» 𝐂𝐞𝐢𝐭𝐡𝐢𝐫

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Elsa sintió el aire quedándose atrapado en su garganta con ese pedido, quedándose con su mente en blanco por querer buscar una razón. Por su parte, Anna solo la observaba con una pizca de diversión en sus ojos, notando como la chica platinada parecía estar teniendo una crisis consigo misma y todo por pedirle su número telefónico para mantener el contacto.

– ¿Mi número? ¿Por qué quieres mi número?

La princesa levantó una ceja al escucharla, riéndose. Se preguntó que podría estar pasando en esos momentos por la cabeza de la estudiante para hacer esa clase de pregunta cuya respuesta sería sarcástica de su parte. Sonrió, inclinando un poco la cabeza mientras veía como el rostro pálido de Miller se volvía de un color carmesí que la hizo reír.

– Quizás porque en este siglo se usan los mensajes de texto.– contestó Anna, riéndose por la expresión en Elsa.– A menos que quieras que lo hagamos a la antigua y te envíe cartas... aunque dudo que sea algo cómodo y pueda perderse.

Elsa se sonrojó, tragando pesado y mirando el suelo. No era su día, definitivamente estaba haciendo una ridicules tras otra. Primero al chocó con la mismísima princesa de Arendelle, luego conoció al rey y ahora estaba haciendo preguntas extrañas de algo tan común. Anna le había pedido el número y ella hizo la única pregunta que sonaba bien en su cabeza. Balbuceó cosas sin sentido ante la astuta respuesta que le dio la princesa.

– Uh... Ti-tienes razón... uhm... ¿Tienes papel para anotar? – preguntó la platinada.

Anna tanteó sus bolsillos y sacó su teléfono celular, extendiéndoselo a la adolescente que parecía volver a procesar lo que sucedía.

– ¿Por qué me miras así? – se burló la heredera.– Solo escribe tu número y ya, ¿Si? Como cualquier persona lo haría en el siglo 21.

Elsa asintió con torpeza, tomando el teléfono celular y tratando de encontrar la aplicación de contactos, y Anna lo noto al verla cambiar la pantalla. Se rio entre dientes, colocándose a un lado suyo para abrir la carpeta donde las aplicaciones extras se encontraban.

– ¿Y bien?

– ¿Verde menta? ... Debiste elegir un mejor color.– murmuro Elsa, escribiendo su número en un nuevo contacto.

– ¿Vas a criticar el color de mi teléfono? ¿En serio?

– El dorado o plateado hubiera quedado mejor para ti.– confesó Elsa.

Anna chasqueó la lengua, quitándole el teléfono a la estudiante que solo le sacó la lengua con burla. Elsa cruzó sus brazos, en la espera de que Anna hiciera un nuevo movimiento, aunque solo sintió el flash de la cámara disparándose directo a su rostro. La princesa le tomó una foto y la había puesto como foto de contacto.

– En realidad hubiera preferido una cámara analógica – habló la pelirroja, al tiempo que guardaba el teléfono en su bolsillo.– Pero mi padre dijo que era una pérdida de tiempo porque debía enfocarme en mis estudios y... accedió a comprarme este teléfono por sus cámaras.

Sin dar tiempo de respuesta, Anna empujó ambas puertas para poder ingresar al comedor donde el grupo de estudiantes se encontraba degustando los platillos que le fueron dados. Kristoff corrió a buscar a su hermana junto a Honeymaren y el resto de sus amigos, llenándola de preguntas con respecto a su paradero y el porqué la princesa estaba con ella.

Anna se acercó a Gerda, la ama de llaves del castillo. Le sonrió, intercambiando unas pocas palabras que hicieron a la mujer reírse con su mano sobre sus labios. La princesa volvió a recuperar su compostura al ver a Kai, el mayordomo, esposo de Gerda y mano derecha de su padre. Todos los estudiantes parecieron entender, quedándose callados y esperando oír las palabras del hombre.

Arenfjord ❧ ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora