Capítulo 34

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—¡No puedo creer que no me hayas llevado a mi, tu mejor amigo!

—Es una cita. —le recuerdo—. No puedo traerte cada puta vez que salgo.

—Deberías, porque ella no sería una buena mujer si intenta separar a dos amigos.

—Deja de chillar, idiota y ve a algún bar a embriagarte. —le gruño desesperado por terminar la llamada—. Y no se te ocurra ir a mi departamento más tarde.

—¿Por qué?

No puedo seguir escuchando, presiono el botón rojo y deslizo el teléfono de vuelta a mi bolsillo cuando Ana sale del gimnasio y camina hacia mi auto. Antes de subir, agita su mano en dirección al chico que la acompañaba.

—¿Y ese qué? ¿Es tu nuevo guardaespaldas? —trato de no sonar resentido y fallo en el intento.

—¿Jesse? No, él también es recluta. —se ríe—. ¿Estás celoso de mi amigo?

—No.

El tono seco de mi voz le causa gracia pero no se ríe abiertamente. En cambio, enciende el estéreo del auto para sintonizar la estación local mientras conduzco hasta el nuevo restaurante del que Luke me habló.

—¿Cómo va el trabajo? —pregunta cuando estacionamos.

—Tranquilo.

No quiero hablar del tema, sobre todo porque no tenemos ni una jodida pista desde hace días que nos guíe a los responsables del tráfico. Alejo esos pensamientos cuando señalo una mesa en el rincón para tener privacidad.

—Entonces quieres ser policía... —retomo el tema—. ¿Por qué?

—¿Por qué no? Podría estar cerca de ti, ser compañeros incluso. —sonríe como si fuera la idea más genial del mundo.

Mierda.

—¡Mira tu cara! —se ríe y me señala—. Te pusiste pálido. —su ceño se frunce un poco, luciendo ofendida—. ¿Crees que todo lo que hago gira en torno a ti?

Apoya las manos en la cadera y me obligo a mi mismo a borrar el gesto de incredulidad de mi cara. Mierda, ¿ella de verdad haría eso por estar cerca de mi?

—Yo... —balbuceo.

—Para tu información, quiero ser policía porque creo que sería divertido sentir la adrenalina y no lo sé, creo que podría ser una buena detective.

—Yo no estoy seguro de que sea divertido.

—Jess dice que sí. —encoge los hombros—. Su papá es policía y su abuelo también lo era, dice que es una cuestión de honor y legado. Yo solo quiero patear traseros.

Inclina la cabeza y sonríe con la emoción brillando en sus ojos. La camarera aparece para tomar nuestros pedidos que están listos en un par de minutos debido a la aún baja clientela.

—Esto está delicioso. —Ana muerde otra papa frita—. Pero para ser honesta, creí que nuestra primera cita oficial sería en un restaurante más elegante.

Llena otra papa frita con cátsup y la muerde, haciendo una mueca de satisfacción mientras mastica.

—Aún no entiendo cómo es que luces tan diferente en apenas 6 meses de no vernos. ¿Qué cambió?

Toma otra papa y la llena de cátsup, pero la detiene a mitad de camino de su boca.

—El chico que me gustaba me rompió el corazón por mensaje de texto. — presiona sus labios rojos antes de hablar—. Luego vinieron los libros de autoayuda, ¿Sabías que hay un montón de ellos?

—Lo siento. Yo no debí hacerlo de esa forma pero sabía que si te veía a los ojos no lo haría.

—Aún no decido cómo desquitarme pero estás a salvo por ahora.

Me guiña un ojo y sigue comiendo de sus papas mientras termino mi hamburguesa, pensando en sus palabras. Ella definitivamente es diferente ahora.

—Me sorprende que Luke no esté aquí. —dice de pronto haciéndome sonreír.

—Ese idiota quería venir, le dije que no.

—Es un tonto. Me agrada.

Terminamos la cena manteniendo la charla en temas triviales y pago la cuenta con un poco de prisa por salir de aquí.

—¿Lista?

—Si. —ella sonríe.

Apoyo la mano en su cadera mientras la guío a la salida del restaurante pero deja de caminar en la acera y señala un auto.

—Vinieron por mi. —mis cejas se arquean en confusión—. Fred.

Señala hacia el auto, luego se inclina para dejar un pequeño beso en mis labios.

—Gracias por la cena, Christian. Nos vemos pronto.

Y así Ana se aleja hasta su auto, Fred abriendo la puerta para ella y dejándome ahí como un idiota. ¿Qué hice mal? ¿Aún está enojada?

—Mierda. —me paso las manos por el cabello con frustración—. No seas idiota, Grey.

Bien. Lo admito. Esperaba que ella quisiera ir a mi departamento y quedarse a dormir como ya lo ha hecho antes.

Exhalo fuerte cuando camino de vuelta a mi auto para tomar la cajetilla de la guantera. Prometí dejar de fumar pero es estrés que me produce el caso no ayuda con mis buenas intenciones.

Compro un six de cerveza antes de ir a mi departamento a ver alguna repetición del juego de los Mariners. Considero por un momento llamar a Luke pero ese idiota solo va a burlarse de mí. Un par de cervezas después, me quedo dormido en el sofá con la tele encendida. 

Cuando abro los ojos de nuevo, la luz del sol se filtra por la cortina abierta de la sala.

—¿Luke? —balbuceo tallando mis ojos—. ¿Cómo te metiste, idiota?

Gruño de nuevo, sintiendo mi cabeza girar cuando me incorporo para echar un vistazo. La tele está apagada, las botellas no están sobre la mesita y las jodidas cortinas de flores están amarradas con un cordón.

—¿Cómo es que...?

—Soy yo, ¿De verdad te sorprende? —su voz aguda me habla desde la cocina.

—¿Cerecita? ¿Qué estás haciendo aquí?

Giro para mirarla con su cabello recogido en un moño alto, una enorme camiseta gris y un short de mezclilla demasiado corto para mi gusto.

—Estaba por aquí cerca y quise venir a saludar, tal vez hacer el desayuno para ambos. —se limpia las manos en la toalla de la cocina—. Si tuvieras comida para preparar en tu despensa sería más fácil.

Olvido el tema de la comida y mi alacena vacía para ir hacia ella, porque no es un sueño, Ana está aquí acosándome como antes. La gran diferencia es que ahora soy libre para poner mis manos sobre ella.

—Cerecita... Esta vez no escaparás de mi.

Obsesión (Mío #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora