Epílogo IV

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12 de Junio de 2030

Hace demasiado tiempo que no te escribo una carta, más de lo que debería haber dejado pasar. No he podido imaginar un regalo mejor que mis palabras, espero que sea suficiente para ti.

La rutina, el cansancio y las responsabilidades han hecho que retrasará el momento de ponerme a escribir y esté dibujando estas letras el mismo día que deben ser entregadas.

Sigo siendo un desastre, tú bien lo sabes. No hace ni diez minutos que he tropezado en la escalera. Sigo siendo la misma niña que bajaba al parque a escribir, con el pelo más largo y más cuadernos llenos.

Tú, amor, sigues siendo el mismo niño que tocaba, con menos vergüenza y una guitarra mejor. Somos los mismos que se cruzaron esa noche

Si viniera alguien a decirme que han pasado diez años desde que me crucé con tu música, seguramente no le creería. Sólo el calendario hace que ese número sea real.

Ese día en el que tus acordes mayores inundaron mis entrañas y tus ojos se cruzaron fugazmente con los míos.

Puede ser que en ese momento me imaginaste toda una vida contigo, puede ser pasara por mi cabeza el no separarme nunca de esos ojos tan verdes que no conocía.

Puede ser que me prometieses esa noche en mis sueños todo lo que hemos cumplido. Te escribí como te escribo ahora pero desconociendo lo que eras.

No podría haberte puesto los adjetivos que te puedo poner ahora, no podría haber hablado de ti con el cariño que se tiene con una pareja después de tanto tiempo ni podría haber descrito tu mirada como ahora.

Diez años de la noche mágica como me gusta llamarla ya que trajo a mi vida muchas de las cosas que tengo y soy ahora.

Seis años de la noche con menos cabeza que posiblemente hayamos vivido juntos, no me arrepiento.

La noche en la que nuestros cuerpos se entrelazaron sin hablar. Arrancamos nuestras prendas sin saber que sería de nosotros. No hablamos, ni una palabra. Nos quisimos de una manera distinta. Un año nos costó que todo volviese a la normalidad, que nuestros encuentros fuesen un poco más música que sexo.

Cinco han vuelto a pasar, cinco años de madurez, de calma, de olas apaciguadas y miradas serenas.

Celebraciones por cada canción, besos por cada poema, regalos por cada estación.

Cinco años de sentar la cabeza, de tu siendo el músico qué soñaste y yo la periodista que sé.

Cinco años de seguir con nuestra gente. De compartir la adultez con quiénes nos vieron ser niños. Ya sabes que les quiero tanto como a ti y me es inevitable no mencionarles. En todo este tiempo hemos crecido tanto todos.

Flavio siendo uno de los mejores pianistas de este país, cumpliendo sus sueños y dejándose ver por aquí de vez en cuando. Siendo una de mis personas favoritas, como descubrí el primer día que le vi.

Ana Julieta siendo la mujer aventurera que siempre había visto en ella. Recorriendo cada año un país direfente para no quedarse ni tres meses en una misma ciudad. Abrazando este país cuando vuelve para coger con más ganas otro y siempre mandando las postales que vamos a colgar en el salón.

Rafa y Eva, no se entienden el uno sin el otro. Pasaron a ser la pareja más estable del mundo sin esperarnoslo. Rafa asentando cabeza y Eva llegando a nuestras vidas para ser la madrina de nuestros hijos.

Maialen, la chica sobresalto. Ganando premios, escribiendo una carrera impoluta y siendo la hermana mayor de ambos. Ella nos ha traído hasta aquí y yo nunca tendré palabras suficientes para agradecerle a las estrellas eso.

Amor. Eso les define. Amor a lo que hacen, a lo que creen o crean. Amor hacia nosotros y hacía lo que somos. Respeto, pasión, generosidad.

Yo no sé si existe el amor a primera vista pero sé que lo nuestro fue un chispazo que supimos mantener. Encendimos el fuego con ella y mantuvimos las ascuas hasta cuándo parecía todo perdido. Y ahora, diez años después de aquel fogonazo, estás acabando de pintar nuestra nueva habitación mientras yo, supuestamente, monto un escritorio.

Nuestro hogar, el sitio donde va a crecer el pequeño ser que tengo dentro de mi tripa.
Sé que ardes en deseos de verle como yo. Y sé, querido, que vas a ser el mejor padre del mundo porque harás con este bichito lo mismo que hiciste conmigo.

Gracias por haber sabido cuidar de mi cuando lo necesitaba, sin sobreprotegerme de más ni alejarte mucho. Vigilando siempre por una mirilla y sabiendo cuando taparme las heridas. Gracias por ser música, letra, playa y mar.

Gracias por complementar cada día de mi vida con tus ironías, con tu punteo, con tus besos en la nariz y tus caricias en la espalda, con tus muecas y tus juegos.

Gracias por hacer que estos diez años hayan merecido más la pena que cualquier otra época de mi vida.

Siento que esto sea una mezcla de cosas sin que ya sabes. Es lo que necesitaba. Recordarte como hemos llegado hasta aquí y todo lo que nos queda.

Te quiere, te admira y te completa, Anne.

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FIN

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