No acostumbro mirar sobre mi hombro, ni siquiera ocupando un cargo que genera muchos enemigos. ¿Pero esta niña? Definitivamente podría trabajar para la CIA.
Esperaba que al día siguiente se presentara en la estación para hacer un jodido drama, por lo que me asigné a hacer trabajo de campo todo el día.
—¿Alguien preguntó por mi? —pregunto a Mía cuando regreso en la tarde.
—No.
Ni siquiera me mira, así que voy a la escalera con pasos lentos porque tengo la estúpida idea que la niña estará ahí.
—¿Qué te pasa? —pregunta Luke cuando me quedo en el último escalón—. ¿Olvidaste algo?
—No, no, estoy bien.
Inspecciono el salón antes de caminar hasta mi escritorio y revisar si todo sigue en su lugar. Incluso debajo de mi silla, por si se encuentra una bomba.
—¿Qué mierda te pasa? —Insiste Luke—. ¿Perdiste tus pendientes de florecita?
—Cierra la puta boca. —le gruño—. Vámonos, he terminado por hoy.
Ambos bajamos de nuevo hasta el vestíbulo, con Ethan y Leila detrás de nosotros. Me aseguré de estacionar mi auto en la calle principal así puedo huir rápidamente si es necesario.
—Ve a dormir, no te ves bien. —Sawyer sigue caminando hacia su auto—. Tal vez te hace falta coger.
—Imbécil.
Estaciono el auto afuera del departamento, subo hasta mi piso y me aseguro de poner llave y las cadenas sobre la puerta. Incluso dejo mi escuadra sobre mi mesa de noche, aunque no vaya a dispararle a nadie.
Ni siquiera en mis sueños me deja tranquilo. Su personalidad acosadora y la culpabilidad de haberla dejado plantada en el café solo incrementan el nivel de ansiedad producido por el cigarro.
Estoy exhausto cuando llego a la oficina el día siguiente, con un café americano tan cargado que me quema el estómago en cada sorbo. El puto jefe del departamento de investigación de la policía de Seattle es aterrorizado por una pequeña castaña de ojos azules.
—Debería renunciar ahora. —froto mi sien con mis dedos.
—Buenos días, florecita. —se burla Sawyer con una jodida sonrisa—. ¿Por qué luces otra vez como mierda? ¿No dormiste?
—Dormí, pero no descansé. —me quejo—. Este jodido caso me tiene harto, dime qué ya encontraste al tirador.
—Nop, pero estoy sobre la pista de un probable testigo. Una mujer adicta que al parecer estaba tomando su dosis en el momento del ataque.
—Habla con ella, lleva a alguien contigo.
—Claro.
Sawyer habla con Leila y ambos salen de la estación para continuar con la investigación, mientras reviso las imágenes que Williams estuvo clasificando por reportaje.
—¿Hay más fotos en la computadora del trabajo?
—Creo que si. —Ethan me mira—. Voy a hacer una copia de seguridad antes de comenzar a ordenarlas.
—Bien.
En algún momento después de eso, me recargo sobre mi brazo y sigo mirando fotografías de personas que no logro identificar, y ni siquiera he revisado la mitad de ellas.
Lo próximo que sé es que estoy soñando que corro sobre la avenida detrás de un auto, pero el daño en mis pulmones por el jodido cigarro me deja sin aliento con rapidez.
—Hmm. —gruño bajito girando mi cabeza porque me duele el cuello.
Un bostezo se me escapa haciendo que mis ojos lagrimeen un poco, pero no puedo levantar mi brazo porque se siente pesado. Intento con el otro, pero tampoco se mueve y tengo que abrir los ojos.
La luz naranja de la tarde que se filtra por la persiana abierta del escritorio de Ethan me encandila por un breve momento, hasta que puedo enfocar mi mirada.
—¿Qué mierda? —le gruño a la figura sentada en el borde de mi escritorio.
—¿Dormiste bien?
—¿Que haces aquí? ¿Dónde está Ethan?
—Si te refieres al chico rubio, ya se fue. —Ana hace una mueca con su boca—. Deberías preocuparte por ti.
Mis brazos se encuentras estirados por detrás de mi silla y puedo sentir las esposas alrededor de mis muñecas. Con una mierda, se atrevió a esposarme.
—¿Qué mierdas me hiciste? ¡Déjame ir!
—No, no. —pasa su dedo índice frente a mi rostro—. Tienes que escucharme primero, Christian. Estoy muy decepcionada de lo que me hiciste, realmente rompiste mi corazón.
Tengo que presionar mis labios con fuerza para evitar maldecir o decir algo que la haga molestar hasta que pueda liberarme.
—Creí que tenías palabra, confíe en ti.
Dice y veo las lágrimas formarse en sus ojos azules. Mierda, chantaje de chicas. Se levanta del escritorio y se sienta sobre mis piernas, las de ella a cada lado de mi.
—Solo quiero mi beso Christian.
—Para eso no tienes que esposarme. —hablo con voz calmada.
—No confío en ti.
Se inclina apoyando sus manos en mi pecho, acariciando por encima de la camisa mientras su nariz recorre la línea de mi mandíbula. Mierda, esta niña me ocasiona un escalofrío.
Sus manos suben más hasta sujetar mi cabeza para que no me mueva cuando sus labios tocan los míos, primero suavemente. Me quedo quieto esperando que tome su jodido beso y se aparte.
Pero no lo hace, muerde mi labio inferior y tira de él para darle acceso a mi boca. Una punzada de excitación llega hasta mi entrepierna porque la maldita chiquilla sabe besar.
—Mierda. —gruño y sale como un Jadeo.
Ana sigue besándome, la incomodidad en mi vientre bajo me distrae y termino correspondiendo su beso con la misma intensidad que ella lo hace. Mi cuerpo se tensa de satisfacción.
—Veo que te gustó. —se aparta mordiendo su labio—. Solo quería que supieras lo que perdiste ese día en la cafetería.
—Tenía trabajo qué hacer. —intento justificarme, aunque no debería.
—Espero que la próxima vez lo pienses dos veces antes de dejarme plantada.
Se baja de mi regazo, pero su mirada sigue sobre el bulto en mis pantalones, eso la hace sonreír más.
—Te veré después, Christian.
Toma su mochila del piso para volver a colgarla en sus hombros, me lanza una beso cuando camina hacia las escaleras.
—¡Ana! ¡Déjame ir! ¡Quítame las esposas!
—No.
—¡Ana!
—Adiós, mi amor.
Mierda.
Desaparece en las escaleras y me quedo ahí como idiota esperando que regrese. No sé que hora es ni quién se encuentre en la estación todavía, solo espero que alguien pueda venir a liberarme... Pronto.
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Obsesión (Mío #1)
FanfictionEntrar a la academia de policía fue sencillo. Llegar al departamento de Investigación requirió esfuerzo y disciplina. Convertirme en la nana de una chiquilla malcriada definitivamente no estaba en mis planes. ~ • ~ La historia es mía, pero los nombr...