Cuaderno

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El martes Anne se despertó con el móvil lleno de mensajes. El lunes había sido un día tranquilo, se había ido a dormir pronto. Eran las diez y media cuando se encontró aquel grupo, que solía estar desierto, lleno de mensajes. No hablaban demasiado. Algún día uno de sus compañeros preguntaba cómo llevaban las vacaciones, pasaban un par de stickers y poco más. Eran un grupo que se basaba en quedar de vez en cuando para pasar la tarde juntos, ir al cine o tomar algunas cervezas. No se paró a leer los mensajes y decidió hacer una llamada a Anaju para que le explicara que pasaba.

- Anaju, ¿me explicas la revolución del grupo? No voy a leer ciento cincuenta mensajes - dijo con un poco de mal humor.

- Mis primas se equivocaron con el billete, deberían haber cogido el tren ayer. Son un desastre, ya lo sabes. No van a pagar otra vez, entonces mis padres van a llevarlas al pueblo hoy.

Anne no entendía que tenía que ver aquello con la revolución del grupo. Anaju hablaba con una emoción increíble y ella seguía medio dormida intentando escuchar con atención.

- No puedo ir porque no entro en el coche pero mis padres van a hacer noche allí - al no escuchar una respuesta continuó hablando. - Me quedo sola, Anne. Vamos a tener mi casa para nosotros.

Anne gruñó a través del teléfono, le apetecía  quedar pero no tenía fuerzas para emocionarse. Anaju sabía que su amiga estaba medio dormida. Se rió.

- Y otra cosa, le he dicho estos que van a venir unos amigos tuyos.

- ¿¡Quéeeeeeee!? Ana Julieta, voy a matarte.

- Solo quiero conocer a Gèrard más. Y al otro chico. Va, Anne, será guay.

Anne nunca podía decirle que no a la morena. Tampoco había nada de malo en que el resto de sus amigos conociesen al dúo. Seguro que encajaban con ellos. Estaba segura de lo parecido que era el humor de Rafa y el de los chicos. Le recordaban a él a veces, sus chistes eran parecidos y la alegría que desprendían también. Nia también se llevaría bien con ellos, ella también cantaba. Sabía que compartirían su talento, iba a pedirle a Gèrard que llevase la guitarra. Samantha quizá era la más diferente pero también era distinta a ella y Anaju y se entendían a la perfección. Harían una buena fusión. Además, ya era hora de que el rubio conociese de verdad a su mejor amiga. Necesitaba que sus dos personas conectasen.

- Está bien, voy a convencerles. Nos vemos esta tarde.

Esperó a que fuese medio día para llamar a Gèrard, sabía que si aquella propuesta llegaba sin mensajes de por medio se le haría difícil decirle que no. Anne le explicó el plan tardando unos treinta segundos en recibir una respuesta afirmativa, incluido el llevar la guitarra y el llevar a su amigo. Le pasó la dirección de Anaju y quedaron en verse allí.

Ella pasó el resto de la tarde dibujando hasta que llegó la hora de arreglarse. Se puso un pantalón ancho blanco y un top burdeos. Se dirigió a casa de su amiga para encontrarse allí ya a sus amigos. Saludo con un abrazo a cada uno. Rafa le revolvió un poco el pelo y ella le dió un empujón. Estaban en medio de aquella discusión cuando volvió a sonar el timbre. Anne se puso un poco nerviosa. Había llegado el momento. Escucho la voz del rubio saludando a Anaju que les recibió, le presentó a Flavio y entraron en el salón. Ella se levantó para abrazarles. Primero se acercó a Gèrard mientras Flavio le daba a Anaju una bolsa con unas cervezas, luego fue hacia el moreno. Hizo el intercambio de nombres, se sentaron al rededor de la mesa y comenzaron a hablar de distintos temas mientras se bebían las cervezas, riendo y compartiendo algunas historias del grupo.

- ¿Y vosotros como os conocisteis? - preguntó Rafa mirando a Anne.

Anne se sonrojó mirando a Gèrard que asentía esperando a que les contase lo que había ocurrido sonriendo. El chico se moría de ganas por saber que iba a contar la chica. Flavio y Anaju se sonreían sabiendo que ambos conocían la historia. Los demás estaban expectantes ya que Anaju había dejado caer que el rubio era alguien especial para su amiga, era obvia la conexión de aquellos dos cuando se miraban. Gèrard la miraba casi con adoración cuando hablaba y ahora no iba a ser menos.

- Gèrard estaba un día tocando en mi parque, donde siempre escribo, ya sabéis. Bueno, yo le escuché sin que él lo supera. No hablamos pero a los dos días volvió a aparecer tocando allí y comenzamos a hablar. Desde el primer momento conectamos mucho - dijo sin pensar sonrojándose. - Me presentó a Fla un día que fui a su casa, también desde el primer momento nos llevamos muy bien - dijo para disimular las palabras sobre el rubio.

Flavio se reía al escucharla, Anaju intentaba no hacerlo. Gèrard se acercó para dejar un beso en su mejilla sabiendo la vergüenza que estaba pasando y continuó él la explicación.

- Nos conocemos de hace poco más de dos semanas, pero sí, conectamos mucho. Tenéis una amiga muy especial.

Todos soltaron un "oh" al comentario del chico, sabían que cuidaría bien de sus amiga y ella de él. Flavio y Gèrard contaron como se conocieron ellos, esos nueve meses de curso estaban resumidos en cómo se entendían ahora. Terminaron la noche pronto, Gèrard y Samantha trabajaban al día siguiente. Se fueron ellos dos y el moreno juntos, descubrieron que vivían cerca. Poco después, Rafa y Nia también decidieron que era hora de irse. Anne se quedó en casa de su amiga a dormir, no sé durmieron sin ver antes un par de episodios de su serie favorita. Comentaron lo bien que lo habían pasado, lo bien que Anaju se sentía con los dos nuevos y como podrían hacer eso más a menudo.

El día siguiente Gèrard le escribió diciéndole que tenía una pequeña sorpresa y por mucho que ella insistió en que se la desvelara, el no cedió. Sólo pudo convencerle de ir antes al banco. Así a las cinco de la tarde, se vieron allí. Él apareció con una bolsa de papel. Ella le dejó un beso en sus labios y recogió el regalo. Lo abrió despacio para descubrir una cuaderno marrón con unas mariposas. Era precioso.

- Me di cuenta el otro día que te quedaban pocas hojas y, cuando lo vi, me recordó a ti - dijo sonriendo.

Anne le acarició la cara donde se quedaría a vivir. Adoraba aquel roce. Sentir en sus manos como sonreía al notar sus dedos. Acabó aquella caricia con otro beso. Era fascinante como un cuaderno le hacia tanta ilusión pero seguramente sería el mejor regalo que podrían hacerle.

- Hay una nota, Anne.

Y entonces, abrió aquellas hojas para descubrir una letra preciosa que decía:

Espero que en esta libreta dibujes muchas más guitarras, quizá sea egoísta  pedirte esto pero no me voy a cansar nunca de ver como dibujas mi música. Ojalá escribas muchas más palabras que describan lo que sientes, palabras que adornen los momento más bonitos de tu vida, hablen de Flavio también, y de Anaju, del parque, de ti, de mi, de nuestra historia.

Escríbenos, por favor.

Te quiere, Gèrard.

- Te quiero - pudo responder con la voz entre cortada.


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