Capítulo 4

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—No lo sé. —dejo caer el zapato de nuevo en su sitio—. No parece que intentaran robarle.

El cuerpo del hombre extendido sobre la acera es fotografiado mientras analizo de nuevo la postura. No hay signos de lucha y aún tiene el costoso reloj en la muñeca.

—¿Un crimen pasional? —repite Sawyer tomando notas detrás de mí—. Viejo, las mujeres están locas. El pobre cabrón pudo haber sido asesinado por su esposa celosa.

—No hagas suposiciones. —me quito los guantes de látex—. Investiga la identidad y habla con la familia. Y trata de no dormir con la viuda.

Luke se ríe de nuevo, mirando al rededor donde los uniformados aseguran el perímetro de curiosos y periodistas.

—Hey, creo que tenemos otra fanática. —señala hacia la multitud con una gran sonrisa—. Una colegiala.

Sigo su mirada con curiosidad hasta que reconozco a la chiquilla de ojos azules sonriente que nos saluda. Lleva un uniforme escolar de falda corta y camiseta con logotipos.

—Voy a ver si ella sabe algo. —dice con una gran sonrisa.

—Alto ahí, imbécil. Es una niña. —le lanzo una mirada amenazante—. Ve a hacer lo que te pedí.

Luke me mira con los ojos entrecerrados, así que mantengo mi rostro inexpresivo hasta que encoje los hombros y se gira.

—Entendí. —repite—. La identidad del muerto y consolar a la viuda. ¡Nos vemos, jefe!

Maldito idiota.

Observo con cuidado a las personas que permanecen junto a la chiquilla, y me pregunto cómo es que me encontró.

—¿Qué haces aquí? —le gruño cuando me detengo frente a ella—. ¿Cómo me encontraste?

—Papá dijo que tenía a toda la policía buscándome. Luego recordé que ese hombre mencionó la estación y adiviné el resto.

Puto Welch.

Recuerdo claramente sus palabras y como me llamó por mi apellido.

—¿Vienes a disculparte por tu bochornosa actitud?

—No. —frunce los labios—. Quería asegurarme que eres el mismo Christian Grey por el cuál pregunté en el departamento de policía.

—¿Para qué?

Pregunto, pero ella solo sonríe y comienza a alejarse caminado en reversa. Reconozco el mismo lujoso audi negro detrás de ella.

—Por cierto, —dice antes de entrar al auto—. Dije que era tu novia embarazada a la que dejaste... ¡Opsi!

—Agh... Chiquilla estúpida.

Vuelvo sobre mis pasos hasta la escena cuando Ethan termina de tomar las fotos. Ésta es la parte fácil, ahora debemos volver a la oficina para comenzar la reconstrucción de los hechos.

—Tengo todo, jefe. ¿Necesitas algo más?

—No. Lleva eso y dile a Leila que necesito la información de la autopsia tan pronto como le sea posible.

—Si, señor.

Y no hay razón para que yo me quede más tiempo. Mi equipo recogió la mayor cantidad de información y ahora solo resta esperar, por lo que me despido de los uniformados para ir hasta mi auto.

—¿Qué mierdas quieres, niña? —gruño para mí mismo cuando vuelvo a la carretera.

Mientras conduzco, mi mente obsesiva reproduce la conversación que tuve con ella una y otra vez hasta que caigo en cuenta de un punto informante.

—¿Ese hombre? ¿Welch? ¿No dijo él que era su sobrina?

Llego a la estación y espero a encontrarme con el jefe de policía en su oficina, pero la suerte me sonríe y lo encuentro en el estacionamiento.

—Grey. —me saluda.

—Welch.

—¿Alguna pista?

—Nada aún. No tiene identificaciones, así que vamos a buscarlo en el sistema.

—Bien. —abre la puerta de su auto en su intento de dar por terminada la conversación.

—¿Y cómo está tu sobrina?

—¿Eh? Bien...  A salvo en casa.

—Pobre. —finjo compasión—. Se veía muy asustada.

—Si, ella tiene problemas de autoestima. —balbucea—. ¿Huir con un imbécil cualquiera? Eso definitivamente no es normal.

—Lo sé. ¿Es hija de tu hermana? No les veo mucho el parecido.

—Mmm, no. En realidad no es mi sobrina, pero es hija de un buen amigo mío a quien considero familia.

—Oh. Pues me alegro que ella esté bien ahora.

Me aparto para que él pueda cerrar la puerta, enciende el motor y baja la ventanilla.

—Mantenme informado.

Asiento rápido porque él ya está saliendo del estacionamiento. Recordando que tengo mejores cosas qué hacer, me dirijo al interior del edificio.

Me siento frente a la computadora para revisar la información que tenemos sobre el asesinato de ésta mañana. Por lo que sé, Ethan aún está revelando las fotos y Luke consiguiendo la identidad del difunto.

—Un hombre con traje a la medida... En un barrio de clase media, ¿A pie? Sin huellas de neumáticos a la redonda.

Pienso en la escena del crimen, pero mis pensamientos vuelan hasta la chiquilla. El auto en el que viaja sin duda es de lujo y tiene un chofer propio, por lo que dudo mucho que ella viviera en algún lugar cerca de ahí.

—Vamos a ver... Qué encontramos sobre ti.

Tecleo su nombre en la barra del buscador y espero unos segundos, pero nada relacionado a Ana Steele. ¿Y si ese no es su nombre real?

—No —sacudo la cabeza ante el recuerdo—. Ella dijo que se llamaba Ana.

Borro el nombre de Ana y dejo que el buscador arroje resultados sobre todos los Steele de Seattle, tal vez incluso deba ampliar la búsqueda a todo Washington.

—Bingo. —susurro al ver la lista en el buscador—. Samantha Steele, Jordan Steele, Raymond Steele...

Me detengo en el tercer nombre de la lista porque me resulta familiar de algún modo. Al hacer click sobre el enlace, el rostro sonriente de un hombre canoso y ojos azules aparece.

—Raymond Steele, veterano de guerra y ¿Candidato? —leo en voz alta—. ¿Senador Steele?

Algo aquí no cuadra. Éste hombre sin duda tiene parecido con Ana y es un hombre influyente que seguramente podría pagar un auto costoso y chofer para su hija, pero ¿Por qué no la menciona?

—Jefe, —la voz de Ethan me saca de mis pensamientos—. Tengo las fotos y la lista de los objetos localizados cerca del hombre.

Coloca las fotos sobre el pizarrón blanco y comienza a vaciar la información que tiene.

Concéntrate, Grey.

Deja de pensar en la jodida chiquilla y enfócate en el puto trabajo. Ahora.

Obsesión (Mío #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora