Nota

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El jueves, cuando Gèrard despertó, ella estaba allí. Era tan delicada cuando dormía que parecía otra persona. Sus pestañas le parecían la cosa más bonita del mundo. Su pelo, despeinado, era en sitio perfecto para perderse. Su piel, tan final que parecía que iba a romperse, era el tacto más perfecto que había sentido nunca. Su cuerpo, que se presentaba ante él medio desnudo, era el lugar en el que le apetecía quedarse toda la vida. Su parte favorita era la única que no podía observar mientras dormía, sus ojos. Esa mirada llena de luz, parecía como si las estrellas hubiesen decidido habitarla. Aquella mirada era lo que había hecho que se enamorara de ella. Lo que la distinguía del resto del mundo.

Como la primera noche que durmieron juntos, todas las imágenes de aquellos momentos pasaron por su cabeza. Era increíble la conexión que tenían, estaba claro. Veía muy difícil conectar así con otra persona. Aquello para ellos era más que un simple acto de placer que necesitaban dos personas jóvenes, ambos lo sabían.

Gèrard miró la hora maldiciendo el tener que trabajar. Se separó despacio de ella esperando que no notase la falta de un cuerpo al que abrazar. Salió de la habitación para hacer el café y darse una ducha. Flavio ya estaba despierto y él le aviso que Anne estaba en casa. El moreno solo contestó con una risa despertando las mejillas de su amigo. Hizo sus tareas habituales hasta que volvió al cuarto para vestirse. No podía despertarla, se le partiría el alma. Decidió escribir una nota, recoger la ropa del suelo y salir hacia el trabajo.

Anne despertó un par de horas después, sola. No le gustó no poder disfrutar de la cara de recién despierto del chico, poder quitarle las legañas y darle entre esas sábanas el primer beso del día. Dormir allí sin aquellos pasos no le gustaba tanto. Escuchó el piano de Flavio y, aunque ya eran bastante amigos, le dió vergüenza el pensar en salir de aquella habitación para encontrarse con él. Se giró para buscar el móvil y encontró entonces un pequeño trozo de papel.

No sabía si tendrías más ganas de matarme por despertarte o por irme sin hacerlo. Si te despertaba, la muerte llegaría antes. Buenos días, Anne. Espero que hayas dormido bien.

Gèrard

P.D: Flavio va a obligarte a que le escuches tocar mientras desayunas.

No pudo evitar sonreír con aquellas palabras. No podía dormir mal cerca de aquel cuerpo. Respondió a su madre diciéndole que iría a comer y sabiendo que tendría que explicarle de una vez lo de Gèrard. Se puso los pantalones del rubio y salió para saludar a Flavio. Este le preparó un café y, efectivamente, le hizo sentarse en el sofá mientras se lo tomaba. Después de un tiempo así, el tocando y ella sonriendo con cada nota, pidió permiso para darse una ducha y se colocó la ropa del día anterior. Aunque quedaba poco para la vuelta de Gè, tenía que irse a casa.

Llegó casi a la hora de comer y su madre, con una sonrisa, comenzó con aquella conversación que Anne tanto había temido la noche anterior pero que ahora estaba preparada para tener. Ella le contó casi todo, hubo detalles que se ahorró. Sus padres siempre se alegraban de tener una hija que se abrirse con ellos, ella se alegraba de tener unos padres que le daban la confianza suficiente para hacerlo. Después de varias bromas de su padre, su madre le pidió ver una foto. Ella no dudó en cual enseñarle. Hacía unos días, en el parque, se había encargado de hacerle unas fotos al chico mientras tocaba y no se daba ni cuenta.

Anaju fue a casa después de comer, sin avisar. Anne se sorprendió, era raro que su amiga se presentará en casa sin asegurarse que estaba allí pero se dió cuenta que había subido una historia a Instagram. Aún así, seguía sorprendida, sabía que algo pasaba. Al verla aparecer por la escalera la abrazó. Sintió como su amiga respiraba profundo. Ya en su habitación, Anne le cogió la mano.

- ¿Cómo puedo ser tan tonta, Anne? - dijo su amiga con la voz rota. - ¿Cuándo voy a aceptar que no vamos a tener una relación?

Anne la abrazó, no era la primera vez que tenían esa conversación. Aunque esta vez no supiese que los sentimientos de Anaju habían resurgido. Le había propuesto varias veces separarse un poco del grupo pero ella no quería. Lo que sentía por Rafa iba y venía, como él. Lo que era constante era su amistad. Ella sabía que él nunca le había prometido nada, al revés. Había sido sincero con ella siempre y era ella la que confiaba en que todo aquello cambiase algún día. Aún así, de vez en cuando, acababan liandose porque la tensión si era compartida. No podía echarle nada en cara pero eso no quería decir que no tuviese derecho a estar triste por lo que había pasado.

- Ayer me contó que ha conocido a una chica, en los cursos de teatro que da a los niños - dijo dejando ver que en el fondo se alegraba de que fuese feliz.- Es guapísima, Anne. Dice que nos encantaría, sobretodo a ti.

Anne acarició la cara de su amiga y la acercó para abrazarla de nuevo. Sabía que en unos días Anaju estaría de nuevo como siempre. Pasaba de vez en cuando, suponía que todos lo necesitábamos. Permitirnos la tristeza de vez en cuando, sin que nos supere. Asegurándose que su amiga estaba más calmada, bajó al supermercado a comprar una tarrina de helado de menta y chocolate, el favorito de ambas. Al volver se pusieron a ver la película que salvaba aquellos momentos, Enredados.

Anaju se quedó dormida, Anne supuso que había pasado mala noche pensando en todo aquello que le había soltado. Odió un poco a Rafa, que aunque no tenía la culpa de no sentir nada por su amiga, a veces sí que podría haberse ahorrado darle algunos besos. No entendía cómo funcionaba el amor. Ella veía a la morena con el chico como engranajes perfectos. Además, ¿qué persona en su sano juicio podría no estar enamorada de Anaju? No entendía nada de aquel sentimiento. Tampoco con ella misma. Se había enamorado sin saber como. "Me enamoré de una mirada" pensó sin saber que ese mismo pensamiento había rondado por la cabeza de Gèrard esa mañana. Eran iguales hasta para eso.

Se separó un poco de su amiga para coger su móvil y encontrar lo que esperaba. Gèrard había leído la nota que había dejado encima de la ropa que la noche anterior había usado, aunque fuese solo unos minutos, de pijama.

Gèrard
no sé como lo haces
hasta una nota de despedida
es una de las cosas más mágicas
que he leído
14:06✓✓

te responderé otro día
con música
con palabras no puedo
14:08 ✓✓

Anne
esperaré esa canción
me alegra que te haya gustado
17:23 ✓✓

Gèrard, sin responder por no tener nada más que decirle, volvió a releer las palabras que la chica había dejado delicadamente escritas para él.

No te voy a mentir, he echado de menos levantarme cerca de ti. Tu olor estaba a mi lado. El olor de ambos, unidos. Pensaba que había soñado contigo pero luego me he dado cuenta que había sido realidad. Eso eres, rubio, un sueño. Me cuesta decirte algunas cosas, siempre me ha costado. Es por eso que escribo, para poder expresar todo lo que mi boca no deja salir. Creo que ni viendo todas las películas cursis, me hubiese imaginado estar así con alguien. Gracias por aparecer con tu guitarra, con tu música, con tus caricias... He echado de menos levantarme contigo pero estoy segura que podré hacerlo mil días más.

Anne.

P.D: Flavio me ha tocado el piano, no me he podido negar.

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