Final (Parte 1)

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—Tengo que admitir que no estaba seguro de traer a Luke con nosotros. —beso la mano de mi esposa mientras entramos al Marriott's Ko Olina Beach Club—. Pero ya veo los beneficios.

Giro para ver a mi amigo cargando mi maleta en su hombro, la de Ana en su mano derecha y la suya en la izquierda, llevando la lengua de fuera como un jodido perro.

—¡No me ayuden! —gruñe—. ¡Puedo hacerlo yo solo!

—¿Cómo lo hiciste? —susurro solo para Ana.

—Le dije que tenía que ganarse la invitación. ¿Hay algo que quieras que haga?

Lo pienso un solo segundo.

—¿Podrías hacer que cierre la jodida boca los próximos cuatro días? ¿O tal vez que solo se pierda entre los otros huéspedes?

—Tengo un plan para eso.

Sonríe y se aleja para ir al mostrador mientras Luke se deja caer a mi lado con las maletas. Por supuesto que aquí hay chicos que te ayudan con el equipaje pero no es tan divertido como ver a Luke hacerlo.

—Buen día, tengo una reservación. —escucho decir a Ana.

Un par de chicas en bikinis pasan por la recepción atrayendo la atención de mi buen amigo Sawyer hacia ellas.

—Mierda, ¡Estás son las vacaciones de mi vida!

—Me alegro que lo disfrutes, que mi reciente matrimonio no arruine tu vida libertina de sexo desenfrenado.

—¡Gracias Christian! ¡Sabía que tú entenderías!

Ana viene hacia nosotros mirándonos con los ojos entrecerrados.

—Aquí tienes la llave de tu habitación. —le entrega una tarjeta electrónica—. Disfruta la playa, Luke. Christian y yo no saldremos de la cama y pediremos servicio a la habitación, ¿Puedes arreglártelas solo?

—Si, señora. —otra chica en bikini pasa hacia el ascensor y los ojos de Luke la siguen—. Esa es mi señal, ¡Nos vemos!

Corre arrastrando la maleta detrás de él y apenas logra pasar las puertas metálicas antes de que se cierren.

—Juro que un día va a contagiarse de algo. —gruño levantando mi equipaje del piso y tomando el de Ana—. ¿Cuál es nuestra habitación?

—Por aquí. —señala la puerta y la sigo, mi confusión creciendo cuando señala un taxi.

—¿Nena? —pregunto cuando ella se desliza en el asiento trasero.

—Oh, ¿No te lo dije? Nos estamos quedando en otro hotel, sube amor.

Una gran carcajada se me escapa, ¿De verdad estamos dejando a Luke? ¿Y por qué eso me resulta tan divertido?

Subo junto a ella, observando por la ventanilla cuando el auto se aleja del Marriott y sigue por la carretera más al norte hasta el Four Seasons Resort Oahu.

—Mierda, este lugar es impresionante. —solo la fachada del edificio me deja sin aliento—. ¿De verdad Luke pagó esto?

—No. —toma mi mano para que camine con ella hasta el mostrador de la recepción—. Hice que pusieran a Luke en una mejor habitación por lo que ya había pagado y yo estoy pagando por esto... Considéralo un regalo de mi padre.

—¿Tu papá? Dudo mucho que él...

—Tengo una cuenta en el banco que él hizo para mis gastos, así que... —encoge los hombros en un gesto de indiferencia.

—¿Y es cierto que no estamos saliendo de la habitación? —pregunto por simple curiosidad.

Se apoya en el mostrador y gira para mirarme, bajando los lentes oscuros para que pueda ver sus ojos azules y brillantes.

—No seas tonto, por supuesto que saldremos de la habitación. Tendremos sexo en el spa, en la playa, en la piscina y en cualquier lugar disponible.

El chico moreno en el mostrador se sonroja pero eso no impide que le eche un vistazo a mi Cerecita en sus shorts cortos y camiseta sin mangas.

—¿Se te perdió algo, chico? —le gruño.

¿Dónde dejé la jodida placa?

—No señor. —se sobresalta y sigue mirando la pantalla—. Su habitación, disfruten su estancia.

Fuerza una sonrisa en su rostro y entrega la llave electrónica a Ana, fingiendo que tiene que llamar al botones para no mirarla.

Ahora que finalmente estamos solos y sin sufrir interrupciones, tiro de su mano hasta el ascensor y nos llevo a la lujosa habitación con balcón y vista a la playa.

—No puedo creer que estemos aquí. —le digo.

Ella camina hacia mi y se recarga en mi espalda, abrazándome por detrás con su pequeño cuerpo irradiando calor.

—No puedo creer que seas mío al fin.

Sonrío.

—Creí que no me habías dado opción.

—Solo porque sé lo que es mejor para ti. —deja un beso en mi hombro—. Y justo ahora lo que quieres es hacerle el amor a tu esposa.

Volteo para que pueda ver mi expresión maliciosa.

—Tienes toda la razón, Cerecita. Ven aquí, preciosa.

Chilla cuando la levanto de las piernas y la lanzo a la cama, quitando mi camiseta y los pantalones cortos lo más rápido que puedo para desvestir a mi esposa.

—¿Cerecita? ¿Señora Grey? —me arrastro sobre su cuerpo desnudo para alcanzar su boca—. ¿Cómo prefieres que te llame?

—No me importa el nombre que uses mientras todos sepan que soy tuya.

—Eres mía. —confirmo.

Beso su labios rojos y la siento estremecerse cuando desciendo por su cuello, todo en ella respondiendo a mis caricias. Mordisqueo su piel un poco antes de situarme entre sus piernas.

—Christian, no juegues conmigo. —sigo besando su vientre con mi mano presionada en su botón sensible—. Te necesito ahora.

—Me tienes. —susurro—. Solo quiero ayudarte a estar lista para mí.

—Yo siempre estoy lista para ti.

Se ríe y gira su cuerpo empujándome debajo de ella, sentada en mi regazo con mi creciente erección entre nosotros. Su vista se mantiene en mi mientras me guía a su interior.

—¿Lo ves? Siempre lista.

—Mierda, nena. Harás que acabe antes de lo que quiero.

Quiero preguntar por qué le gusta estar encima de mi cuando tenemos sexo, pero cualquier pensamiento se evapora por la tensión en mi vientre bajo.

Apoyo las manos en su cadera para ayudarle con el vaivén, sus movimientos más rápidos cuando siento que se aproxima su orgasmo. Nos hago girar de nuevo para perseguir mi propia liberación.

—Podría hacer esto los próximos cuatro días, lo juro.

Obsesión (Mío #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora