasta que el suelo pudo con ellas. La morena estaba abrazada y acurrucada en ella, sin duda se encontraba mucho mejor y estaba segura de que en unos días todo lo de Rafa habría desaparecido de su cabeza. No era tan importante. Estar juntas siempre acabando sanando todas sus heridas.

Anne se sorprendió al mirar su móvil y no ver ningún mensaje. "Se habrá despertado con la hora justa", pensó. A la hora de salir del trabajo, tampoco le escribió. Ni siquiera por la tarde. No tenían conversaciones profundas a través de aquel aparato pero cada día compartían mensajes que siempre comenzaba él. Era algo no escrito, el chico tenía más responsabilidades y ella, para no interrumpirle, dejaba que fuese él el que la buscará. "Mañana tienen concierto, estará nervioso".

Anaju pasó el día en su casa, otra vez. No quería despegarse de su amiga. Anne no le dijo lo que rondaba por su cabeza, la morena había estado preocupada y ella no tenía motivos para vivir un drama.

Gèrard se despertó con las dudas más profundas que nunca. No tenía intención de separarse de la chica pero si pasaba, por cualquier motivo, ella iba a volverse a romper. La conexión estaba, la música, los versos, eran arte juntos. Aquello lo complicaba todo más. Separarse, si tenía que pasar en algún momento, iba a ser un volcán de emociones. Tragó saliva. No sabía que hacer. Su cabeza estaba tan sumergida en esos pensamientos que tuvo el peor día de trabajo en mucho tiempo. Comió sin muchas ganas y evadió las preguntas de su mejor amigo unas diez veces. Durmió toda la tarde para no pensar. No se dió cuenta de no haber interactuado con Anne en todo el día hasta ese momento, cuando salió de casa. Le dejó un mensaje diciendo que salía a las diez. No lo leyó.

Estaban las dos chicas en el parque cuando, a las ocho menos dos minutos, pasó Gèrard hacia la casa de Mai y, señalando el móvil para que Anne lo mirarse y saludándoles con el brazo. Tenía prisa como para pararse hablar con ella en ese momento. Tampoco sabía que decirle. Anaju se dió cuenta de lo que pasaba, tampoco que había que ser la persona más inteligente del mundo. Miró a Anne acariciándole la mano. Ella miró el móvil para encontrarse un mensaje seco. "Salgo a las diez" y fin. Anaju le preguntó sin decir nada.

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