Correr.
Eso era lo único que podía hacer mientras huía de ellos, saltó un tronco caídos y se escondió detrás de una gran roca. Sujetó su lanza hecha con un metal duro y desconocido, con aleaciones irrompibles con cargas eléctricas en los extremos; el arma se podía extender y guardar en si misma, si la lanzabas seguía en línea recta hasta los 1000 pies, que era cuando comenzaba a caer en picado y luego regresar a su forma compacta para ser recogida.
Su respiración se volvió pesada, pensó en Hish, no podía fallarle. Sintió una presencia al lado suya y en cuanto menos lo esperó uno de los del clan la atacó, gracias a su entrenamiento extremo consiguió esquivarlo y lo electrocutó levemente con la lanza.
–¿Te rindes? -preguntó con una sonrisa. Asintió y se quitó de encima de él.
Por señas le indicó que había superado la prueba y los Grandes Ancianos le esperaban para celebrar mi ritual de caza, que la convertiría en una Cazadora como ellos. Acompañada del Yautjas llegó al centro del pueblo donde otros celebraban levantando sus armas.
Hish se acercó a ella y le dio un pequeño abrazo. Ella sonrió y le devolvió el abrazo, al principio le costó hacer que entendiera qué eran los abrazos pero poco a poco todos los Yautjas comenzaron a abrazarse después de celebrar algo importante.
–Lo has hecho bien. –dijo el Yautjas, el único que le hablaba en su idioma natal, aunque también aprendió el Yautjas.
–Gracias, Hish. –sonrió emocionada.
Desde que llegó a este planeta le ocurrieron muchas cosas, desde ser perseguida al principio para matarla a luego pasar y ser una de ellos. Tras la celebración algunos se fueron de caza pero ella decidió sentarse en el suelo y mirar al cielo lleno de estrellas.
–Hecho de menos Krypton. –susurró en su idioma natal, el kryptonés.
Ella recuerda los buenos tiempos con su madre, su padre, y su hermana Kara. También lo contenta que estuvo cuando la llamaron a su nave para decirle que iba a tener un primo llamado Kal-El, quiso conocerlo y regresó a su planeta con una gran sonrisa.
Para su mala suerte, cuando llegó a Krypton este estaba destruido, solo habían miles de rocas flotando por el espacio y todo era de un color oscuro.
–¿En qué piensas, Kayama? –preguntó Hish, sentándose al lado suyo.
–En mi antiguo planeta, ser la última de mi especie es muy duro, aunque os tengo a todos vosotros a veces me siento sola e incomprendida. –dijo la chica de pelo rubio y ojos azules, característicos a la casa de El.
–Entiendo ese sentimiento, nosotros tampoco somos de este planeta, pero lo hemos hecho nuestro y queremos sentirnos como en casa. Los cambios son duros pero a veces son para mejor.
–Quien diría que los Yautjas serían así de profundos. Dais la impresión equivocada.
–Se deberá a que siempre estamos conquistando planetas y aniquilando a otras especies.
Al terminar la conversación regresó a su casa, se quitó la armadura y dejó sus armas encima de una mesa. Luego se dio una ducha rápida en una bañera hecha de huesos y piel, al acabar se vistió con una toga blanca y se acostó en su cama.
Al día siguiente uno de los Yautjas le entregó un cofre con su nueva armadura en el interior. La armadura de cazador era ligera, maniobrable y ofrecía protección en las partes más vulnerables del cuerpo. A ella la hicieron lo más resistente posible debido a su frágil complexión, dependiendo de la presa podían cubrir una mayor parte, la modificaron para que fuera inmune al ácido de lo xenomorfos.
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El Mayarah (SuperCorp)
Fiksi PenggemarTodos creen que Kara junto con su primo fueron los únicos supervivientes de Krypton, pero no es así. Hay una persona que sobrevivió a la explosión del planeta porque en ese momento no se encontraba en el. Ahora que sabe que Kara está en el planeta l...