Capítulo 51

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No he entrado al edificio cuando ya puedo ver el rastro de sangre sobre la acera que se pierde en el estacionamiento.

Mierda. Saco mi arma de la pechera y el móvil para llamar a la estación.

—Aquí el detective Grey, de Investigación. Solicito refuerzos en el complejo de apartamentos de Piket Street número 85. Posibles sujetos armados y oficial de civil en la escena.

Guardo el móvil en el bolsillo y me apresuro dentro, con mi arma en alto siguiendo el rastro de sangre hasta mi piso por las escaleras. La puerta está abierta con la cerradura destrozada.

Intento controlar la ansiedad mientras entro lentamente para buscar a Ana porque tal vez ella no está aquí, pero los cuadros en el piso y los floreros rotos me indican que hubo un enfrentamiento.

En el pasillo hacia las habitaciones encuentro a un hombre tirado boca abajo, busco en su cuello sin encontrar el pulso. Lo paso para ir a mi habitación, luego al baño y reviso el otro cuarto en busca de Ana o más atacantes.

—¿Ana? —me atrevo a hablar—. ¿Estás aquí?

Sin respuesta.

Vuelvo a la sala y el echo un vistazo a la cocina, la olla sobre la estufa llama mi atención porque indica que mi Cerecita estaba aquí.

Mierda, la cocina.

Salto de nuevo el cuerpo en el piso y miro detrás de la barra a mi chica recargada contra el refrigerador. Mi camisa que lleva puesta está manchada de sangre desde el hombro y cuando intento despertarla veo sangre entre sus piernas.

—¡Ana! ¡Nena, despierta! —toco su rostro pálido—. ¡Ana!

Si ese bastardo no estuviera muerto ya, le habría puesto una bala entre las cejas. Pero si él tocó a mí Cerecita, yo...

Sacudo la cabeza para alejar los pensamientos y tomo a Ana en mis brazos. No estoy esperando por la jodida ambulancia cuando mi chica se desangra en mis brazos.

La cargo de vuelta al auto y coloco el saco debajo de ella con cuidado, poniendo también el cinturón para que no se golpeé más. Dos autos patrulla se detienen justo detrás de mí.

—Detective Grey. —me saluda uno.

—Revisen el perímetro, desconozco cuántos hombres eran. Entraron a mi casa y dispararon a mi novia, hay un cuerpo ahí arriba.

Rodeo el auto hasta el lugar del conductor y me alejo antes de que puedan hacer más preguntas. ¿Quién se supone que investigue este puto ataque si la mitad de mi equipo está en el hospital?

—Leila. —la llamo, poniendo el móvil en altavoz—. Entraron a mi departamento e hirieron a Ana. Encuentrame en el hospital.

—Dios mío. —susurra—. ¿Ella está bien?

—No lo sé, te llamaré cuando los doctores la revisen.

—Vamos para allá.

Termina la llamada a tiempo para entrar en la rampa de urgencias, las llantas del auto de Luke derrapando cuando giro y me detengo de golpe.

Bajo y la libero del cinturón, cargándola de nuevo hasta la entrada.

—¡Ayuda! ¡Oficial herido! — grito.

El guardia y una enfermera corren hacia mi, señalan una camilla en el pasillo. Ana sigue pálida cuando un médico indica que la lleven a una zona aparte.

Carajo. ¿Qué mierdas está pasando ahora? ¿Por qué?

Me dejo caer en el pasillo con la camisa manchada por la sangre de Ana pegándose a mi piel. Primero Ethan y Luke, ahora Will y Ana.

¿Ana? ¿Por qué ella? Es mi departamento. Tal vez estaban detrás de mí. Mierda. De Will y de mi.

Pasos resuenan en el pasillo pero no tengo la fuerza para mirar, así que espero ahí hasta que Leila se inclina para mirarme.

—¿Christian? ¿Qué pasó?

—Ana está herida.

—Dijiste que entraron a tu departamento, ¿Tienes alguna pista?

—No. ¿Qué hay de Rivera? ¿Qué reportaron los azules.

Sus ojos están rojos y llorosos, por Ethan, por Luke y seguramente ahora por Will y Ana.

—Un hombre le disparó a quemarropa frente a su hermano, luego huyó. Nadie sabe quién o por qué.

Giro la cabeza para mirar a Abernathy cruzado de brazos detrás de Lay, dedicándome una mirada de odio.

—Me quedaré aquí a esperar noticias de Ana, pero hay un cuerpo en mi departamento. Asumo que eran dos y el segundo huyó por el rastro de sangre en las escaleras. Identíficalo.

—Claro, jefe. —Leila se pone de pie—. Jesse, andando.

Mi compañera señala pero el puto rubio no se mueve. Sigue mirándome como si pudiera estrangularme, la jodida espuma blanca saliendo de su boca.

—No puedes mantenerla a salvo, ni siquiera estabas ahí para ella. ¿Dónde mierdas estabas?

Me levanto sobre mis pies para enfrentarlo.

—No te importa, imbécil. Lo que yo haga o no con mi novia es mi jodido asunto. Y sigo siendo tu jefe, así que cuida tu puta lengua.

—Suficiente, basta. —Lay tira de su brazo para alejarlo de mi.

Al cabo de unos minutos busco la sala de espera y me siento ahí, sin saber si debería llamar a Steele o a la madre de Ana. ¿Los querría ella aquí?

—¿Detective? —un hombre de gafas y bata blanca me mira con confusión.

—Grey, detective Grey. —me acerco a él.

—Usted trajo a una chica, ¿Cuál es el nombre de ella?

—Anastasia Wilks.

—¿Su familia está aquí?

—No tiene a nadie. —miento—. Pero es mi novia, ¿Está bien?

—Si. —me mira con los ojos entrecerrados antes de responder—. Se encuentra estable después de suturar los impactos de bala y detener la hemorragia. Necesita descanso pero está despierta y conciente.

—¿Impactos? ¿Más de uno?

—Dos, uno en el hombro derecho y otro en la parte interna del muslo, solo el primero perforó la piel.

—Gracias. ¿Puedo hablar con ella ahora?

—Ha estado preguntando por usted, adelante. —señala el pasillo hasta una estación de enfermeras al fondo.

Camino hasta ahí y me indican el número de su habitación. La sangre ya seca en mi camisa atrae las miradas curiosas de las enfermeras cuando paso.

—¿Ana? —golpeo la puerta.

—¡Christian! —chilla con su vocecita.

—Mierda, gracias Dios. —me acerco a ella—. Nena, estaba muy preocupado.

—¿Estás bien? ¿Estás herido? —sus ojos azules muy abiertos revisando mi camisa—. Christian...

La interrumpo.

—Estoy bien, es solo una mancha. —no señalo que pertenece a ella—. Aunque casi me matas de un puto susto cuando te encontré, creí que te perdía, Cerecita.

—Jamás.

—¿Estás segura de eso, nena? —sonrío mirando sus labios.

—Tan segura como que te amo.

Obsesión (Mío #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora