Anne se despertó con las llamadas de Anaju. El día anterior no había respondido a sus mensajes. Estaba en una nube cuando llegó a casa y eso hizo que se quedará dormida enseguida. La noche había acabado con un par de pizzas, otra cerveza y alguna que otra canción a la guitarra. Gèrard volvió a cantarle mientras sus ojos conectaban. La despedida le sabio a poco, a él también. Se dieron un abrazo y el rubio le dejó un beso cerca de la mandíbula. Esa noche había sido un antes y un después así que decidió que su amiga necesitaba aquella información. Estuvo más de una hora contándole detalles por teléfono, como eran sus manos, la delicadeza de sus movimientos cuando la rozaba y la voz que tenía, todo, otra vez, menos aquella mirada. Quedaron en verse esa tarde para pasar un rato juntas.Gèrard se permitió estar en la cama más de lo habitual pero un Flavio deseoso de información llamó a su habitación, lo que no era muy común. Había visto la cena en la cocina y, aunque sabía que sería improbable, temió que la chica estuviese ahí. Gèrard gruñó para que entrase. El moreno se sentó en la cama abriendo los ojos para que le contase todo. Él no tenía demasiado que contar, el resto de día lo habían pasado medio abrazados, acariciándose y hablando lo justo, habían cenado haciéndose de reír y cuando ella se fue...
- No fui capaz de darle un beso, Fla - dijo bastante serio. - Sé que solo es un beso pero quiero que sea especial. No sé, tío, no sentía que fuese el momento.
Acabó con un suspiro y Flavio sonrió, su amigo era un romántico y no tenía remedio. Y eso que Gèrard no le había contado que hoy hacía una semana, una semana del momento en el que sus ojos conectaron por primera vez. Volvió a mandarle un mensaje a Anne.
Gèrard
tengo clase de 9 a 10
10:58 ✓✓Anne
he quedado por la tarde
estaremos en el parque, por si quieres
pero a las diez te espero
11:04✓✓Gèrard decidió salir un poco antes de casa para pasarse a saludar antes de su clase. Mentiría si dijese que no le ponía nervioso dirigirse a aquel lugar. Eran nervios buenos, pero nervios al fin y al cabo. Cargado con su guitarra salió del metro para ver unos metros más adelante a Anne con otra chica. Era morena, tenía un pelo precioso y era bastante guapa. Sonrió desde lejos tocando el hombro de su amiga. Gèrard les devolvió la sonrisa acercándose al banco.
- Ella es Ana Julieta - dijo Anne - pero todo el mundo le llama Anaju.
- Encantado, soy Gèrard - dijo acercándose a ella para darle dos besos.
No había saludado a Anne de ninguna manera porque no estaba seguro aún de cómo hacerlo. Las chicas le contaron que llevaban ahí toda la tarde debatiendo sobre cuál era la mejor película de la historia pero nunca llegaban a ninguna conclusión. Estuvieron un rato hablando antes de que Anne se acordase de algo.
- Oye, Gè, tocale a Anaju la canción que me gusta, la tuya, porfi - dijo haciendo pucheritos al ver que al rubio casi le da algo con su petición.
- Con esa cara no me has mirado nunca y me la pones ahora ¿no? - le dijo entornando los ojos pero sacando la guitarra.
La melodía comenzó a sonar y Anaju se apoyó en el hombro de su amiga. Gèrard estaba de pie mirando a Anne, no podía evitarlo, sus ojos iban solos hacia ella. Anaju miraba a ambos, ahora entendía lo que decía su amiga. No separaron su mirada ni un segundo mientras esas notas salían. Le pareció una de las cosas más bonitas que había visto nunca. Eran mágicos juntos.
La canción acabó y con ella aquella mirada. Hubo unos segundos de silencio que la morena cortó comentando lo mucho que le había gustado. Anne asintió diciendo que sabía que le encantaría. Gèrard se despidió para ir a clase.
- Nos vemos luego ¿no? - dijo mirando a Anne. Esta asintió y él dejó un beso en su frente acompañado de una pequeña caricia. - Encantado, Anaju.
En cuanto el chico se dió la vuelta Anaju comenzó a decirle a su amiga lo mono que era, lo especial que se veía y le pidió que se olvidase de sus palabras de hacía unos días. Aquel chico sería incapaz de hacerle daño. Anne ya había llegado a aquella conclusión, estaba más implicada en aquello de lo que la morena pudiese imaginar. Se despidieron para que Anne subiese a cenar antes de volver a ver al rubio. Comió algo rápido, cogió de nuevo su sudadera favorita y volvió a bajar.
Gèrard disfrutó de una clase maravillosa con Mai. Acabaron una canción que ella tenía a medias prometiendo hacer un dúo algún día. El chico estaba especialmente inspirado y ella lo notaba. Tenía una luz especial esos días. A las diez y cuarto se fijó en la hora, Anne estaría esperando. Terminaron de pasar a limpio algunas notas y Mai le dijo que ella acabaría de recoger. Bajó corriendo sabiendo el poco tiempo que le quedaba con la chica. Se maldijo por no haber mirado la hora antes. Siguió caminando rápido hasta llegar al parque. Allí estaba ella mirando su cuaderno.
- Perdona por llegar tarde, no me he dado cuenta de la hora - dijo sentándose al lado de ella mientras ella negaba con la cabeza.
Ella le cogió la mano acariciándola. Él hizo lo mismo. Sus manos se acariciaban la una a la otra, se entrelazaban y enredaban sus dedos. Gèrard sacó su lengua para mojar sus labios y Anne miró su boca atentamente. Ninguno quería romper aquel silencio. Estaban disfrutando de aquel momento como si fuese eterno. Gèrard subió con sus caricias por el brazo de la chica hasta llegar de nuevo a su mejilla. Ella sonrió dejando un beso en aquella mano. Sintió que no podría aguantar más, que sus labios necesitaban rozar los contrarios, que las caricias ya no eran suficientes. La mano de Gèrard volvió a sostener la suya. Ella se deshizo de aquella piel para subir sus dos manos hasta cogerle la cara. Se acercó despacio a los labios del chico pidiendo permiso, él acercó su rostro mojando de nuevo sus labios. Podían sentir la respiración del otro incluso el latido de sus corazones. Sus bocas estaban a milímetros, sintiéndose de lejos y esperando acariciarse. Entonces, Anne, acabó con aquella larga espera y besó aquellos labios. Sus bocas conectaron en segundos. Fue un beso lento, tranquilo. Las manos de la chica paseaban por el cuello y el pelo del rubio. Las manos del chico se enredaban en su pelo.
Los dos a la vez se separaron sonriendo. Él volvió a acariciar su rostros mientras ella seguía acariciando su cabeza. Se abrazaron casi con más ganas que con las que se habían besado. Recorrieron sus espaldas con caricias hasta volver a separarse para mirarse. Sus ojos sonreían casi más que sus labios.
- Hoy hace una semana que nos vimos por primera vez - dijo Gèrard cogiendo de nuevo su mano necesitado de aquel roce.
Ella solo asintió, no tenía más palabras y sabía que el rubio tenía que marcharse. Acarició una vez más aquel cuello en el que pasaría horas. Él se levantó para coger su guitarra. Ella le cogió la mano y lo acercó a ella para dejar otro corto beso en sus labios y susurrar un adiós con el que Gèrard casi se muere. Con una última caricia en la cara de Anne, se fue. Ella, como de costumbre, abrió su cuaderno.
Susurras más alto de lo que crees,
pido permiso para entrar.
Rozarte por primera vez,
sentir dentro un huracán.
Mis sentidos se aceleran,
mi respiración se une a ti.Deslizas tus manos,
pasean por mi piel.Abrazos que no terminan,
palabras que no necesitamos,
caricias mis mejillas encendidas,
te despides hasta el próximo asalto.
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Mírame
RomanceHay miradas de muchos tipos. Miradas de odio, miradas de reproche, miradas de compasión, miradas de ilusión, miradas de admiración, miradas de placer... Todavía no había encontrado la manera de definir aquella mirada y eso que a ella nunca le falta...